El Instituto Boliviano de la Montaña presentó, en el marco de las actividades previas a la XX Conferencia sobre Cambio Climático (COP20), la muestra fotográfica “Glaciares Bolivia: 12 testigos del cambio climático” que expone en gráficas comparativas cómo el deshielo ha afectado a los glaciares de Bolivia en las últimas décadas.


Cecilia Requena Gallo

Testigos silenciosos pero no por ello indiferentes, los glaciares de Bolivia sufren desde hace décadas los efectos del cambio climático que poco a poco va desfigurando sus majestuosos paisajes nevados. Pese a ser considerados como los termómetros naturales del cambio climático en el mundo y las evidentes transformaciones que están atravesando, las miradas de atención no siempre se concentran en ellos.

Los glaciares de Bolivia sufren desde hace décadas los efectos del cambio climático

Sajama - Cody Hinchliff
Así luce el Sajama. Foto: Cody Hinchliff

Es por ello que el Instituto Boliviano de la Montaña (IBM) realizó la exposición “Glaciares Bolivia: 12 testigos del cambio climático”, una muestra que tuvo como objetivo dar un repaso a los glaciares y sus cambios, por efecto del deshielo, durante las últimas décadas. “En esta parte del mundo, si bien algunos nevados como el Illimani, el Chacaltaya, el Hayna Potosí, el Illampu, el Ancohuma o el Sajama tienen su buen registro, seguramente a causa de su gran perfil como destino para el andinismo, otros como el Wila Manquilisani o el San Enrique son casi ‘perfectos desconocidos’, sólo presentes en alguna colección particular de algún investigador o montañista”, explicó Dirk Hoffmann, director del IBM.

Para la exposición fotográfica el IBM tuvo un trabajo arduo en la búsqueda de imágenes antiguas de los nevados que permitan realizar la muestra comparativa. Sin embargo, una vez superado este paso, el encontrar la imagen ideal de los glaciares en su contexto actual fue todo un desafío debido a que durante la visita a los nevados, para la toma de imágenes, se tropezó con el mal tiempo todo el año; incluso con periodos de lluvia en agosto y septiembre, meses considerados de ‘temporada seca’.

“Fueron semanas y semanas de espera para poder subir a las montañas. En las alturas la precipitación cae en forma de nieve y ese detalle impedía tomar fotografías aptas para una comparación en los distintos momentos en la vida de los glaciares elegidos. Así, este proyecto también sufrió las alteraciones que vemos hoy en las estaciones climáticas”, señaló Hoffmann.

En los últimos treinta años Bolivia ha perdido la mitad de sus glaciares

La exposición estuvo abierta al público durante la segunda quincena de noviembre en el Auditorio y Patio Siglo XX del Museo Nacional de Etnografía y Folklore (MUSEF) de la ciudad de La Paz, y en el espacio cultural Jach’a Qhatu de “Mí Teleférico”, en la ciudad de El Alto.

Deshielo: una situación que preocupa

De acuerdo al IBM, en los últimos treinta años Bolivia ha perdido la mitad de sus glaciares, teniendo como principales causantes del derretimiento no solo el calentamiento global y sus efectos potenciados debido a la gran elevación de sus montañas, sino también la ceniza que llega hasta sus cumbres como producto de las quemas forestales (chaqueos) y quema de pastizales que se efectúan en tierras bajas, y aquella que sube desde los motores de los vehículos a diesel. “Como un manto negro, el hollín está ‘ensuciando’ los glaciares de la zona y, como consecuencia, su capacidad de reflejar (rebotar) la luz está disminuyendo, de ese modo, su derretimiento se está acelerando”, detalla el informe del IBM.

El Huayna Potosí sufre los efectos del deshielo. Foto: Benjamin Dumas
El Huayna Potosí sufre los efectos del deshielo. Foto: Benjamin Dumas

Pero más allá del evidente cambio que están sufriendo los glaciares, hay un aspecto que preocupa y es el impacto que estos tienen en los recursos hídricos. En el caso específico de las ciudades de La Paz y El Alto, el agua de los glaciares representa entre el 10 y 15% de sus recursos hídricos y, en época seca, el porcentaje de agua glaciar sube hasta un 27% en algunas de sus cuencas.

Sin embargo, el IBM puntualiza que en una primera fase del derretimiento de los glaciares, los ríos adyacentes reciben un flujo adicional de agua, contribuciones mayores al promedio histórico. En un segundo momento –después de la “fase inicial de aguas”- se prevé que el aporte de los glaciares caerá de forma abrupta porque ya estarán tan disminuidos que no podrán atender a los ríos de forma mínima. Los torrentes que dan vida a la vegetación, producción y economía circundantes, ya no serán los mismos.

 

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