Fotos y texto: Rocío Lloret Céspedes
Ahora está lloviendo. Estamos contentas. Pero cuando estaba el incendio, no sabíamos qué hacer. El fuego llegó cerquita, aquí nomás. Nosotras somos bomberas comunitarias y fuimos a hacer callejones (cortafuegos) con otras vecinas, con nuestros hijos. Yo fui con machete y ramas, para que no pase el fuego. Nuestros maridos se iban a apagar también, iban de noche, se turnaban. El incendio empezó el 28 de julio, pero las autoridades no nos atendieron rápido. Cuando pasó el fuego a nuestro monte, la ABT vino, la Policía vino, pero no hicieron nada.
Juana Cuasase Supepi recuerda así las semanas de angustia que vivió entre julio y agosto de este año en su comunidad, Santa Rita, situada a 12 kilómetros de Concepción, en el corazón de la Chiquitania de Bolivia. El municipio cruceño fue uno de los más afectados por los incendios forestales que azotaron al país entre junio y octubre. Su alcalde, Mauricio Viera, dice que 40 comunidades indígenas, campesinas e interculturales sufrieron los impactos. Aquella catástrofe ambiental arrasó con más 10 millones de hectáreas en todo el país, según la Fundación Tierra.
Lejos de imaginar ese paisaje gris en el que apenas se podía distinguir a un metro de distancia por el humo, este primer viernes de noviembre, el cielo luce limpio y los alrededores, reverdecen por las recientes lluvias caídas. En Santa Rita hay fiesta, porque llegan posokas (visitantes en idioma bésiro) que recorrerán uno de los sitios que forman parte de la nueva ruta turística que impulsa Concepción para reactivar su economía. Este es uno de los lugares que más turistas recibía antes de los incendios, ya que acá se desarrolló un proyecto para recuperar el tejido chiquitano, vivir la experiencia de compartir unos días con una familia del lugar, y degustar una gastronomía basada en alimentos cultivados por los propios habitantes, y repostería típica, como el cuñapé, el pan de arroz o la chicha de maíz.
El fuego vino de una propiedad privada menonita. Nosotros trabajábamos nuestro chaco cuando nos llama otro vecino, menonita: “por favor, ya está pasando el fuego a su monte”. Ese rato nos armamos, hicimos reunión para ver le motivo. Dijimos: “tenemos que ir a hacer brecha”. Teníamos un camino ancho, pero igualingo pasaba el fuego.
Juana continúa su relato, mientras los visitantes se deleitan con la tamborita chiquitana: una pequeña orquesta musical de instrumentos nativos. Bailan al ritmo de la chovena. Ríen. Se toman fotos. Compran prendas elaboradas con hilos de algodón. Aprenden cómo se tiñen esos hilos con plantas del lugar. Comen con ansias los panes de arroz recién cocidos en horno de barro. Comparten con las comunarias su alegría, su esperanza de hacer renacer esta iniciativa que nació hace 15 años, para darles a las mujeres la oportunidad de generar sus propios recursos.
Resurgir tras las cenizas
Santa Rita es uno de los seis sitios de la ruta turística que acaba de lanzar el Gobierno Municipal de Concepción y el Centro para la Participación y el Desarrollo Humano Sostenible (Cepad), con apoyo internacional y la empresa privada. Se trata de cuatro pahuichis, como se conoce en la región a las casas rurales típicas, y dos comunidades indígenas: Santa Rita y El Carmen. Pero el destino es mucho más grande, ya que en el centro urbano se encuentra el templo misional reconocido por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad. También está el museo misional y el Archivo Musical de Chiquitos, considerado para los expertos en la temática, el más importante del género a nivel mundial. En cercanías de la urbe, el Orquideario Municipal, donde se puede observar a Cattleya nobilior, una especie única en el mundo y que solo se encuentra en Bolivia. Y, por supuesto, la represa Zapocó que, aunque ha disminuido su caudal en los últimos años por la sequía intensa, permite disfrutar de la observación de aves, entre otras actividades.
Todos estos atractivos solían ser muy visitados durante distintos períodos del año, ya que Concepción se encuentra a 290 kilómetros de Santa Cruz de la Sierra, por carretera. Así, el Día de la Tradición Concepcioneña, la Fiesta Patronal, que es el 8 de diciembre; Carnaval, Semana Santa, los festivales de música barroca, pero por sobre todo durante el Festival de la Orquídea, eran fechas “de oro” para los lugareños.
Pero este año dicho festival que se realiza en octubre, se tuvo que suspender por los incendios. Ariel Villavicencio, encargado de la Unidad de Turismo y Cultura del municipio, dice que solo el año pasado, tal actividad movió alrededor de Bs 500 mil.
Contra la adversidad
Más allá de desanimarse, la gente —especialmente en las comunidades— decidió volver a apostar por el turismo sostenible.
Asunta Ípamo Jiménez —rostro redondo, sonrisa fácil— ve la ruta como una gran oportunidad no solo para reactivar la economía, sino como una manera de revitalizar la cultura y recuperar la forma de vida de los chiquitanos de antaño.
Soy de la etnia Moncosh, hablo bésiro, soy indígena chiquitana. Vivo en Concepción desde 1997 y trabajo con una cerámica que se extrae de un curichi (laguna) que está en mi comunidad que se llama Santísima. Desde allá traigo esta arcilla, que se usaba para elaborar utensilios antes. En mi pahuichi, vamos a ofrecer esa experiencia: elaboración de cerámica, y degustación del pututu de frangollo y de maíz.
Asunta tiene una energía que contagia. Cuenta su historia y los visitantes la miran concentrados para aprender de su talento. Una vez que toca probar la comida mencionada, los rostros primero muestran desconfianza, pero luego tornan esa felicidad de paladear algo nuevo, pero muy rico. Y es que el pututu de maíz, especialmente, es un caldo que se recuperó, y consiste en una especie de lagua con albóndigas elaboradas con el grano y charque seco.
Lo propio sucede con el pahuichi “Notas chiquitanas”, donde el luthier Luis Alberto García enseña a construir un violín. Según cuenta, cuando era niño veía cómo su padre se dedicaba a este oficio y soñaba con replicar la destreza. Hoy no solo puede elaborar el instrumento de cuerdas, sino que permite al posoka aprender con sus moldes y sus instrumentos.
En la misma línea, Sebastián Espinoza espera a los turistas en el “Pahuichi Hans Roth”, nombre que eligió en homenaje a su maestro; arquitecto y jesuita suizo conocido especialmente por su trabajo de restauración de las Misiones Jesuíticas de la Chiquitania y de la recuperación cultural de la zona.
En su taller es posible ver piezas únicas de ángeles chiquitanos, orquídeas de madera, imágenes sacras de todo tamaño. Aquí también es posible elaborar una de estas piezas, con la guía de un experto.
Naturaleza y artesanía
Ariel Villavicencio recomienda un mínimo de dos días para poder disfrutar de la ruta turística, aunque el tiempo ideal son tres días. Las dos comunidades que incluyen la ruta están a 10 kilómetros (Santa Rita) y 40 kilómetros (El Carmen) del centro urbano concepcioneño. En esta última, el desafío es recorrer un sendero para conocer el hábitat natural de la orquídea emblema de la zona: piedras de gran tamaño desde donde se deslizan las raíces y, en octubre, se puede observar a la vistosa flor de color lavanda. Aquí se puede degustar la sopa de almendra chiquitana, una delicia culinaria, muy parecida a la sopa de maní, tan tradicional en la cocina boliviana.
Lamentablemente, este año, como ocurrió en 2019, el fuego ingresó a este sitio.
Nosotros subimos el cerro llevando agua, pero era poquito, porque como ve, es difícil cargar más. Aun así, trabajamos toda la noche para apagar el incendio. Nuestros padres, nosotros, todos.
Isabel, estudiante del colegio de la comunidad, cuenta cómo les tocó a ellos, los más jóvenes, sumarse a la lucha contra el fuego. Con la agilidad de alguien que creció entre estos parajes, ellos subieron al mirador desde el que se observa el esplendor de la zona. Lamentablemente, hubo afectación a las orquídeas naturales, por ello los propios habitantes crearon su vivero para obtener plantines y reforestar el sendero.
Ese mismo espíritu comunal, de pensar en todos y no solo en uno, llevó a las artesanas de Concepción a tener su pahuichi: la “Casa artesanal AMPAC”. En un ambiente bastante cómodo, ellas comparten su sabiduría en el bordado, el tejido y la elaboración de prendas chiquitanas. Sus productos también se pueden comprar a muy buenos precios en su tienda.
En todos los pahuichis de la ruta, la oferta gastronómica es de las mejores, porque se trata de recetas que pasaron de generación en generación. Cultura viva, comida típica, naturaleza y arte. ¿Se puede pedir algo más?
Guía turística para recorrer Concepción
Los buses para llegar a Concepción parten de la zona interprovincial de la Terminal Bimodal. El municipio tiene una amplia oferta hotelera, además de guías turísticos para recorrer los lugares urbanos. Para hacer la ruta, se puede contactar directamente al municipio o a agencias de viaje.
Seis sitios turísticos en Concepción que debes conocer
Comunidad Santa Rita: Viviendo la Cultura Chiquitana
En la Comunidad Chiquitana de Santa Rita, ubicada a 10 Km de la zona urbana de Concepción, usted podrá vivir y sentir la cultura viva chiquitana. Se caracteriza por el trabajo de calidad en textiles, donde las “Mamas Chiquitanas” comparten sus saberes del tejido en formato vertical, horizontal y el huso de algodón con los pies.
Comunidad El Carmen: un sendero ecológico entre orquídeas y leyendas
La Comunidad Chiquitana “El Carmen” está situada a 40 Km de la zona urbana de Concepción. A través de caminatas por senderos ecológicos de fácil acceso, se puede apreciar, acompañado de un guía local, una variedad de orquídeas nativas en su hábitat natural. Durante el sendero recibirá una explicación sobre las diferentes especies de flora y árboles del Bosque Seco Chiquitano utilizados en la medicina tradicional (Copaibo, Cuchi, Isiga, Tipa, entre otros). El recorrido es una excelente alternativa para los aficionados a las caminatas y trekking, para los amantes de la fotografía de naturaleza y paisajes, y, de quienes disfrutan encontrarse con la naturaleza. A lo largo del sendero se encuentran diversas pascanas, donde los jóvenes de la comunidad comparten con los visitantes los mitos y leyendas del pueblo chiquitano. Al llegar a diferentes miradores, se puede disfrutar de vistas panorámicas majestuosas del Bosque Seco Chiquitano, donde podrá comprender la importancia ambiental que tiene y reflexionar sobre las amenazas que enfrenta con las quemas descontroladas.
Al finalizar la caminata, la comunidad le espera con música, danzas tradicionales, artesanías, refrescos y platos típicos chiquitanos.
Almuerzo en la Comunidad con un plato especial del Patrimonio Alimentario Chiquitano, elaborado con almendra chiquitana.
Pahuichi “Hans Roth”: tallado en madera y cultura viva
En el Pahuichi Hans Roth, la madera adquiere vida y el tiempo se detiene en la época misional. En el taller artesanal de Sebastián Espinoza se viaja a través de siglos de historia para aprender el arte tradicional del tallado, donde el visitante crea su propia orquídea tallada en madera. Durante el proceso, conoce el rol que tuvo el arquitecto suizo Hans Roth en la restauración de los templos misionales que son Patrimonio de la Humanidad. Al finalizar su visita puede llevarse su propia obra tallada, recuerdo de una experiencia inolvidable que lo convierte en artesano por un día.
Pahuichi “La Casa de Asunta”: gastronomía chiquitana y arte en cerámica
En el Pahuichi “La Casa de Asunta”, el barro se transforma en arte y la cocina chiquitana cobra vida. Es una visita interactiva, donde el visitante explora y participa en el proceso artesanal de producción de tinajas de barro, además de disfrutar de la preparación y degustación de un delicioso “pututu” y “frangollo”, dos delicias del patrimonio alimentario de las Misiones
Jesuíticas de Chiquitos. El recorrido permite conocer diferentes plantas de la sabiduría tradicional chiquitana, y que son un regalo del Bosque Seco Chiquitano. Al finalizar su visita puede llevarse una pequeña muestra de la cerámica que usted ayudó a crear.
Pahuichi “Notas Chiquitanas”: música, el alma de Chiquitos
En el Pahuichi Notas Chiquitanas, el luthier Luis Alberto García enseña el proceso de construcción de un violín chiquitano, instrumento insignia de la música barroca americana, considerada el alma de Chiquitos. Ideal para amantes de este arte. Se trata de una experiencia sensorial única que rescata los saberes de la rica tradición musical de las Misiones Jesuíticas de Chiquitos. ¿Te animas a fabricar tu propio violín?
Pahuichi “Casa Artesanal AMPAC”
Este recorrido resalta la vestimenta tradicional chiquitana, explorando la historia del Tipoy Concepcioneño y su evolución a lo largo del tiempo. Aquí se vive el proceso creativo y la diversidad de trabajos artesanales realizados por artesanas/os de las comunidades de Concepción y se descubre el impacto que tienen en la preservación de las tradiciones locales. Es un espacio donde se puede adquirir trajes y vestimentas chiquitanas, pintadas, bordadas, tejidas o en crochet. También productos hechos en
palma, bisutería con semillas nativas, trabajos en cuero y artesanías típicas de las comunidades ayoreas.