Calidris subruficollis
La Calidris subruficollis es una especie “casi amenazada” recorre más de quince mil kilómetros en su afán de llegar al sur del hemisferio en verano. Foto: Teodoro Camacho/Asociación Armonía

Imagina un inmenso campo de golf, con el pasto recortado. Imagina también ríos o riachuelos cerca y, muy lejos, árboles. Ese es el paisaje que busca un ave que pese a su tamaño pequeño recorre más de quince mil kilómetros, entre Canadá o Estados Unidos, y Argentina, Uruguay, y el sur de Brasil, pasando por los Llanos de Moxos (Beni), en Bolivia.

Se trata de Calidris subruficollis o playero acanelado, una de las 21 especies de aves playeras migratorias registradas en Bolivia, que se detienen unos días para alimentarse, antes de retomar vuelo hasta su destino final, en el hemisferio sur. Lo hacen únicamente a la ida ya que, a su retorno, las pampas benianas están completamente inundadas, así que buscan otra ruta.

“Las aves playeras migratorias, anidan en el norte (Canadá y Estados Unidos), entre abril y junio. A partir de agosto a octubre, migran hacia el sur, y llegan a Argentina, Uruguay y el sur de Brasil, en verano”, dice Tjalle Boorsma, director de programas de Conservación de la Asociación Civil Armonía.

Cada año, el segundo sábado de mayo, se conmemora el Día Mundial de las Aves Migratorias, para revalorizar su existencia en el planeta, ya que pueden evitar la propagación de plagas.

“Sabemos que estas aves se juntan en grupos de miles de individuos. En invierno hay grupos gigantes, entonces puedo entender que tienen cierto control de plagas. También hay otras que se juntan por playas del Pacífico y Atlántico, ahí se juntan con miles y millones de individuos más, por lo que están controlando mosquitos u otros tipo de bichitos que pueden ser una plaga”, explica Boorsma.

Una especie “casi amenazada”

Playerito acanelado (Calidris subruficollis) al borde del río en la Reserva Natural de Barba Azul.   Foto: Daniel Alarcón/Asociación Armonía
Playerito acanelado (Calidris subruficollis) al borde del río en la Reserva Natural de Barba Azul. Foto: Daniel Alarcón/Asociación Armonía

Si hablamos de playero acanelado, una especie casi amenazada, se alimenta de gusanos que están en el pasto, también de pequeñas mariposas “y bichitos que casi ni se pueden ver”, explica Boorsma.

Esto se pudo observar en el interior de la Reserva Natural Barba Azul, una propiedad privada de 11 mil hectáreas, creada por Armonía para la conservación de la Paraba del mismo nombre, la cual está “en peligro crítico de extinción”, y únicamente se encuentra en los Llanos de Moxos, Bolivia.

“Estimamos que la mayor parte de la población (del playero acanelado), usa sitios de los Llanos de Moxos antes de continuar su vuelo hasta Argentina, Uruguay y el sur de Brasil. Lo hace desde finales de agosto hasta inicios de octubre, y usa la reserva para alimentarse por unos días antes de continuar su recorrido”.

Por ello, desde 2014, Armonía monitorea el paso de estas aves migratorias en septiembre y eso le valió que el predio donde está Barba Azul sea declarado Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras (Rhrap).

Pero además, se detectó un detalle de interés para la ciencia, ya que se observó que estas aves pequeñas se alimentan en sitios donde el pasto no supera los seis centímetros, lo que significa que prefiere aquellos lugares donde hay presencia de ganado. En el caso de dicha Reserva, debe cumplir con la función social que establece la norma boliviana, por lo que actualmente allí se practica ganadería sostenible.

“En (la Reserva) Barba Azul tenemos muchos bajíos, y ahora estamos manteniendo pasto corto con ganado, porque queremos mostrar sistemas de manejo amigable con el medio ambiente, con las aves, y uno de ellos consiste en mantener pastos cortos durante la migración”, asegura el experto.

Serias amenazas

A nivel global, lo que se sabe actualmente es que las poblaciones de aves migratorias “están disminuyendo de forma brutal”. Entre otras causas, porque no solo su sitio de anidamiento está siendo amenazado, sino que las especies son vulnerables en todo su recorrido.

“En los Llanos de Moxos tenemos un Plan de Uso de Suelo (PLUS), aprobado en 2019, que quiere convertir pastilzales a soya y arroz, y eso obviamente va a ser otra amenaza para las aves playeras. En el sitio final, también puede tener riesgos, lo mismo durante su tiempo de descanso. Por esta razón, estas especies son vulnerables frente al cambio climático y la destrucción de su hábitat”.

Aunque las aves playeras son las que más se mencionan al hablar de especies migratorias, existen otras especies que también recorren distancias a nivel Latinoamérica, de las cuales no se tiene mucha información. Lo mismo sucede con la migración local a nivel Bolivia, de tierras bajas a tierras altas, por ejemplo.

Lo cierto es que para la ciencia, todo ser vivo cumple un rol en el ecosistema. Lo más doloroso es conocer esa función cuando una especie ya no está más en la naturaleza. “Por ejemplo, cuando ya no había más lobo en Europa o Estados Unidos, nos dimos cuenta que creció la población de ciervos y se convirtieron en una plaga, porque sacaste a una especie y recién años más tarde se supo qué función cumplía”.