• «Mi hija vio tres hombres vigilar mi casa: eran las dos de la noche y hablaban en voz alta de las pistolas que llevaban encima. No es la primera vez que me espían”, narra la líder q’eqchi’ María Choc.
  • A fines de enero de este año, su sobrino fue asesinado, la familia sospecha que por error, porque a quién querían matar era a otro miembro de la familia. Y hace unos años también perdió a su cuñado, líder social que se oponía a la actividad minera en El Estor.

Escrito por Mónica Pelliccia/ Contenido producido y autorizado para la difusión en La Región por Mongabay Latam

Un coche rojo con vidrios polarizados pasa por delante de la casa de María Magdalena Cuc Choc. Desacelera al momento de rodear su jardín. María lo ve transitar desde la mesa de la cocina donde está sentada. De repente deja de hablar y levanta la vista para mirar fijamente al carro. “Ya están aquí de nuevo”, dice María. El conductor y su acompañante asoman los rostros por las ventanillas. No son caras familiares aquí. En el barrio La Unión todas las personas se conocen. Solo viven comunidades Q’eqchi’, una de las veintidós etnias Maya que pueblan Guatemala y a la que pertenece la familia de la lideresa indígena de 39 años. Su casa está cerca de la Sierra Santa Cruz, donde el verde de los bosques ha sido devorado por las minas que extraen níquel del Proyecto Fénix de la sociedad suiza Solway. Los humos de la planta procesadora se deslizan por encima de las casas de lámina, en esta periferia del municipio de El Estor, a siete horas de viaje de Ciudad de Guatemala.

María abre su agenda marrón decorada con una tira de tejido Maya y apunta este episodio en la página de hoy. Pasa las hojas para volver a sus anotaciones del mes de abril: “Mi hija vio tres hombres vigilar mi casa. Eran las dos de la noche y hablaban en voz alta de las pistolas que llevaban encima”,  relee lo escrito Choc, con lágrimas en los ojos. “No es la primera vez que me espían. Tengo miedo, no duermo, no estoy tranquila. Solo me darían ganas de salir corriendo de aquí, si mis hijos y hijas no estuvieran estudiando en la escuela del pueblo“. Desde finales de enero, María ha notado varios carros pasar por delante de su casa y desacelerar para observarla, lo mismo que acaba de ocurrir hoy durante la entrevista con Mongabay Latam. Son vehículos poco comunes en esta zona: lujosos y con vidrios polarizados. Y conducidos por desconocidos, que van y vuelven por la calle que bordea la casa de María. Choc no solo está vigilada en su casa, cuenta que la siguen también durante sus desplazamientos por la ciudad.

María Cuc Choc, lideresa indígena Maya Q'eqchi', en la cocina de su casa, en el barrio La Unión de la ciudad El Estor. La defensora construyó sola su vivienda después de ser desalojada en el 2009. Foto: Jessica Guifarro.
María Cuc Choc, lideresa indígena Maya Q’eqchi’, en la cocina de su casa, en el barrio La Unión de la ciudad El Estor. La defensora construyó sola su vivienda después de ser desalojada en el 2009. Foto: Jessica Guifarro.

“Fui al mercado de El Estor para comprar verduras y un carro blanco empezó a seguirme”, relata Choc, “cuando me voltee vi que una persona se había asomado a la ventanilla para sacarme fotos con su celular”. Fue a partir del 19 de enero que se percató que había desconocidos vigilándola. Y el seguimiento empezó desde el mismo día que dejó la cárcel, cuando el juez ordenó un cambio de la prisión carcelaria a la detención domiciliaria, como parte de la acusación que enfrenta por haber participado en una protesta en la Finca Santa Isabel, para impedir el desalojo de alrededor de 80 familias Q’eqchi’ de la comunidad Chab’il Cho’och, cerca de la ciudad turística de Livingston.

Tras este hecho, la empresa Lisbal sociedad anónima, propietaria de la Finca Santa Isabel, interpuso una demanda contra Choc por los delitos de usurpación agravada, amenazas y detención ilegal.

Pero María Choc sostiene que no estaba en las protestas. Que nunca estuvo en la comunidad de Chab’il Cho’och. Que solo trabajó como intérprete del Maya Q’uequi’ al español en tres audiencias que tuvieron lugar en la ciudad de Puerto Barrios, relacionadas sí a un proceso en marcha por la disputa de estas tierras en la que se encuentran implicados miembros de esta comunidad.

La empresa Lisbal sociedad anónima sostiene que las tierras donde están asentados los habitantes de Chab’il Cho’och son suyas porque las compraron en el 2006. Y la comunidad Q’uequi’ las reclama como propias, porque aseguran que siempre les pertenecieron.

La activista Q'eqchi' María Choc durante la entrevista con Mongabay Latam realizada en su casa, en el barrio La Unión de la ciudad El Estor. Foto: Jessica Guifarro.
La activista Q’eqchi’ María Choc durante la entrevista con Mongabay Latam realizada en su casa, en el barrio La Unión de la ciudad El Estor. Foto: Jessica Guifarro.

Como en otras causas sobre desalojos de comunidades maya en Guatemala, el debate está entre el derecho ancestral de las etnias indígenas a la tierra, establecido por el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que tiene rango constitucional en Guatemala, y el derecho a la propiedad privada atribuida a las empresas por la compraventa, como figura en el artículo 39 de la Constitución.

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La lucha por la tierra

 

“Tienen 300 páginas escritas en mi contra”, explica María Choc mostrando los documentos del Ministerio Público. “No tengo nada que ver con lo que me imputan”. Chab’il Cho’och se encuentra a cuatro horas de viaje de la casa de María. La defensora viajó para apoyar a esta comunidad durante los días de las audiencias a Puerto Barrios, posteriores al desalojo de esta comunidad. Los indígenas Q’eqchi’ de Chab’il Cho’och declaran vivir en estas tierras desde hace más de 50 años, cuando se llamaba Chinamachacas y fueron desahuciados por el terrateniente y coronel Maco de la Roca a principio de los 80, durante la época del conflicto armado interno en Guatemala. Cuando sus habitantes lograron regresar, cambiaron el nombre de la comunidad a Chab’il Cho’och, que significa ‘tierra buena’ en Maya Q’uequi’.

“Ser defensor o defensora de la tierra es sinónimo de condenado a muerte: estás en riesgo de perder la vida o la libertad. Desde hace más de doscientos años las comunidades indígenas son tratadas como invasoras y por esto judicializadas”, explica Jorge Masías, coordinador territorial del pueblo Polochic de la ONG Fundación Toriello, que trabaja para impulsar el proceso de paz en el país y que está siguiendo el proceso de María Choc. “Últimamente han aumentado en Guatemala las disputas por los recursos naturales. Los episodios de vigilancia extrajudiciales que está viviendo son mecanismos para provocar temor y miedo”, explica Masías

El director ejecutivo de Lisbal sociedad anónima es el empresario ganadero Rodrigo Lainfiesta, que en 2010 estuvo detenido en la cárcel Matamoros, acusado de lavado de dinero y estafa propia, por la sospecha de malos manejos en los trabajos de remodelación de la cárcel Fraijanes 2Mongabay Latam habló por teléfono con Rodrigo Lainfiesta. El empresario declaró que en los veintidós años que transcurrió en la zona nunca supo de la existencia de la comunidad Chab’il Cho’och. “La Finca Santa Isabel es propietaria de estas tierras desde 2006. Se trata de unas comunidades invasoras que invadieron en noviembre 2016 y se dedicaron a robar ganado y a venderlo”, declara Lainfiesta, que también es vecino de la Finca Santa Isabel, a la cual dio el nombre de su hija. “Detrás de estas comunidades hay una estructura criminal”, sostiene. Según la comunidad Chab’il Cho’och, si se sigue el hilo de esta historia se puede llegar hasta el expresidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, muy cercano a Lainfiesta. El emprendedor confirma ser amigo de Pérez Molina, pero desmiente que tenga algún vínculo con esa propiedad. “Fincas Santa Isabel es dueña de estas tierras desde hace más de diez años y nadie dijo nada, se pronuncian ahora porque él está preso”.

La defensa de María Choc está investigando sobre estas tierras que se han convertido en el  centro de esta disputa. “Consideramos necesario que se realicen estudios catastrales que podrían marcar la propiedad y su línea de tiempo. Esto podría destapar un escándalo de corrupción de grandes proporciones por entrega de bienes e inmuebles a cambio de favores políticos”, concluye la abogada Tzul. Y añade que “podrían salir a la luz casos de otras fincas y se mostraría cómo las empresas están expoliando propiedades en el área de Livingston”. La defensa de María está intentando seguirle el rastro a Lisbal, analizando la compraventa de tierras a través de sociedades anónimas. Luis Solano, periodista independiente que está investigando este tema desde hace una década, analizando la información de los registros de Propiedad y Mercantil, explica que “existen grandes intereses en juego, es un territorio de disputa entre minería, petróleo, empresas palmeras, agronegocios y narcotráfico”.

Casa de la lideresa indígena Maya Q'eqchi' María Cuc Choc. Por la calle que rodea la entrada ha visto pasar coches que la vigilan, como sucedió también durante la entrevista con Mongabay Latam. Foto: Jessica Guifarro.
Casa de la lideresa indígena Maya Q’eqchi’ María Cuc Choc. Por la calle que rodea la entrada ha visto pasar coches que la vigilan, como sucedió también durante la entrevista con Mongabay Latam. Foto: Jessica Guifarro.

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Viviendo en peligro

 

“Me hice activista a los 13 años, cuando vi la represión que vivía mi padre”, relata Choc, cuyo apellido en idioma Maya Q’uequi’ significa ardilla de nubes. “Fui la primera de mis ocho hermanos y hermanas a nacer en El Estor. Mi familia venía desde la costa, se mudaron cuando los terratenientes vinieron a despojar las tierras”.

La líder e intérprete indígena fue testigo de la época del conflicto armado en Guatemala y de las luchas en contra de la explotación de los patrones, muchos de ellos europeos. “Mi padre era conocido por pedir justicia y acceso a la tierra para nuestra comunidad. Recuerdo cuando el ejército lo perseguía disparando y nosotras lo escondíamos entre las hojas de plátano y de guineo. Mirándolo a él aprendí la resistencia y la lucha”. Desde pequeña empezó a ir a las reuniones indígenas para la recuperación de las tierras con su hermano mayor Ramiro, 25 años más grande que ella. “Estamos más perseguidos que nunca”, relata Ramiro Choc, que pasó en la cárcel cinco años y seis meses, “le tenemos miedo a la coyuntura que ahora se vive en el país entre política, industria y terratenientes”. María Choc ha sufrido y sigue denunciando persecuciones y actos de violencia.

María Cuc Choc, lideresa indígena Maya Q'eqchi', en la cocina de su casa. Foto: Jessica Guifarro.
María Cuc Choc, lideresa indígena Maya Q’eqchi’, en la cocina de su casa. Foto: Jessica Guifarro.

“Ahora que estoy vigilada tengo miedo que me pase algo, como le sucedió a mi sobrino”. El 31 de marzo el joven Choc Cuz, de 18 años, fue torturado y apaleado entre la noche del 30 de marzo y la madrugada del 31. Héctor Manuel Choc Cuz murió en el hospital de Puerto Barrios. María y su familia piensan que lo mataron por error, porque creían que era su primo, porque los agresores se fueron diciendo que no era “Ich”, apodo de José Ich.

Héctor Choc Cuz, 18 años, fue apaleado hasta la muerte a las afueras de El Estor y murió el 31 de marzo de 2018. Imagen cortesía de Angélica Choc.
Héctor Choc Cuz, 18 años, fue apaleado hasta la muerte a las afueras de El Estor y murió el 31 de marzo de 2018. Imagen cortesía de Angélica Choc.

Pero María no solo ha perdido a su sobrino. Hace nueve años mataron también a su cuñado, Adolfo Ich Chamán, y esa es una imagen que no puede quitarse de la cabeza. “Mi cuñado Adolfo murió delante de mis ojos. Vi las dos balas entrar y salir de su cuerpo. Él cayó a tierra y la sangre salpicó en la pared. Resistimos contra los ataques de los antimotines, empecé a pegarle para poder llevarnos su cadáver y velarlo durante los tres días sucesivos”. Adolfo Ich Chamán murió durante un desalojo impulsado por la sociedad que extrae níquel en el Estor, Hudbay Minerals que ahora vendió su parte a la empresa suiza Solway. Se trata de las minas del llamado Proyecto Fénix, ubicadas en la Sierra de Santa Cruz. Los desalojos y la represión forman parte hoy de la historia de las comunidades Q’uequi’ de El Estor, que llevan años oponiéndose al despojo de sus tierras.

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“Construí esta casa con mis manos”

 

“Este es fruto de mi trabajo, ¡sola!”, explica María Cuc Choc indicando la casa de dos cuartos construida con tablas de madera. En la primera habitación está el altar de las ceremonias, donde se mezclan símbolos de los cuatro ejes de la cosmogonía Maya —resina de copal para quemar, ramas de pino, flores, velas— con un crucifijo colgado arriba de la pared. Al lado está la cocina, con algunas mazorcas de maíz desgranadas en una olla, listas para hervir. María cultiva maíz en su pequeña huerta (0,12 hectáreas) junto a otros productos como plátanos, caña, achiote y hierbas medicinales típicas de la curandería Maya.

“Después del desalojo viví mucho tiempo en una choza. Hace cinco años empecé a construir esta casa con mis manos, pedazo por pedazo.”, narra Choc recordando que perdió su casa el mismo día que mataron a su cuñado. La líder indígena pasa las páginas de una carpeta donde guarda todos los documentos importantes, como su Diploma de Maestra bilingüe y el acta de propiedad de su tierra obtenida el 24 de enero de 2012. En la misma carpeta conserva las copias de las denuncias interpuestas a las diferentes empresas que han atentado contra el territorio de su comunidad: entre ellas la minera Proyecto Fénix; empresas palmicultoras, acusadas de descargar sus residuos en el río Izabal; y la compañía hidroeléctrica Renace del empresario español Florentino Pérez. Esta empresa construyó un dique de 30 kilómetros a lo largo del río sagrado Cahabón, ubicado en El Estor que abastecía entonces a unos 29 000 indígenas Maya Q’uequi’.

La defensora Maya Q'eqchi' María Cuc Choc mostra los documentos relativos a las denuncias puestas a las diferentes empresas y el acto de propiedad de sus tierras. Foto: Jessica Guifarro.
La defensora Maya Q’eqchi’ María Cuc Choc mostra los documentos relativos a las denuncias puestas a las diferentes empresas y el acto de propiedad de sus tierras. Foto: Jessica Guifarro.

El próximo 19 de julio tendrá lugar la primera audiencia del proceso por el caso de la comunidad Chab’il Cho’och, para decidir si abrirán el juicio a partir de las acusaciones interpuestas por Lisbal Sociedad Anónima. María Choc se presentará acompañada por sus abogadas, miembros de la Fundación Toriello, de la Unión de Mujeres Guatemaltecas (UNAMAG) y la Red de solidaridad Rompiendo el Silencio, entre otros. “Solo estoy esperando de salir de mi caso para seguir luchando y recuperar las tierras donde mi compañero Abraham Caal Coc cultivaba cardamomo”. La empresa minera sigue buscando la manera de expandir sus minas, cuenta Choc, prometiendoles a las familias de pobladores llevar energía a sus pueblos, entre otras ofertas más, a cambio de sus campos. Abraham Caal Coc le arrendó a la empresa minera sus tierras por 30 000 quetzales (4000 USD), un monto que asegura nunca cancelaron, mientras que sus perfumados cultivos de cardamomo se marchitaron. Ahora él teme enfrentarse a la compañía. Pero María Magdalena Cuc Choc sostiene que no tiene miedo, a pesar de las persecuciones, del riesgo de volver a la cárcel después del juicio y de las amenazas que registra en las páginas de su agenda marrón decorada con una tira de tejido Maya.


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