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 María René Gordillo / Daniela Soliz

Una de las industrias ilegales ampliamente reconocida en el mundo es el tráfico de animales salvajes, destinados a servir como mascotas exóticas, productos o remedios, entre otros. Esta industria es una de las amenazas más grandes para estos seres vivos, sin contar el riesgo que conlleva su manipulación y consumo, para el ser humano.

En los últimos años, la demanda de mascotas, pieles, ornamentos y otros productos elaborados con animales exóticos ha amenazado seriamente a estas especies, entre ellos el pangolín y el cálao de yelmo, por mencionar algunos. Sin embargo, el impacto en la biodiversidad en todo el reino animal sigue siendo poco conocido. El año 2019 este tipo de comercio creció entre 40 % y 60 % sobre las cifras registradas en años anteriores. En el documental que se presenta a continuación se puede ver a detalle la información mencionada.

El tráfico y el comercio ilegal de animales los están llevando a una extinción acelerada. Aproximadamente, uno de cada cinco animales que habita en los distintos ecosistemas es víctima del comercio internacional.

Dentro de los datos registrados por National Geographic España, se evaluaron los efectos del comercio de la vida silvestre en la actualidad y se evidenció que 5.579 especies -aproximadamente el 18 % del total de vertebrados incluidos en el análisis- son objeto de comercio a nivel mundial. Dentro de un análisis posterior se identificó que otras 3.196 especies estaban en riesgo de sufrir las consecuencias del comercio ilegal y la mercantilización.

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Según un reportaje elaborado por Simon Worrall, periodista de National Geographic, terminar con el negocio de la trata y el comercio de especies silvestres es algo muy complicado para las autoridades, porque a diferencia de otras actividades ilícitas, esta no es manejada enteramente por cabecillas o “peces gordos”, como los denominan. Gran parte de esta actividad está compuesta por criminales desorganizados, por tanto, no se puede simplemente eliminar a los jefes o cabecillas para resolver la situación. Así, cuando se arresta a unos, otros los reemplazan y la actividad ilegal continúa, por lo que la lucha contra este flagelo es una tarea diaria y sin tregua.

Bolivia y la sombra del tráfico de fauna silvestre

Muy pocos ejemplares víctimas de tráfico suelen sobrevivir. Foto: Inti Wara Yassi

América Latina tiene una impresionante biodiversidad, mientras que sus leyes para la protección de especies son muy débiles. Según el National Committee of the Netherlands, debido a su geografía, Bolivia es blanco de grupos organizados que lucran con el tráfico de animales silvestres.

En 2019 el periódico paceño Página Siete registró datos donde se evidenció que existían 70 especies de animales en peligro debido al comercio ilegal. En su mayoría se trata de ejemplares que no logran sobrevivir por las condiciones en las que se los trafica.

La IUCN (National Committee of the Netherlands) realizó un estudio sobre la caza y el tráfico en Bolivia y Surinam. Evidenció que entre los daños provocados por esta actividad ilegal está el asesinato a otros animales, sobre todo a las madres al momento de proceder con la captura de las crías. La Wildlife Conservation Society en Bolivia, a través de Página Siete, indica que el tráfico ilegal de fauna silvestre también pone en riesgo a las comunidades indígenas y originarias, ya que vulnera las oportunidades, estilo de vida y gobernabilidad de sus habitantes, puesto que su bienestar depende de sus recursos naturales y la armonía de su ecosistema.

Según el Ministerio de Medio Ambiente, las especies más vulnerables son: loros, parabas, iguanas, tortugas, ciervos, primates, pumas, jaguares y tapires. El fenómeno también va relacionado con actividades folklóricas para la elaboración de trajes e instrumentos. Por su parte, el jaguar causa gran preocupación por su papel en el medioambiente.

Debido a esta problemática tan delicada, se está desarrollando campañas de concienciación. En el video que se presenta a continuación se muestra un ejemplo de lo mencionado.

El Decreto Supremo 22641, aprobado durante el gobierno de Jaime Paz Zamora, se menciona que cada año se incrementan los hechos de violencia contra los animales y plantas silvestres, afectando directamente al medio ambiente. Por este motivo, el Gobierno Nacional de Bolivia desarrolló políticas de conservación. En el Artículo 1 del señalado decreto, se declara la VEDA GENERAL INDEFINIDA para el acoso, la captura, acopio y acondicionamiento de animales silvestres y colecta de plantas silvestres y sus productos derivados, como cueros, pieles y otros.

Durante el desarrollo de las políticas de control del tráfico de especies silvestres se trabajó en el fortalecimiento de los protocolos para el mejoramiento del monitoreo y control del tráfico de la vida silvestre en el departamento de Cochabamba, a través de los Gobiernos Municipales. Para esta tarea se determinó que el personal que trabaje en este campo se capacite para ejercer programas de prevención y control.

En 2019, en ese departamento hubo 34 operativos y se recuperaron 304 animales silvestres que fueron atendidos y custodiados en centros para este fin. Se evidenció que siete municipios son los más afectados, entre ellos Villa Tunari. No obstante, también hay municipios cochabambinos que realizan actividades de prevención y sensibilización sobre esta problemática. Los animales más vulnerables en esta región son: monos capuchinos, araña, tejones, loros, parabas, tortugas e iguanas, los cuales son capturados para su comercialización.

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En el artículo 111 de la Ley de Medio Ambiente, se indica que está prohibida la tenencia y tráfico de animales silvestres. La realidad muestra otra figura y no se sanciona a los traficantes, pese a que la propia Constitución Política del Estado establece políticas para actuar en defensa de la naturaleza y la vida.

En Bolivia existen diferentes organizaciones e instituciones que trabajan en la defensa y protección de la vida silvestre. Tania Baltazar, directora de la Comunidad Inti Wara Yassi (CIWY), es una de las personas que trabaja en esta problemática.

César Soliz, suboficial segundo e investigador de la Policía Forestal y Preservación del Medio Ambiente (Pofoma), afirma que en la mayoría de los casos las personas que infringen estas leyes se someten a procesos abreviados, los cuales básicamente constan en abrir un documento con antecedentes penales. Esto ocurre debido a que la pena mínima en Bolivia para entrar a la cárcel debe ser mayor a tres años, y las sanciones que se aplican en estos delitos no pasan de los dos años.

Sitios en Bolivia que trabajan con el cuidado de animales silvestres

Muchos de los animales llegan a los refugios en condiciones críticas. Foto: Inti Wara Yassi

Durante el trabajo de control o prevención de la trata y comercio de especies silvestres, muchos de los animales que son rescatados son enviados a refugio. Lamentablemente no todos sobreviven.

“A pesar de la segunda oportunidad de vida que se les da a estos animales, pensar en reinsertarlos, no es una posibilidad. Los daños físicos y psicológicos que muchos de ellos tienen, además de la poca habilidad que desarrollaron para sobrevivir por su propia cuenta, los lleva lejos de pensar en volver a sus raíces e integrarse a su hábitat” indica Tania Baltazar, directora de la Comunidad Inti Wara Yassi (CIWY).

En su mayoría los centros de rescate surgieron gracias a personas particulares, preocupadas por la problemática de la trata y el comercio de animales.

Uno de estos lugares es ONCA, que cuenta con un espacio de observación, diagnóstico y rehabilitación de especies rescatadas. Se ubica en el margen izquierdo del río Beni, entre los departamentos de Beni y La Paz, en la Amazonia boliviana.

El Centro de Conservación y rescate de Suris, es otra institución que trabaja con especies rescatadas y que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Está en el departamento de Oruro y cuenta con especies nativas del altiplano boliviano.

El Suri (Pterocnemia pennata) especie considerada como “Casi Amenazada” por Threatened Birds of the Americas. Foto: Mongabay Latam |

Asimismo está la Comunidad Inti Wara Yassi (CIWY), una organización conformada por un equipo de profesionales y voluntarios bolivianos, y de diferentes partes del mundo. Una de las características de este centro es que cuenta con tres espacios diferentes para albergar a los animales.

Biocentro Güembé, en Santa Cruz, es otro importante centro, a cuyo cargo están más de 260 animales que se reparten en distintas áreas y ambientes. Cuenta con mariposario, aviario, tortugario, terrario, pantano e isla de monos.

La Senda Verde, en La Paz, también se ha fijado como objetivo proporcionar cuidados adecuados a los animales provenientes del tráfico, bajo condiciones técnicas y científicas. Está en Coroico.

Es importante mencionar que por cada animal que llega a la ciudad para ser vendido otros nueve mueren, según datos de CIWY.

Esta institución tiene alrededor de 500 ejemplares, entre monos capuchinos, monos arañas, aves, osos jucumaris, jaguares, pumas, ocelotes.

Fuentes: National Geographic | Comunidad Inti Wara Yassi org | CEDIB Centro de documentación e información de Bolivia | Página Siete 2019 | Nueva Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia

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