Del origen de la pandemia a su vínculo con el cambio climático, ¿qué nos enseñan para la acción?

Mientras los científicos del IPCC terminaban su reporte de forma online por la pandemia, una investigación volvía a centrar el inicio de la transmisión del virus en el mercado de Wuhan. Es decir, en un salto del virus de animales a humanos. En esta edición, profundizamos sobre qué nos dice este nuevo estudio sobre la aún vigente pandemia y qué nos dice el reporte del IPCC sobre su relación con el cambio climático.

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«¿No es raro que la criatura más inteligente que ha caminado sobre la faz de la Tierra, esté destruyendo su único hogar?» ¿Y se tire de cabeza a los virus? Seguramente me permitiría agregar con coincidencia Jane Goodall. Cuando en 2020 y 2021 la conservacionista se vio en la necesidad -como el resto del mundo- de quedarse en el hogar familiar de Reino Unido, no tuvo pelos en la lengua a la hora de exponer una y otra vez en charlas online: «Ya les habíamos dicho que esto podía pasar». Jane pasó de viajar 300 días al año para concientizar sobre la necesidad de actuar ante la crisis climática y ecológica a concientizar desde el living para que cambiemos nuestro vínculo con la naturaleza si no queríamos una nueva pandemia.

La impotencia de Jane -que claro siempre la expresa con sabiduría y dulzura- fue compartida por múltiples otros científicos alrededor del mundo. En los últimos tres de los ocho años de trabajo de los reportes por grupos, los científicos del IPCC tuvieron que emprender la desafiante tarea de realizarlo de forma online, con husos horarios totalmente distintos, con la concentración compartida de las tareas del hogar. Con eso mismo que nosotros vivimos, pero que en ellos tiene el condimento adicional de dar la ciencia climática más actualizada para que los tomadores de decisión actúen conforme ella. Cero presión.

El reporte del Grupo de Trabajo I que analizamos el año pasado, el del Grupo II sobre el cual seguimos profundizando y el del Grupo III que conoceremos en unas semanas tendrán a la pandemia como ese contexto adicional a la crisis climática en el cual se presentaron. Porque, más allá de las medidas más flexibles en las que nos encontramos, a dos años de su declaración, aún seguimos en pandemia, los contagios están subiendo en algunos países y la distribución de vacunas sigue siendo desigual. No lo olvidemos.

Bueno, mientras leíamos el reporte del Grupo de Trabajo II, se publicaba una interesante investigación sobre el origen del actual coronavirus. Porque, si bien para algunos es más cómodo y menos responsable en acción considerar que el virus salió de un laboratorio o que empezó con una sopa, lo cierto es que aún no se había podido determinar el origen de esta más reciente pandemia en la historia de la humanidad.

El trabajo publicado en Zenodo nos vuelve a ubicar en el mercado mayorista de mariscos de Huanan, en la ciudad china de Wuhan. Un mercado húmedo donde se ofrecían animales silvestres y domésticos para consumo. Algunos podían ya estar muertos, a otros se los mataba ahí, sea para consumir su carne o para vender alguna de sus partes con «fines curativos». Los animales de distintas especies estaban ahí, hacinados en jaulas, en condiciones de extremo deterioro. En un mercado así los autores de este trabajo ubican el epicentro de la enfermedad COVID-19. ¿Cómo llegaron a esta conclusión?

Localizaron geográficamente los primeros casos de la enfermedad. Lo mismo hicieron con las muestras ambientales a vendedores de animales vivos que habían dado positivas. La agrupación de ambas localizaciones marca al mercado de Huanan como el inicio de todo aquello que conocimos después. Otro trabajo publicado en el mismo sitio, expone que «es muy probable que la aparición del virus se debió a, al menos, dos eventos zoonóticos». Es decir, a dos saltos del virus de animales a humanos. Ello luego de analizar el patrón y el origen de la diversidad genómica del virus, algo sobre lo cual no nos detendremos aquí.

Los estudios -que cabe aclarar aún no fueron publicados en revistas científicas- aportan a la investigación sobre el origen del nuevo coronavirus describiendo que muy probablemente el virus ya se encontraba en diciembre de 2019 en mamíferos que se vendían en el mercado y sugiriendo que el virus saltó a los comerciantes o consumidores en dos ocasiones separadas.

Lo que nos importa es: nos pusimos de nuevo ante una enfermedad zoonótica, transmitida de animales a humanos. Aún no podemos saber cómo fue esa transmisión y quizás nunca lo sepamos porque el mercado se limpió por completo ante los primeros casos y eso no nos permite conocer, por ejemplo, qué animal actuó como huésped intermedio entre los murciélagos y los humanos. Y esto quizás les sirva a algunos como ese nunca 100% de la ciencia para argumentar en contra (hola Don´t Look Up).

Ese salto no es casual. Los virus habitan en la vida silvestre, a veces causándoles enfermedad a los animales, otras no. Tal es el caso de los coronavirus que sabemos, desde hace años, habitan en los murciélagos. Bueno, el tema es que nosotros -súper seres humanos- deforestamos, promovemos el avance de agricultura y ganadería intensiva, cambiamos el clima con un sistema a base de combustibles fósiles, comercializamos fauna silvestre… es decir, presionamos al máximo los ecosistemas, los estresamos y, en el camino, nos olvidamos de algo: somos mamíferos, y nos terminamos aproximando y exponiéndonos a los virus en un rol más, el próximo huésped de ellos.

El comercio de vida silvestre en las condiciones de hacinamiento del mercado de Huanan fue la forma en que nos expusimos a un virus que luego, con la ayuda de un mundo cada vez más en movimiento y globalizado, llevó rápidamente el virus de un punto del planeta al otro. Desde ya que la culpa no es de un mercado puntual, hay todo un comercio global detrás -de oferta y demanda- que sostiene la existencia de este tipo de mercados. Y sobre ese comercio hay que actuar para modificar la situación.

Terminar con el tráfico ilegal y comercio de vida silvestre es una de las múltiples acciones que se deben emprender si no queremos una próxima pandemia. Pues, si no cambiamos nuestra relación con la naturaleza, las pandemias surgirán con más frecuencia, se propagarán más rápidamente, harán más daño a la economía mundial y matarán a más personas que la COVID-19. Ésta había sido la principal conclusión a la que llegó un workshop de la plataforma IPBES, y que sirvió de fuente al más reciente reporte del IPCC porque, ups, parece que el cambio climático -que nosotros ocasionamos- también hace su aporte en la aparición de zoonosis. Pasemos a profundizar en esto.

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Ilustración: Mackay

El cambio climático está afectando el riesgo de enfermedades infecciosas emergentes al contribuir a los factores que ocasionan los movimientos de especies, incluidos los vectores y reservorios de enfermedades, en nuevas poblaciones humanas y viceversa». Esta es una de las conclusiones destacadas del más reciente reporte del IPCC sobre impactos, adaptación y vulnerabilidad en su apartado destinado a un análisis especial sobre el vínculo entre cambio climático y el nuevo coronavirus. Básicamente lo que nos recuerda es que el cambio climático es uno de los factores que contribuyen al surgimiento de enfermedades infecciosas emergentes. De allí que -fórmula no tan compleja- actuar ante el cambio climático es actuar también para evitar futuras pandemias.

A partir de lo que el reporte nos dice sobre este vínculo, elaboro aquí tres puntos en pos de cómo actuar de aquí en más, empezando… mmm… ya.

  • Modificar las actividades que favorecen el salto de virus de animales a humanos. El reporte indica que el contagio de algunas enfermedades de la vida silvestre a los humanos está asociado con mercados de animales vivos (como el de Huanan), ganadería intensiva y el movimiento de humanos y animales que, por cambios en el clima, buscan un nuevo lugar alterando la interacción con la vida silvestre. Todas actividades que nos acercan de la peor manera a la vida silvestre y nos exponen a los virus.

    Los mercados de animales vivos no se resuelven con una mera prohibición pues ello puede dar lugar a la continuidad de la actividad en la ilegalidad. Es necesario trabajar con los distintos actores involucrados para que encuentren su subsistencia en otra labor. Sabemos que existen modelos alternativos de ganadería -como la de pastizal- que pueden satisfacer la demanda productiva y contribuir en la acción climática, sólo es cuestión de cambiar el chip y de que los gobiernos den políticas de apoyo. Una mayor y mejor adaptación al cambio climático evitará que la movilización de las personas implique una mala interacción con otras especies.
  • Considerar políticas para los grupos más vulnerables. El cambio climático profundiza las vulnerabilidades ya existentes. El reporte precisa que la pandemia significó una afectación para la economía de muchos grupos sociales y ello los expuso de peor forma a los impactos del cambio climático que continuaban latentes. Piensen sino que entre marzo y septiembre de 2020, hubo 92 eventos climáticos extremos que coincidieron con la pandemia. Afectaron a aproximadamente 51,6 millones de personas. Además, 431,7 millones de personas estuvieron expuestas a los de calor y 2,3 millones de personas se vieron afectadas por incendios forestales. Todo ello en medio de medidas por la pandemia. Concluye el reporte: «La pandemia de COVID-19, en combinación con eventos extremos, afectó la preparación para desastres, la respuesta y las evacuaciones seguras, mientras que las normas de distanciamiento físico redujeron la capacidad de los refugios temporales».

    La pandemia fue un (mal) ejemplo de que nos tenemos que preparar más y mejor ante los impactos del cambio climático. Y que ello debe hacerse siempre contemplando y dirigiendo mejores acciones hacia los grupos más vulnerables porque son los que quedan más expuestos.
  • Actuar ante el cambio climático como actuamos ante la pandemia. El reporte hace un paralelismo interesante en cómo se considera la acción ante el cambio climático y cómo se actuó ante el pandemia. Indica incluso que algunos actores han retrasado las respuestas a la pandemia o negado su gravedad antes de responder en el momento oportuno. ¿Les suena algo similar con el cambio climático? El modo en cómo se terminó actuando ante la pandemia como una acción internacional -que claro tuvo sus inequidades y desigualdades- es el modo que deberíamos imitar (mejorándolo) ante el cambio climático. Mejorar la planificación de respuesta, los sistemas de detección, los mensajes de alerta y comunicación sobre los riesgos; integrar soluciones que busquen a la vez terminar con la degradación de los ecosistemas y las vulnerabilidades estructurales en las sociedades; y darle lugar al conocimiento científico como base para la toma de decisiones son algunas de las enseñanzas que una crisis como la de la pandemia le puede dejar a la acción ante la crisis climática.

    Ah! Y put the money on the table, porque se ve que no es que el dinero no está sino que elegimos cuándo movilizarlo ante determinadas crisis y para otras no.

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Hablando del IPCC y la necesidad de actuar ante el cambio climático para evitar futuras pandemias, ¿qué podemos esperar de su próximo reporte? Todavía no hemos terminado de profundizar en las 3.675 páginas del reporte sobre impactos, adaptación y vulnerabilidad, que ya se nos viene el turno del Grupo de Trabajo III. El próximo lunes 21 inicia la sesión de aprobación de la tercera y última contribución al Sexto Informe de Evaluación del IPCC. Su tema es crucial: mitigación del cambio climático, es decir, reducir emisiones para limitar el calentamiento por debajo del 1,5°C.

Ayer participé de un briefing con el científico británico Jim Skea, co-chair del Grupo de Trabajo III, para conocer, sin mayores detalles hasta su aprobación, lo que podemos esperar de este reporte. Les comparto lo más destacado.

  • Los temas tradicionales. Este informe se ocupa de evaluar los progresos realizados en limitar las emisiones globales y revisará las opciones de mitigación disponibles en todos los sectores y sistemas. Mi insistente interés estará puesto aquí en cuál es el lenguaje elegido para referirse a la urgencia de salir de los combustibles fósiles. Otro tema no menor que aparecerá en el reporte es el financiamiento necesario para las políticas de mitigación, crucial para los países en desarrollo y punto de disputa ante el incumplimiento de compromiso de los países desarrollados. Habrá lugar para el análisis sobre la geoingeniería (uso de la tecnología para manipular el clima), pero se anticipó que esto no implicará un capítulo aparte sobre captura de carbono y almacenamiento.
  • Los nuevos temas de esta edición. Serán varios y de suma relevancia. Uno de ellos será las relaciones entre desarrollo y mitigación, no sólo referido a los países desarrollados sino también a cómo se están desarrollando los otros grupos de países. Otro de los nuevos aspectos será que el reporte pondrá especial énfasis en el período 2030-2050, conocido también como el período en que debiéramos ir a neutralidad en carbono. Habrá, además, un nuevo capítulo sobre las oportunidades y los desafíos de los distintos tipos de tecnología e innovación para la mitigación (clave en materia de transferencia, ya que los países en desarrollo también necesitan esas herramientas para no quedarse atrás en la acción climática) y otro nuevo capítulo sobre aspectos sociales de la mitigación, es decir, con el foco puesto en la generación de emisiones desde la demanda, desde el consumo.
  • El recordatorio nuestro de cada día y algunas observaciones adicionales. «Al menos que actuemos inmediatamente, no lograremos limitar el calentamiento en 1,5°C», sentenció Skea con una frase que venimos escuchando a diario, todos, pero parece que no así los tomadores de decisión. Sobre ello hubo una confusión repetida en las preguntas de los colegas hablando de que si en uno de los próximos años alcanzamos un aumento de 1,5°C ya es «el fin». La científica argentina Carolina Vera aclara la cuestión: «Que en cierto año el cambio de la temperatura global supere 1,5°C no implica que se haya alcanzado ese nivel de calentamiento global. A corto plazo es posible que en un año se supere 1,5°C por la variabilidad natural. El calentamiento global lo calculamos con promedios móviles de 20 años».

    Es decir, si en 2025 la temperatura anual supera 1,5°C no significa que estamos hablando del límite de calentamiento del Acuerdo de París, no significa que se vienen los impactos dramáticos inmediatamente. Obvio que es un indicador de la urgente y ambiciosa acción que se requiere, pero el límite de calentamiento hace referencia a una duración en un período de tiempo prolongado. Cuidado con los mensajes apocalípticos que generan más inacción que acción.

Y recuerden que mientras reducimos emisiones, también hay que proteger. Ambas a la vez…

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Foto: Emilio White | Gentileza Aves Argentinas

En la búsqueda de la conservación, una campaña que va por el 30×30Proteger al menos el 30% de la superficie terrestre y oceánica del planeta para 2030. Éste es el objetivo de la Coalición de Alta Ambición por la Naturaleza y las Personas, iniciativa impulsada por Costa Rica, y a la que ya se han sumado 85 países, que busca que a fines de esta década tengamos un 30% de áreas protegidas en el mundo. Bueno, la noticia estos días es que organizaciones ambientales -como Aves Argentinas, Eco House y Greenpeace, entre otras- piden al gobierno argentino que se sume a la iniciativa para asumir ese compromiso (y hacerlo cumplir, claro).

El 30×30 tiene un sustento en la base científica. El más reciente reporte del IPCC nos dice que es fundamental garantizar la conservación efectiva y equitativa de entre el 30 y 50% de las áreas terrestres, de agua dulce y oceánicas para poder mantener no sólo la capacidad de resiliencia de la biodiversidad ante el cambio climático sino también los servicios de los ecosistemas de los cuales dependemos. Al momento, aproximadamente sólo un 15% de la superficie terrestre y un 8% de los océanos está bajo protección en el mundo.

En Argentina, las áreas protegidas representan un 15% del territorio nacional continental y un 7% de la plataforma submarina. La campaña local ConservAR 30×30 está juntando firmas para que el gobierno adhiera al objetivo global. Pueden conocer más -y sumarse- aquí.

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Gabinete del nuevo gobierno de Chile | Foto: AFP

En agenda: Chile nos sigue manteniendo en una linda expectativa. A sólo una semana de la asunción de Gabriel Boric y su gabinete y luego de que la Convención Constituyente aprobara -textualmente- que «la naturaleza tiene derechos», hoy Chile inicia el proceso para adherir al Acuerdo de Escazú. Esto es un gran paso para la región de América Latina y el Caribe porque el acuerdo -que busca garantizar el acceso a la información, la participación ciudadana y el acceso a la justicia en asuntos ambientales- necesita de todos los países de la región para dar sus garantías a todos sus habitantes. Es un gran paso diferencial respecto del gobierno anterior que se negaba rotundamente a firmarlo. Y es un paso políticamente estratégico porque en un mes Chile será la sede -porque allí se ubica la CEPAL- de la COP1 del Acuerdo de Escazú que busca empezar a trabajar en su correcta implementación.

Cabe aclarar que hoy el gobierno chileno firma el proyecto de ley de ratificación del Acuerdo de Escazú y lo presentará al Congreso para su aprobación, donde seguramente tenga oponentes… Por lo que queda aún camino por recorrer para su puesta en práctica en un nuevo país de la región.

Un joven chimpancé llamado Flint le extiende la mano a la etóloga Jane Goodall. Flint fue el primer bebé nacido en Gombe después de la llegada de Jane | Foto: Hugo Van Lawick, Net Teo Image Collection

Empezamos la edición con una frase de Jane Goodall y me gustaría cerrar la edición con la continuidad de esa frase porque sé que muchas veces PLANETA o, más bien, los temas que aquí nos toca analizar generan angustia, impotencia, enojo. Y lo que más importa es que sean una invitación a la acción.

«Tenemos intelecto, pero en realidad no somos tan inteligentes. Hemos perdido la sabiduría. Tomamos decisiones basándonos en: `¿Cómo me ayuda esto a mí, a mi familia, ahora, en la próxima reunión de accionistas, en mi siguiente campaña política?´ Y no pensamos en cómo nuestras decisiones afectarán a las generaciones futuras. Me parece que hay una desconexión entre este cerebro tan listo, y el amor y la compasión, el corazón humano. Y estoy convencida de que solo podemos alcanzar nuestro potencial humano cuando la cabeza y el corazón están en armonía».

Hasta la próxima semana!

Tais


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