Expertos ven dos grandes debilidades en la administración de áreas protegidas nacionales

El desmantelamiento de la capacidad técnica y la falta de recursos económicos mermaron la capacidad de manejo de estos parques. La más reciente decisión del actual Ejecutivo generó reacciones en la sociedad civil, pero el problema data de hace varios años

La Región

Los problemas que aquejan la administración de las áreas protegidas nacionales no son recientes. Si bien en las últimas semanas, los despidos de directores y jefes de protección generaron airados reclamos de colegios de biólogos y plataformas ciudadanas, la situación se arrastra desde hace varios años.

Cecilia Miranda, antropóloga y especialista en gestión de áreas protegidas, explica a La Región que cuando se creó la institución, en 1997, el perfil de los dependientes era netamente técnico. “Cuando había cambio de Gobierno, se modificaba el ejecutivo y los cuatro directores en unidad central, pero a nivel de áreas protegidas (directores y jefes de protección) siempre se buscaba el perfil técnico”, recuerda.

A partir del año 2000, más o menos, la administración comenzó a sufrir lo que la experta llama un “desmantelamiento de esa capacidad técnica”. En paralelo, el Sernap siempre había recibido apoyo y financiamiento externo para la gestión de los parques nacionales. La tendencia era que esta dependencia baje paulatinamente para que el Gobierno asuma esa responsabilidad.

“En diez años se terminaron las cooperaciones internacionales y se empezaron a generar reglamentos para hacer cobros por turismo, y así generar ingresos propios”. Pero el tema económico siempre fue una gran debilidad dentro de la institución.

En noviembre de 2019, cuando Miranda asumió la Dirección de Planificación del Sernap, había un déficit presupuestario de 22 millones de bolivianos. Con la llegada del coronavirus, un fondo de la Unión Europea (UE) que debía utilizarse, llegó con seis meses de retraso.  En consecuencia, entre enero y julio de 2020, las 22 áreas protegidas de Bolivia no tenían dinero para gastos.

Pese a ello, directores, jefes de protección y guardaparques hicieron frente a los incendios forestales. Lo hicieron gracias al apoyo de oenegés, plataformas ciudadanas como Alas Chiquitanas y a la entrega de su propio personal, que muchas veces sacó de su bolsillo para pagar combustible de los patrullajes.

“Hace 20 años trabajo en el fortalecimiento de capacidades, sobre todo de los guardaparques. Puedo decir que ellos son los héroes anónimos. De los 300 que tiene el Sernap, más de 100 son eventuales y ahorita están en vilo, porque sus condiciones son precarias”, dice Miranda.

En su gestión se pidió apoyo presupuestario y más ítems, pero el tema de medio ambiente “no es prioritario en las políticas ni en este ni en otros gobiernos”.

La situación es preocupante, además, porque el Sernap debiera coordinar con las reservas subnacionales. Hasta 2012, el 23 por ciento del territorio nacional estaba conformado por áreas protegidas. Con las que se crearon a nivel municipal, actualmente esa cifra debe bordear el 25 por ciento.

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Grandes desafíos frente a grandes males

Maikol Melgar, ahora exdirector ejecutivo del Sernap, asegura que tras asumir el cargo en noviembre de 2019, se hizo un diagnóstico de los 22 parques nacionales. Identificó que ocho que necesitaban intervención inmediata, debido a serios indicios de corrupción, entre otros delitos. En la lista figuran: Amboró, Tipnis, Noel Kempff y Parque Carrasco, entre otras.

“Iniciamos procesos penales donde evidenciamos que robaban recursos del Estado; no rendían cuentas, hacían compras con sobreprecio. Encontramos áreas protegidas con narcotráfico y tengo las pruebas de solicitud al Ministerio de Gobierno y Defensa para que puedan intervenir”, dice Melgar.

Asimismo, se detecto megaproyectos como represas y carreteras, que se preveía ejecutar dentro de los parques, al igual que 200 concesiones mineras que fueron paralizadas porque atentaban contra el objetivo de estos territorios.

En el tema económico, se apeló a recursos de la Fundación para el Desarrollo del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (Fundesnap) y a las oenegés WCS, WWF Bolivia, SBDA. “Hicimos una plataforma de entidades científicas y oenegés, y les explicamos la realidad de nuestras áreas protegidas. Ellos se pusieron en campaña para recolectar fondos, porque sino íbamos a despedir a 300 guardaparques”.

En los últimos cinco años, el Sernap manejó un presupuesto de entre 60 y 80 millones de bolivianos. En años anteriores, hubo más recursos de parte de la cooperación internacional, pero según el diagnóstico de Melgar lo mínimo que requieren estos parques para tener una función adecuada, supera los Bs 100 millones y 700 funcionarios con ítem.

La Región gestionó una entrevista con el actual director ejecutivo, Teodoro Mamani, para conocer cómo recibió la institución y qué estrategia de gestión pretende aplicar este año. Pese a que inicialmente su responsable de comunicación dijo que aceptó, luego aseguró que “no tenía tiempo”.

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