En Tupiza aún hay familias que se proveen de agua de río. Foto: Cecilia Tapia

“Las mujeres juegan un rol central en el manejo de los recursos naturales, como también en la protección del medio ambiente (…). Por lo tanto, los procesos participativos que tomen en cuenta a las mujeres permitirán mejorar las capacidades para adaptarse y realizar prácticas con resiliencia frente al cambio climático”.

La conclusión corresponde a la investigadora senior Laura Forni, del Instituto de Ambiente de Estocolmo (SEI), quien junto a un equipo de expertas realizó una encuesta para conocer las vulnerabilidades a las que se encuentran expuestas las mujeres en la cuenca del río Tupiza, en Potosí, al sur de Bolivia.

Así, aunque se han dado importantes pasos hacia el empoderamiento, con liderezas que impulsan iniciativas de gestión sostenible, resolución de conflictos y medidas de adaptación; todavía las principales decisiones sobre agua y seneamiento básico, están rodeadas de violencia.

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“A las mujeres nunca nos hacen caso, “No, ni nos avisan” “Todavía hay machismo” “Nos ven menos porque somos mujeres”, dicen dos de las entrevistadas, en alusión a un machismo que no solo proviene de los hombres, sino de las mismas féminas en el espacio laboral y público.

Frente a ello, el intercambio de experiencias, talleres teóricos sobre derechos y redes femeninas les han permitido surgir en espacios públicos, cargos directivos y actividades económicas para alcanzar independencia en el hogar.

Más allá del aspecto estrictamente social, autoridades de las comunidades encuestadas reconocen que en esta zona la provisión de agua para consumo es directamente del río. Y que todavía muchas de estas personas la consumen sin hacerla hervir previamente. De acuerdo con las personas encuestadas, además de este factor, existen conflictos con respecto a que las fuentes de agua no sean suficientes para abastecer el tema de riego. También se perciben conflictos de intereses entre operadoras mineras y comunidades.

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Algunos datos importantes

Foto: Cecilia Tapia

La encuesta, realizada con el apoyo de la Agencia Sueca de Desarrollo Internacional (ASDI), mostró las brechas de desigualdad en el acceso al agua para consumo humano y cómo este contexto afecta, particularmente, a las mujeres.

Los resultados muestran que en el área rural de la Cuenca del río Tupiza, 84 % de los hogares tiene acceso a una fuente de agua mejorada (potable, tratada para consumo) y un 70 %, tiene acceso a agua a través de conexiones domiciliarias. Pero en los hogares más pobres, solo el 61 % cuenta con acceso a una fuente de agua tratada y solo el 38 % cuenta con conexiones domiciliarias.

Esto último tampoco garantiza el suficiente abastecimiento en todos los hogares de la cuenca. El 44 % tienen problemas de abastecimiento y el 39 % tienen escasez por temporadas. En el área rural añadido al racionamiento, está el hecho de no contar ni siquiera con servicios sanitarios (saneamiento).

Todo esto significa que el trabajo de recolección de agua para su consumo representa una inversión de tiempo de entre 178 y 700 horas promedio por hogar al año. Esta situación deriva en que en un 27,5 % de los hogares deben recolectar el agua de su fuente primaria. En este caso, las mujeres son las encargadas de esa tarea.

  • Con información del Instituto de Ambiente de Estocolmo.

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