Felicidad Ibarra tiene 30 años y más de diez dedicados a defender el territorio de la Nación Qhara Qhara a la que pertenece. Ella nació en la comunidad de Uruchini, del municipio San Lucas, en Bolivia, un territorio mitad indígena y mitad campesino. Sus recuerdos de infancia están asociados al aroma de los grandes campos de uva y durazno, un olor que evoca la contradicción de contar con una fuente estable de ingresos, pero bajo el yugo de un puñado de patrones que tenían la propiedad de las tierras.
Históricamente, explica Ibarra, las tierras de San Lucas le pertenecían a tres nacionalidades indígenas originarias: los Quillakas, Chichas y los Qhara Qhara, pero solo los últimos consiguieron recuperar su territorio, hoy llamado Payaqullu – San Lucas. Con el paso de los años, también lograron reconstituir 10 de sus territorios a los que llaman Marka o Jatun Ayllu, ubicadas entre el departamento de Chuquisaca y Potosí.
“De ese tiempo a aquí, ha cambiado mucho”, asegura la joven lideresa qhara qhara, “ya la gente se ha quedado con las tierras, cada uno tiene sus parcelas, familia por familia. Es decir, ya no hay patrones, se terminó con eso”.
Este capítulo en la vida de la Nación Qhara Qhara fue la que la llevó a elegir a los 19 años el camino del activismo. Ibarra está convencida de que quiere ayudar a que su pueblo alcance una verdadera autonomía y así apoyar la restitución de territorios ancestrales mediante la titulación de tierras colectivas. Por eso también decidió mudarse a Sucre para estudiar en la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca: primero Comunicación Social, luego Administración de empresas y, actualmente, Derecho. Un largo camino de aprendizaje donde la elección de cada carrera respondía a las necesidades de su pueblo.
Ibarra es la hija de en medio entre nueve hermanos y ahora es madre de un pequeñito de seis meses de edad, a quien amamanta cariñosamente mientras responde a las preguntas de Mongabay Latam. Aunque desde el año pasado decidió dedicarse un poco más a su familia, no ha dejado de estudiar ni de ser la actual responsable de la coordinación regional Valles, una de las cuatro bases lideradas por la Coordinadora Nacional de Defensa de Territorios Indígenas Originarios Campesinos y Áreas Protegidas de Bolivia (Contiocap).
¿En algún momento se dudó de tus capacidades por ser joven? ¿Se te negaron espacios de participación en el momento que empezaste en tu camino como defensora del territorio?
Sí y lo más triste es que, quienes lo hacen, es la gente que te conoce. Es decir, hay mucha gente que en el camino nos han conocido y llega un momento en que, por intereses particulares, esa gente termina del lado del opresor, si vale el término. Son ellos los que te señalan, indicando que son “oenegistas” o que son esto o lo otro. El desprestigio viene de la gente que nos ha conocido en el camino, no necesariamente de los mismos indígenas. Hay gente que se ocupa de hacernos mala fama.
También sucede que uno estudia, pero no hay mucha valoración a los indígenas de manera general. Al momento de la verdad, cuando uno busca trabajo y le piden requisitos de por lo menos haber ejercido con tres años de experiencia, entonces ocurre que hay un montón de gente joven que inclusive los han captado muchos partidos políticos desde que terminan de estudiar (…), solamente con la condición de que al año próximo va a conseguir trabajo. Se ha llegado a ese extremo.
¿Dónde quedan las juventudes en los movimientos indígenas? ¿Qué lugar están ocupando actualmente en la defensa de sus territorios?
Sí hay jóvenes aquí cerca, son jóvenes que están iniciando, jóvenes en el bachillerato o quizás en la secundaria. Ellos son los que están más cerca de las autoridades apoyando desde sus territorios, desde sus comunidades. Pero el desafío es mantener la identidad en las futuras generaciones porque hay mucha migración de parte de los indígenas. No la habría si se tuviera atención con políticas públicas en favor de los pueblos indígenas, pero como no existen, los jóvenes tienen que migrar y el problema es que hay pocos que vuelven. En algunas comunidades solamente hay gente adulta mayor y eso es muy triste, es muy penoso. Me ha tocado ver de cerca a muchas comunidades donde más del 72 % de la población es gente de la tercera edad, ya no hay gente joven e inclusive hay muchas escuelas y unidades educativas que están desapareciendo porque ya no hay niños. Todo eso es triste, es penoso, porque afecta a toda la población indígena.
Hay migración por falta de oportunidades, pobreza y violencias que provocan desplazamientos, ¿cómo dirías tú que se podría volver a interesar a las juventudes en los territorios? ¿Cómo lograr que regresen, se acerquen y apoyen?
Han empezado a incrementar los impuestos y eso hace inestable para uno vivir en la ciudad. Uno no tiene trabajo ahí, hay inestabilidad económica y eso ha hecho que, necesariamente, se vuelva a sus lugares. Yo me he dado cuenta de que en estos últimos años la gente ha empezado a valorar más los territorios. A mí me alegró mucho ver a la gente joven que ha vuelto. Un Tata de la Nación, nos decía: “Hay veces que las cosas suceden por algo y una de esas es el tema de la pandemia; no hay que verlo como algo malo, sino como algo bueno. Hay que sacarle una oportunidad”.
Pero seguro la migración va a continuar y la única forma de poder mantener a los jóvenes en el lugar de origen, uno, es un trabajo; dos, mantener y siempre fomentar los principios y los valores desde la casa, porque no podemos echarle la culpa de eso a ningún gobierno.
¿Qué relación tiene actualmente la Nación Qhara Qhara con el gobierno de Bolivia?
El actual gobierno de turno ve a la Nación Qhara Qhara como si fuera parte de la oposición. No es vista como un territorio indígena simplemente. Esto porque siempre ha sido muy contestataria al gobierno. De hecho es algo interesante porque, en el año 2007 o 2008, en las propuestas de la Asamblea Constituyente, la Nación Qhara Qhara ha sido parte del pacto de unidad que se ha creado y las autoridades han sido partícipes cuando se ha entregado la propuesta de la nueva Constitución al vicepresidente Álvaro García, en ese entonces, y obviamente apoyaron al presidente Evo Morales, a inicios de su gestión.
Pasados dos años, se le empezaron a pedir los cambios y qué hay de los territorios indígenas. Cuando empezaron a reclamar, cuando empezaron a hacerle notar los errores que estaba cometiendo, no le gustó. Empezaron los cambios, tanto de ministros, de personas allegadas al gobierno y desde entonces la Nación Qhara Qhara para el gobierno es opositora. Pero uno ve cómo viven en los territorios indígenas, uno ve cómo vive la gente en las comunidades; los pueblos indígenas han sido muy rezagados. Es como si no tuvieran ese mismo derecho que la gente que sí es adepta o afín al gobierno, que sí tienen varios beneficios, que sí les llegan algunos proyectos sociales, pero los que no, pierden todo eso y no tienen acceso a esos derechos. A la gente la han logrado dividir, porque si uno lo analiza bien, al Estado no le conviene que en Bolivia haya varios territorios indígenas consolidados porque tiene que pedir consulta previa para poder ingresar a esos territorios. Y al gobierno le gusta entrar “como Juan por su casa” por cualquier lugar de Bolivia para poder extraer recursos mineros o hidrocarburos, cualquier recurso, y mejor si son no renovables.
¿Qué momento está atravesando la titulación de tierras para los pueblos indígenas bolivianos? ¿Cuáles son los conflictos actuales para lograrlo?
Aquí, con la nueva Constitución, ya no se habla de pueblos originarios sino de “Naciones y pueblos indígenas originarios campesinos”. El problema ahí es que se ha insertado ese término como si fuera uno solo, por eso hay una rivalidad y yo siempre lo digo: no toda la gente que vive en el campo es indígena originario campesino. ¿Por qué? Porque, por ejemplo, hay pequeños empresarios que salen de la ciudad, tienen los recursos y compran grandes extensiones de tierras y se afilian a la comunidad y también son campesinos, son considerados así. También antes existía un grupo de personas que se denominaban “Los Sin Tierra” que, generalmente, era la gente que había salido de las minas y que el gobierno debía apoyarlos con dotarles de terreno. Lo que hace esa organización es solicitar tierras fiscales al gobierno para que le dé su dotación gratuita en las tierras de la Amazonía, pero lo que no han podido ver, de lo que no se ha percatado el gobierno hasta la fecha es que al querer ingresar de esa forma a esos territorios, lo que ha hecho es dotarles territorios que eran de los pueblos indígenas de la Amazonía.
No todos los territorios indígenas de la Amazonía han terminado con su titulación de tierras. Si bien la demanda de titulación de tierras la ha presentado al Instituto Nacional de Reforma Agraria —que depende del Viceministerio de Tierras—, ellos pasan una serie de trámites muy burocráticos que tardan años, tal es el caso de la Marka Quila Quila, de Sucre, que llevan más de 10 años buscando la titulación de sus tierras. Lo mismo en muchos otros territorios. Entonces, en ese lapso de espera de llegada de sus títulos, si bien los territorios son grandes, apenas han logrado titular un pequeño puntito y todos los demás se los han entregado a los “Interculturales” o a los empresarios. Todas esas situaciones nos han demostrado que uno tiene que ser adepto de un partido político afín al gobierno, no importa si es de izquierda o derecha, tiene que ser así o no tienes derecho ni acceso a nada.
En lo personal, ¿qué te ha dejado luchar por el territorio y el bienestar colectivo de los pueblos?
Se podría decir que al final luchamos por algo que ya lucharon nuestros antepasados, nuestros abuelos. Junto a las autoridades aprendí eso, porque uno no nace sabiendo de dónde ni cómo es nada. En el camino se aprende y conoce muchas cosas de sus mismas raíces. Ellos no pelean por un auto, ellos no peleaban por una cancha, no pelean por algún bien material. Ellos pelean por algo que es mucho más importante y grande: la tierra y el territorio. Cuando hablamos siempre de la tierra y el territorio, ellos dicen que la tierra es una parte, una parcela que pertenece a mi familia, pero el territorio es algo que nos pertenece a la comunidad entera. Entonces, cuando ellos dicen que nuestra lucha es por el territorio, también están hablando del ecosistema en general. Todo eso nos demuestra que ellos no tienen esa sed, no están hambrientos —como las empresas— de simplemente sacarle el jugo a la Tierra, sino que también tengo que aprender a saber responderle y agradecerle. La gente indígena para mí no es ambiciosa, pero por supuesto no toda la gente es igual, también hay mucha gente que ya se ha corrompido. Pero el indígena como tal es de grandes principios y valores. Para mí esa lucha, todo eso es lo que me ha motivado más para seguir apoyando.
Tu hijo ahora es parte de una nueva generación, ¿qué responsabilidades tienen ustedes, como generaciones antecesoras, con las infancias de la Nación Qhara Qhara para que ellos sean los nuevos defensores del futuro?
Como las autoridades son enciclopedias andantes, como yo digo, ellas tienen que enseñar la educación intercultural, tenemos que enseñar las cosas en casa y hacerles ver las realidades del territorio, de nuestros orígenes. Y si ellos van a tener ese conocimiento y van a ser conscientes de su realidad, no van a tener que renegar, si no van a tener que lidiar y aprender a vivir con ella. La gente se ha victimizado mucho por ser del campo y por ser pobre y eso es algo que no tiene que ocurrir, al final de cuentas todos venimos sin nada y sin nada nos vamos. Eso es algo que tenemos que enseñar a nuestras nuevas generaciones: todo es prestado y tenemos que aprender a vivir y a buscar las mismas oportunidades. No por haber sido yo una persona del campo tengo que victimizarme y renegar de lo que fui. Tengo la oportunidad de seguir adelante, de poder conocer y saber. No puedo decir que solamente el conocimiento ancestral, la cosmovisión es lo único bueno, no, tengo que aprender de eso y tengo que aprender de lo otro y convivir con ambas. Solo la educación nos va a llevar adelante, la del territorio, la de casa y la de las unidades educativas.
Si los sabios son enciclopedias andantes y tienen mucho qué enseñar a las juventudes, ¿qué sucede a la inversa?
Algo que me gustó mucho es que las autoridades hayan empezado a crear una especie de equipos multidisciplinarios en su estructura orgánica. Al menos eso está ocurriendo en la Nación Qhara Qhara. Me gustó mucho que hicieran eso porque, como bien mencioné, antes las autoridades eran puros mayores o gente de más de 30 años, por lo menos. Y ahora los jóvenes están empezando a ejercer cargos, asumir responsabilidades y, por el tema de la migración, se han dado cuenta de que es un error no ponerles dentro de las estructuras orgánicas. Esto se tiene que mezclar, no pueden ser puros jóvenes y tampoco puros mayores. Los jóvenes estamos para ayudarles técnicamente, interpretar y dar lecturas, para hacer actas, solicitudes y gestiones ante las instituciones del Estado. Las autoridades mayores guían. Les hemos hecho darse cuenta con el tiempo también y yo valoro muchos cambios.
Imagen principal: Felicidad Ibarra en el territorio de Marka Payaqullu – San Lucas. Foto: Cortesía