¿El gran reto? Que tanto los habitantes como los visitantes se sumen a esta cruzada, que no solo tiene que ver con ahorrar energía, sino una serie de medidas que aportan a reducir la producción del CO2.


Diego Jemio, especial para La Región

Un punto en el medio del Mar Caribe. Algo parecido a un guion dibujado en diagonal -apenas un pedazo de tierra- en la inmensidad del agua y a unos 25 kilómetros de Venezuela. La extensión de Aruba, país autónomo de los Reinos Bajos, es de 180 kilómetros cuadrados, apenas la mitad de la ciudad de Cochabamba. Como muchas islas de Las Antillas, alberga a un mundo de culturas: indígenas arahuacos, negros y descendientes de españoles y holandeses, que dominaron la isla.

Después de una secuencia histórica de conquista y abandono, el lugar es hoy un paraíso turístico que ofrece once kilómetros de playas de arena blanca, deportes náuticos y una mixtura de modernidad y viejos rasgos coloniales, que se ven claramente en su capital: Oranjestad. Pero quizá no son esas las características que marcan la gran diferencia de este destino, sino su mirada al futuro con una apuesta por el turismo sostenible, que han asumido desde los hoteleros hasta los pequeños productores.

Aruba es un paraíso turístico que ofrece once kilómetros de playas de arena blanca.

En el primer caso, Bucuti & Tara Beach Resort dio un gran paso. El hotel boutique, ubicado en la playa de Eagle, comenzó a tomar medidas amigables con el medio ambiente hace más de una década: reducción y manejo de basura, reutilización y reciclaje de agua, tratamiento de aguas residuales, eficiencia energética y eliminación del plástico, entre otras. Luego doblaron la apuesta con la instalación de 618 paneles fotovoltaicos que, combinados con otras fuentes locales de energía eólica y solar, producen el 40 % de los requerimientos del resort.

El año pasado, el Bucuti & Tara se convirtió en el primer hotel del Caribe en lograr la certificación Carbón Neutral al reducir sus emisiones de CO2 y gases de efecto invernadero, causantes de atrapar el calor en la atmósfera. Y hace algunas semanas, el Consejo Mundial de Viajes y Turismo le dio el Premio a la Acción Climática en el marco de la Cumbre Global del Consejo Mundial de Viajes y Turismo de Sevilla.

El hombre detrás de esas iniciativas es Ewald Biemans, propietario, CEO del hotel y ambientalista. Aunque la actividad turística significa un 88 % del Producto Interno Bruto del país, el empresario tiene una mirada diferente. “El negocio de Aruba no es el turismo. Todo el mundo dice que vivimos en un 90 % del turismo, pero no es así. Vivimos de nuestro medio ambiente. Por tanto, no es el turismo, sino la naturaleza lo que debemos proteger si queremos mantenernos en el negocio”, dijo en diálogo con La Región.

En definitiva, lo que buscan los turistas son experiencias diferentes a las de otros destinos del Caribe. “Nuestros huéspedes eligen Aruba por sus playas de belleza natural, con sus aguas turquesas, en medio de una comunidad feliz y saludable. Pero para poder seguir brindando esta experiencia debemos proteger nuestro ambiente. Por ejemplo, en la actualidad no existen excusas para que los hoteles no trabajen hacia la neutralidad del carbono”, agregó.

No es fácil implementar algunas políticas puertas adentro; es decir, con turistas que solo quieren relajarse, pasarla bien y tomar el avión de regreso a casa.  Biemans fue más allá de los clásicos programas de ahorro de toallas y electricidad. Y realizó inversiones en tecnologías y sistemas ecológicos, así como en productos menos agresivos con el medio ambiente.

“Quizá el reto más importante estaba en cambiar la mentalidad tanto del personal como de los huéspedes, para que lograran aceptar las reformas en la adopción del nuevo modelo de negocios. Los huéspedes que veían la playa como el lugar para relajarse y disfrutar de un cigarro tenían que convencerse de abstenerse por el bien de la naturaleza”.

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Detrás de los alimentos

La iniciativa de un hotel es un paso que ayuda, pero debe estar integrado a una política pública integral. Las condiciones de producción de alimentos no son fáciles en Aruba. Si bien hay 360 días de sol -algo fantástico para los turistas-, apenas caen 406 milímetros de lluvia por año y su clima es semiárido. Hasta hace unos años, el 99 % de los alimentos que consumía la isla eran importados. Ahora, a partir de una iniciativa estatal, comenzó a revertirse esa tendencia. Natie Maduro, directora del Departamento de Agricultura, Ganadería y Pesca de Aruba, fue una mujer muy importante para ese cambio.

Antes de ocupar su actual cargo, Maduro -especialista en marketing- tenía una granja con vacas, terneros y chivos. En una charla con un funcionario, comenzaron a analizar la importancia del sector primario de la economía. Así nació la idea de realizar una fuerte campaña de concienciación, que incluyó educación, branding, programas de televisión e ir a conocer personalmente a los agricultores para ganarse su confianza.

“Comenzamos a motivar a la comunidad en 2010, con la idea de realizar huertas en casa evitando el uso de agroquímicos. Al año siguiente trajimos una conferencia de permacultura, que no era una práctica común en la isla; además, hablamos sobre la importancia de tener el suelo sano. Nosotros no producíamos nada, pero comenzamos a hacerlo a raíz del cambio climático, los precios y el medio ambiente. Con pequeños grupos de agricultores, instauramos los ‘farmers market’ que continúan hoy en día y crecieron muchísimo. Se formó una unión de productores en Aruba. Hay dos tipos: algunos comerciales y otros que lo realizan como hobbie”, contó.

Un vivero donde producen sus alimentos.

A partir de la iniciativa de Maduro y su área, los hoteles comenzaron a interesarse más en adquirir productos locales. Incluso algunos de ellos, fueron más allá y adquirieron tierras para dedicarse al cultivo; algo que no resulta nada fácil en un lugar donde llueve poco y el agua es carísima. Con sistemas hidropónicos, los productores lograron resultados extraordinarios con lechuga, cilantro, zapallo, sandía, maíz, pepino y tomates.

“El agroturismo es algo que se está haciendo popular a nivel mundial. Entonces, muchos turistas comenzaron a interesarse por compartir tiempo con una persona local para conocer cómo viven y sus huertos. Es parte del contacto entre el visitante y los productores, que también dan clases de cocina”.

 Un enemigo llamado pez león

Hasta un torneo de pesca fue parte de las actividades para frenar la reproducción de este pez. Foto:Weekend

El recurso de la pesca es otro de los pilares de Aruba en el cuidado del medio ambiente. Hace dos años, se firmó una ley de protección, con una lista restringida de especies permitidas y prohibidas a la hora de capturar. Y se hizo una campaña muy fuerte en torno al pez león.

Esta especie es infrecuente en estas aguas y habitual en las de Asia. Cuando ocurrieron algunos huracanes en la región de Miami, muchos de los acuarios sufrieron pérdidas y algunos de sus ejemplares fueron a parar al Mar Caribe. “Comen los pescados bebés. Son muy predadores y comenzaron a ser un problema para nosotros. Cuando hay grupos grandes de pez león, no se consiguen otras variedades en el área. Entonces, decidimos lanzar un programa de concienciación para impulsar su captura. Como la carne sabe bien, los restaurantes decidieron sumarlo a su menú como una forma de combatir el problema. Hoy en día, gracias a eso y al trabajo continuo de los buzos, notamos menos presencia”.

Además, la campaña se complementó con lectura dirigida a instructores de buceo, campañas en escuelas y público en general, así como torneos de pesca.

Castro Pérez es fundador de Aruba Care Foundation, una ONG dedicada a preservar los ecosistemas marinos de la isla. El conoce bien el recurso del país, ya que su padre fue pescador artesanal. Y califica a la actividad como “sana”. “Por supuesto que hay mucha diferencia si viajamos 70 años en el tiempo, cuando mi papá era un aficionado a la actividad. De todas formas, en su mayoría, se trata de pesca criolla y recreativa. No tenemos actividad comercial ni industrial. El Gobierno reguló bien su práctica en Aruba y alrededores. ¿Sabes cómo se nota el estado de salud del recurso? Cuando llevan a los turistas a realizar pesca de profundidad, los resultados son buenísimos. Hay muy buenos ejemplares de pargo y pez rojo”.

Ningún equilibrio es fácil. Ni el de nuestras vidas ni el de un recurso natural. Mucho menos el de una empresa. En Aruba, al menos, están intentando que el desarrollo no sea depredador. Y que sus bellas playas puedan ser disfrutadas por nosotros y por nuestros nietos.


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