Pacha Trek, el camino de una cultura ancestral

Pacha Trek  te abre las puertas a una cultura única en Bolivia. En este viaje conocerás el modo de vida ancestral de los kallawayas, participarás de sus tradiciones y costumbres con un complemento perfecto: la majestuosa naturaleza que rodea todos los sitios que se visitan durante el trayecto.

¡Apóyanos! Tu aporte nos permite hacer periodismo independiente, de calidad y sobre todo útil para la sociedad. Sé un amigo/a de La Región, suscríbete. Haz click aquí para saber cómo.


Por Doly Leytón Arnez / Fotos: Andrés Claros Roncal

Ellos son herederos de conocimientos milenarios de medicina natural, muy valorados en el mundo. Ellos aprendieron de sus abuelos un lenguaje exclusivo para comunicarse durante rituales y ceremonias ancestrales. Los kallawayas -sabios y sanadores- abren las puertas de su territorio para caminar junto a sus visitantes, para compartir su cultura y mostrar la riqueza natural en torno a la ruta por la que han transitado por cientos de años.


Precios e itinerario de los tours a este destino: CLIC AQUÍ


Los sabios durante un ritual del que participan los visitantes durante su recorrido.

Pacha Trek es un emprendimiento de turismo comunitario biocultural Kallawaya, conformado por las comunidades de Qutapampa, Caluyo, Chacarapi y Chari, al norte de La Paz, en el municipio de Charazani. La iniciativa nació hace más de una década, pero desde el 2014 la Cooperación Suiza apoya su fortalecimiento mediante el proyecto Biocultura y Cambio Climático, que tiene como socio ejecutor y coordinador a la  WCS y como apoyo en promoción a Tupiza Tours, en el marco del proyecto Red Meso Turismo.

Para conocer la propuesta que promete experiencias místicas y de aventura, nos unimos a una caminata de tres días junto a los Kallawayas.

Qutapampa: naturaleza y cultura vivas

La comunidad se reúne para dar la bienvenida a los turistas.

 Durante este circuito se conoce parte de la cultura de los lugareños. Qutapampa es el punto de partida hacia Caluyo, el recorrido e realiza a pie para continuar hasta Chacarapi; sumergiéndonos cada vez más en la cultura Kallawaya. Nuestra parada final será la comunidad Kallawaya Chari, donde  se realizan rituales de sanación y energéticos que permiten volver renovado a la rutina.

Nuestra primera parada es Qutapampa. Para llegar a este destino, desde la ciudad de La Paz, pasamos por seis pueblos, entre ellos Achacachi donde compartimos un delicioso desayuno con las tradicionales marraquetas paceñas, unos panes regordetes y crocantes de forma ovalada. El queso producido en la zona fue el complemento ideal para una mañana fría.

El viaje dura unas seis horas. La vista del altiplano es espectacular. En el trayecto se realiza una segunda parada en la localidad de Sinani, desde donde se puede apreciar el paisaje del lago Titicaca y  grandes formaciones rocosas que hay en el sitio conocido como el Dragón Dormido.

Tras recorrer 315 kilómetros dejamos atrás los edificios inmensos y la moderna urbe para conocer de cerca las culturas Aymara, Quechua y Kallawaya.

En Qutapampa, la degustación de infusiones con yerbas nativas fue de lo  más reconfortante puesto que hace bastante frío, estamos a 4.480 m. s. n. m. Además que la calidez de los anfitriones hace que el inicio de este viaje sea perfecto.

Faustino Mamani lleva puesto un poncho de color café tejido a mano por mujeres del lugar. Saluda, sonríe e invita a ingresar a una sala en cuyas paredes se observan imágenes en afiches y artesanías que evocan a su cultura.

La mesa está servida. Mientras saboreamos una deliciosa preparación que lleva papa y carne de alpaca, un bordado en el paño que cubre la mesa llama la atención porque refleja el modo de vida de esta comunidad aymara: una mujer hilando y un hombre de campo con un kapacho (especie de morral) que toca su zampoña mientras arrea una llama.

Durante el recorrido se disfruta de la gastronomía local, basada en carne de llama y tubérculos.

Esa escena se materializa al salir al patio, un espacio rodeado por murallas de adobes, bloques formados con barro y paja. Una anciana de pollera sentada en el piso transforma con gran destreza un puñado de lana de alpaca en un delicado hilo usando el k’anti: una pieza de madera larga, como un lápiz, a la que hace girar a modo de trompo.

Ensayo la técnica pero me es imposible coordinar los dedos para enganchar el hilo en la punta del palo, mientras sujeto el pedazo de lana en la palma e intento hacer girar la madera. Esta experiencia hace valorar el gran talento de estas mujeres, que luego de transformar la maraña de lana en hilos finos tejen verdaderas piezas de arte con diseños de figuras inspiradas en su entorno.


La destreza de las mujeres artesanas sorprende a los visitantes. Foto: Doly Leytón

Precios e itinerario de los tours a este destino: CLIC AQUÍ

En el museo local, explican ese modo de vida. Aquí los hombres se dedican a las actividades de campo, producen papa y crían camélidos para la subsistencia; en tanto que las mujeres son tejedoras por excelencia. Estas vivencias son parte de las actividades turísticas que benefician a 52 familias en el ayllu Qutapampa. El albergue turístico tiene una capacidad para ocho personas.

Después de un par de horas de descanso se inicia la caminata rumbo al albergue comunal de Caluyo donde pasaremos la noche. En este recorrido transitamos los caminos que por cientos de años lo hicieron las familias quechuas y aymaras que viven en la zona; ahora convertidos en senderos turísticos que llevan a disfrutar del paisaje y naturaleza dentro el Área Protegida Nacional Apolobamba.

Apenas partimos, Faustino muestra a la izquierda un imponente nevado y dice que es un achachila, una montaña sagrada. Se trata del Akhamani que se encuentra en la cordillera de Apolobamba.

Durante todo el trayecto la naturaleza sorprende con hermosos paisajes.

Por trechos, el piso firme de tierra se matiza con una especie de almohadillas naturales –pequeños bofedales– que son parte de la vegetación del lugar. El sendero está marcado por piedras. Alrededor se ven pajonales dispersos y camélidos nada tímidos. Las alpacas son curiosas y algunas se acercan bastante al grupo.

Durante el trayecto se realizan varias paradas para disfrutar del entorno en miradores naturales y observar la belleza de lagunas que donde se reflejan los cerros inmensos que las custodian. Entre los miradores destaca un montículo que se alza frente a la laguna Suracucha.

En el centro de esta laguna hay una isla natural donde patos, chocas, la huallata –que es una especie de ganso– y otras aves andinas revolotean. “Este es nuestro santuario de aves”, muestra orgulloso el guía mientras pide un poco de silencio antes de realizar un ritual con hojas de coca para pedir permiso a los achachilas para visitar su territorio.

Antes de finalizar el rito saca un pinquillo, un instrumento de viento que emite una melodía intensa que se fusiona con el canto de las aves del lugar.

Pasaron tres horas, son casi las seis y el sol cae. Descendemos poco a poco para cruzar el río y un manto blanco y gélido se apodera del sendero. La neblina complementa la experiencia y da la bienvenida a Caluyo: un pequeño pueblo quechua rodeado de montañas. Las casitas de adobe protegidas del viento por muros de piedra tienen un encanto particular.


Ritos ancestrales que cautivan

Los rituales ancestrales son parte de las actividades de convivencia con los comunarios. Foto: Doly Leytón

En el albergue de Caluyo –antes de volver sobre sus pasos– Faustino presenta a Idelfonso Quispe Laime: el nuevo anfitrión. Ya en la cabecera de valle cambia el paisaje y se observa más vegetación, también varían los tonos en la vestimenta de los lugareños. A diferencia de los colores tierra que se usan en Qutapampa, los tejidos y artesanías en este lugar son más coloridos con predominio de los rojos.

Aquí la atención al turista es igual de esmerada. Se organizan en grupos conformados por un arriero, cocineras y un guía biocultural. El albergue luce impecable y cuenta con lo básico: agua caliente, buena comida y camas cómodas para un grupo de ocho personas.

Idelfonso es un kallawaya que camina una hora y media  entre los cerros, desde su casa hasta llegar a atender a sus visitantes en el albergue de Caluyo. Además de ser un yatiri -sabio sanador-, con la actividad turística se ha convertido en una persona multifacética. Administra el hospedaje, se asegura de que los visitantes tengan comida caliente y sabrosa en la mesa, es guía y está a cargo de compartir ritos ancestrales que practican en su comunidad desde hace cientos de años.


El kallawaya Idelfonso durante un ritual en Caluyo.

Cubierto con un poncho rojo, tiende un aguayo sobre una mesa y da la bienvenida en español. En un ambiente iluminado solo por velas explica la importancia de dar gracias a la Madre Tierra por todo lo que se tiene y lo vital de encomendar a los achachilas para que todos los proyectos y actividades salgan bien.

Luego toma unos algodones y empieza a formar una especie de nidos –12 en total– que dispone en orden sobre la superficie de la mesa. En Machajuyai, lenguaje kallawaya, se comunica con otro hombre e inicia el rito repitiendo frases que el resto no puede entender. Con expresiones que revelan fe coloca sobre los nidos grasa de llama, azúcar, claveles, incienso y otros elementos. Luego invita a replicar lo visto, siempre susurrando los deseos personales.

Este ritual concluye en el cabildo, un lugar sagrado donde se arma una fogata y se entrega la ofrenda a las llamaradas. “Si se quema rápido y todito es que ha aceptado”, explica haciendo alusión a que el ritual fue exitoso.

Idelfonso, con 55 años encima es optimista. Tiene la esperanza de que cada vez más personas se interesen por la ruta Pacha Trek. Al caminar por el museo local muestra una foto antigua de la casita donde pasó su niñez. Apunta con el dedo un tejido que tiene más de 80 años y, además, explica orgulloso que en la zona hay más de 30 tipos de plantas medicinales que utilizan para transformarlas en pomadas e infusiones que curan enfermedades.

En plena conversación se queda callado para luego continuar: Yo pienso: que vengan más turistas. Si vienen más turistas, felices vamos a estar, conversando, mostrando nuestras tradiciones y hasta nuestras ceremonias rituales porque aquí no hay trabajo.

Ruinas arqueológicas y prácticas productivas

No es fácil dejar atrás un lugar donde te han tratado bien. Después de un desayuno exquisito que incluyó tostado de maíz, queso y un pan preparado con harina de oca –un tubérculo alargado de color amarillo– nos despedimos.

Cuando parece que que no hay nada más para sorprendernos, después de unas tres horas de caminata divisamos a lo lejos una ciudadela de piedra. Son las ruinas de Chullpapata, que según Idelfonso no han sido estudiadas pero que son un atractivo importante en la ruta Pacha Trek.

Se ingresa por un pórtico de piedra seguido de unas pequeñas gradas, a la derecha se observan unas hornacinas cuadradas. Mientras que en una especie de patio hay otras construcciones pequeñas con forma de iglú, todo rodeado por vestigios de muros que aparentan ser pequeñas casas con una entrada y dos habitaciones. Para la gente de Charazani este es un sitio sagrado donde se realizan también ofrendas a la Madre Tierra.

Los vestigios que quedan no han sido estudiados aún.

Tras la “sajra hora”, tiempo dispuesto para disfrutar una merienda que lleva papa, queso, carne frita de llama y oca, el guía encamina al grupo hacia Chari, donde concluirá el viaje.

En el camino el guía se detiene para mostrar las zonas de cultivo comunitario conocidas como qapanas. En este territorio se aplica el proceso de producción basado en la sabiduría ancestral que aún perdura en las comunidades: para mantener la productividad de la tierra se siembra en un mismo lugar durante siete años y se dedica la misma cantidad de tiempo para que la tierra «descanse» y esté lista para un nuevo ciclo.

Una hora más tarde, luego de cruzar el río y ascender por una montaña se llega a Chacarapi, ubicada a 4.095 m s. n. m. Allí también hay un albergue comunal y entre los atractivos se puede visitar el museo, un vivero herbolario y comprar los productos medicinales; luego de conocer “de primera mano” el proceso que realizan los médicos kallawayas en la producción de los remedios nativos.

Desde que partimos de Qutapampa, hemos apreciado el cambio en el paisaje y clima. Ahora en pleno descenso dejamos atrás las pampas y lagunas hasta un valle donde el colorido de las flores matiza el verde paisaje que nos lleva hasta la comunidad de Chari, a 3.987 metros de altura.

Finaliza el segundo día de caminata y está lloviendo en Chari. Aquí otro sabio kallawaya se hace cargo del grupo y dirige a los visitantes hacia uno de los cabildos (sitios sagrados) donde se realiza la ofrenda a la Pachamama. Allí, ante una roca que asemeja un gigante erguido que custodia el río, se pide también por prosperidad, salud y amor.

El último día del tour está dedicado a pasear por los alrededores del pueblo y conocer las actividades productivas y el proceso de creación de obras artesanales realizadas por las mujeres. La técnica y el acabado perfecto de cada pieza son impresionantes.

Estas mujeres no siguen una muestra o un boceto para tejer bolsos, manillas, paños y ponchos adornados con figuras de animales, personas y formas que hacen referencia a la cultura andina. Para nuestra sorpresa, la tejedora Lidia Paty afirma que todo su conocimiento lo tiene en su mente y que cada tejido fluye mientras entrelaza los hilos. Así como lo hacia su madre y abuela.

Antes de retornar a la ciudad de La Paz, el Pacha Trek concluye con el disfrute en las aguas termales de Charazani.

Facebook:@pachatrek.bolivia

Servicios

  • Albergue con capacidad de 8 camas
  • Albergues básicos
  • Guía local
  • Arrieros y animales de carga
  • Alimentación completa
  • Ceremonia Kallawaya
  • Taller tejido tradicional

Recomendaciones

  • 2 pares de zapatillas cómodas y seguras para caminar.
  • Bloqueador solar
  • Bolsa de dormir
  • Gorra
  • Traje de baño para el ingreso a las aguas termales
  • Toalla
  • Gafas
  • Chamarra
  • Ropa ligera
  • Linterna
  • Ropa  impermeable
  • Binoculares

Prohibida la reproducción total o parcial de cualquiera de los contenidos de este portal en plataformas de medios de prensa locales o internacionales, sin autorización previa de  La Región. Solicite información a [email protected]  o al 70079347


Te puede interesar también:


Apoya al periodismo independiente