Detrás de cada tirada en la ruleta, la combinación de colores, la emoción de ver la bola saltando y el riesgo-recompensa generan unos mecanismos en la mente del ser humano que invitan a seguir jugando. Aquí los desglosaremos.

Una pequeña esfera metálica que se mueve primero girando y, después, dando pequeños saltos entre las hoquedades de una plataforma circular que gira y que tiene varios colores en los extremos de su radio. Dicho así, suena un tanto extraño, pero esto es lo que se encuentra cualquier persona que eche un vistazo a una partida a la ruleta en vivo.

La ruleta es uno de los juegos de azar más antiguos que existen. Una que ahora más que nunca se contempla y se juega en plataformas digitales, pero que tiene incluso siglos de antigüedad. Y es que no solo funciona gracias a la simpleza de sus reglas, sino también a los mecanimos que despierta en la mente del ser humano. Un fenómeno estudiado por psicólogos y neurocientíficos y que muchos catalogan como hipnótico. Pero, ¿por qué atrae tanto? ¿Qué hace que la ruleta provoque esa euforia entre los jugadores?

Sesgo del jugador e ilusión de control

¿Conoces la falacia de Montecarlo? Es lo que también se conoce como sesgo del jugador y lo que dicta que, si un patrón se repite en numerosas ocasiones durante un evento aleatorio, tendemos a pensar que lo más probable es que suceda la otra opción la próxima vez. Dicho de otro modo, si vemos en una ruleta que el color negro sale 26 veces seguidas, la siguiente apostaremos al rojo. El problema se que puede volver a salir negro, tal y como sucedió en el Casino de Montecarlo en 1913, con pérdidas millonarias para los jugadores.

Ese fenómeno es algo que va de la mano de la ilusión de control, por la que las personas tendemos a pensar que nuestras acciones influyen en eventos que son completamente aleatorios. Esto es algo que se ve mucho en la ruleta, con jugadores que creen que pueden predecir números o incluso influir en ellos, a pesar de que cada giro es totalmente independiente del anterior. Son dos sensaciones que construyen gran parte de la esencia de este juego de azar.

La dopamina de la recompensa

Aunque lo que más dispara el atractivo de la ruleta es lo que se conoce como la recompensa anticipada. Saber que existe la posibilidad de conseguir una recompensa invita a fantasear con ella, haciendo que el cerebro libere dopamina y mejore el humor y la emoción del jugador. Anticipar una recompensa ya genera placer en las personas y refuerza sus comportamientos.

Y esto, combinado con la naturaleza impredecible de la ruleta, es un cóctel explosivo. El sistema de recompensa del cerebro está siempre activo debido a la incertidumbre de las partidas, haciendo que los jugadores estén siempre expectanetes ante la ruleta, a la espera de que la bola caiga en ese lugar que les dará el premio que esperan. Sistemas sencillos, pero que activan esos rincones ocultos de nuestro cerebro para jugar.