Apenas tienen dos meses y la vida de dos crías de mono araña (Ateles chamek) es incierta. El pasado 30 de junio, ambas hembras fueron rescatadas de un grupo de 24 simios —21 monos araña y tres aulladores— que habían sido cazados y cocinados para, presumiblemente, vender su carne. Sus aullidos las habrían salvado, pero ahora no se sabe si sobrevivirán, debido a que tienen quemaduras en todo el cuerpo. De hacerlo, es posible que estén destinadas a vivir en cautiverio o, si corren mejor suerte, puedan integrarse a algún grupo de monos de su especie.
Ana Lucía Encinas, de la Comunidad Inti Wara Yasi (CIWY), contó a La Región que el pasado domingo 30 de junio, una llamada alertó sobre el tráfico de carne mono en la terminal de Ixiamas, al norte de La Paz. Por notas de prensa se conoció que la misma estaba procesada o cocinada a leña, y guardaparques del Parque Nacional Madidi intervinieron antes que esta sea trasladada a Rurrenabaque, Beni, donde sería su destino final, para la venta. Sin embargo, grande fue la sorpresa al encontrar a dos monitas con serias quemaduras, las cuales fueron entregadas al santuario Jacj Juisi de CIWY, ubicado en el municipio paceño de San Buenaventura.
“Creemos que eran de dos grupos distintos, ya que estos monos se mueven en grupos de entre 12 a 15 individuos”, explica Encinas. Tras las primeras revisiones veterinarias, se determinó tenerlas en observación constante, ya que requieren una alimentación cada dos horas. Asimismo, una de ellas tuvo que ser intervenida quirúrgicamente, porque el tejido de su piel estaba muy necrosado. “Creemos que al lanzar los cuerpos de las mamás (al fuego), las monitas estaban prendidas y (los cazadores) no se dieron cuenta”, continúa.
Destino incierto
Por el momento las monitas se encuentran estables, pero requieren suplementos especiales para construir su sistema inmune. Cada uno de estos ejemplares, además, requiere leche de fórmula. Actualmente CIWY tiene nueve crías de mono: cinco aulladores y cuatro monos araña, todo procedentes de tráfico de fauna silvestre.
En Jacj Juisi existe un espacio para que estos simios vivan en semilibertad, ello significa que pueden ir y venir cuando lo deseen; sin embargo, muchos de ellos deben vivir en cautiverio los 30 años que sobrevive un mono, ya que no siempre aprenden a desenvolverse en la selva. “En el caso de estas monitas, tendrán la oportunidad de no quedarse en cautiverio si las aceptan en algún grupo (de la especie), pero en muchos casos no es posible”, lamenta Ana Lucía.
En el tema legal, se conoce por reportes de prensa local que el fiscal asignado al caso, Santos Chui, dejó en libertad a los presuntos responsables, ya que se trataba de miembros de una comunidad del pueblo indígena Tsiman’e. Si bien tales personas cazan animales de monte para consumo propio, por la cantidad de ejemplares encontrados se presume que el destino final era la comercialización y tal actividad está penada, según establece el artículo 111 de la Ley 1333.
“Es la primera vez que recibimos animales de un caso tan grande, sin embargo, la cacería es constante en la zona. En este caso han sido descubiertos, pero usualmente se concreta la venta”, finaliza Encinas.
El Mono Araña (Ateles chamek) es uno de los monos más grandes de Bolivia, habita bosques húmedos subandinos y tierras bajas amazónicas y chiquitanas, refiere la página oficial “Ciencia CON ciencia”, de educación ambiental.