En enero de 2016 comunarios de la localidad Komer Kocha, Cochabamba, golpearon a un oso Jucumari hasta casi matarlo. El animal fue enviado al Refugio de Vida Silvestre Senda Verde, en donde poco a poco lo han ayudado a rehabilitarse.


Texto y Fotos por Verónica Avendaño / RAI

“!Che Ajayu, soy yo!”, avisa Vicky para hacer notar su presencia en el territorio del oso Ajayu en Senda Verde, su actual refugio en la región de los Yungas, del departamento de La Paz.

Son las 9 de la mañana y Ajayu está listo para su desayuno: Cereal con bastante proteína, huevos, y varias frutas que son parte de su dieta diaria. Estos suministros no son nada extraordinarios para cualquier oso Jucumari, pero para Ajayu es un progreso fundamental el poder comer alimentos sólidos, tal como lo plantea Vicky Ossio, directora del Refugio de Animales Silvestres Senda Verde.

Vicky dando de comer a Ajayu.
Vicky dando de comer a Ajayu.

La  historia de Ajayu hace cuestionarnos si el ser humano puede llegar a ser más bestial que los mismos animales. Este oso Jucumari fue atacado en enero de este año por comunarios de la localidad cochabambina Komer Kocha, quienes lo apalearon, apedrearon y maniataron hasta dejarlo moribundo, justificando este accionar acusando al oso de haber intentado atacar a un niño. Tras este ataque Ajayu tuvo varias fracturas en los huesos de la cara, perdió su ojo izquierdo y había la posibilidad de que perdiera el derecho.

Cuando lo rescataron y se propagó su historia, el osito tocó lo más profundo del corazón de cada persona que no dudó en donar alimentos, vitaminas y dinero para su recuperación. Inclusive diferentes veterinarios, oftalmólogos de humanos y cirujanos le han apoyado con su trabajo médico sin costo alguno.

Tras el ataque Ajayu tuvo varias fracturas en los huesos de la cara, perdió su ojo izquierdo y había la posibilidad de que perdiera el derecho.
Tras el ataque Ajayu tuvo varias fracturas en los huesos de la cara, perdió su ojo izquierdo y había la posibilidad de que perdiera el derecho.

Posteriormente, fue trasladado al zoológico de La Paz para que le realizaran una cirugía ocular. Desde un principio se tenía un mal pronóstico para la operación del ojo derecho, sin embargo, debía hacerse todo lo posible para mejorar la calidad de vida del oso. “Logró ver unos días, se le sacó la catarata del ojo y mucho líquido, pero más o menos al quinto día se le volvió a nublar la vista”, cuenta Vicky la protectora particular de Ajayu.

Los días posteriores a la cirugía Ajayu mostraba otra dificultad, no comía, lo que llevó a notar que su dentadura le presentaba dolor. Tenía los colmillos y maxilares fracturados.

Ajayu llegó al Refugio Senda Verde el 15 de marzo de 2016 pesando apenas 25 kilos, aún por varios días seguía sin comer, fue entonces cuando se planteó, como último recurso, alimentarlo por sonda y así comenzar un tratamiento con analgésicos fuertes para calmar su dolor. Pero, “al día siguiente comenzó a comer”, comenta  Vicky con una sonrisa en su rostro.

ver_4370El refugio de Ajayu está ubicado en un lugar alejado de los demás animales y los huéspedes de Senda Verde, es un espacio privado y tranquilo donde sólo se percibe el sonido de las aves y del río Cedro Mayo, cuenta con 150 m2 dentro los predios de Senda Verde. Vicky asegura que ese espacio será incrementado según las necesidades del osito a futuro.

Ahora Ajayu subió de peso y creció en tamaño, en 4 patas mide 80cm. y su peso es aproximadamente de 80 kilos; muestra mejora cada día, pero el trauma que vivió 10 meses atrás hace que se estrese cada vez que siente personas a su alrededor, al estar ciego es aún más vulnerable y desconfiado.  Vicky es su voz de confianza, la que lo alimenta y la única que tiene acceso a él. “Hemos trabajado mucho en construir confianza, pero siempre debemos aclarar que los osos jucumaris tiene una fuerza incalculable y por lo tanto es muy peligroso acercarse a uno. No son mascotas”, aclara Vicky para que su acercamiento con Ajayu no cree ideas erróneas en la gente.

Senda Verde alberga a otros dos osos jucumaris rescatados, Aruma de 9 años fue rescatado a los dos meses de vida cuando trataban de venderlo ilegalmente en el municipio de Quime, provincia Inquisivi del departamento de La Paz. Tipnis es la otra osa rescatada de Chuquisaca, la tenían amarrada con una cadena, tenía 6 meses. En la región de Los Yungas existen varios avistamientos de osos, aunque no se tiene una cifra exacta de su población, sin duda se entiende que esta eco región forma parte de su territorio y hogar..

Aruma y Vicky.
Aruma y Vicky.

Los osos Jucumari (Tremarctos ornatus) son también conocidos como “osos andinos” y “osos de anteojos”, debido a las manchas blanquecinas que se extienden alrededor de sus ojos. Son animales solitarios y omnívoros pero su alimentación es predominantemente vegetariana. Son oriundos de valles interandinos a lo largo de la Cordillera de Los Andes, se mueven en grandes distancias desde los 400 msnm hasta 4200 msnm; no solo están presentes en Bolivia sino también en países como Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela. En vida silvestre alcanzan los 20 años de vida, pueden llegar a pesar 140 kilos y medir 1,90 m de alto (erguidos en dos patas) siendo el macho más grande que la hembra. Es una especie que se encuentra al borde de la extinción sobre todo por la destrucción e invasión del humano en su hábitat natural; también se los captura o mata por considerarlos un peligro o con fines comerciales.

La CITES (Convención sobre el comercio internacional de especies amenazadas de fauna y flora silvestre) lo tiene catalogado dentro del apéndice CITES I (la mayor categoría de amenaza). “Bolivia no tiene un plan de protección del oso andino, que si se tiene en otros países” reclama Vicky. Por ello, la protección del territorio del oso no solo significa proteger al oso en sí, además también se protegerían muchas especies de flora y fauna.

La osa Tipnis.
La osa Tipnis.

El año 1992 se promulgó la Ley 1333 del Medio Ambiente, en su artículo 52 se reconoce a los animales silvestres como Patrimonio del Estado, en particular a las especies en peligro de extinción; esta ley solo protege a los animales en caso de Tráfico bajo el enunciado de “Destrucción de Patrimonio de la Nación”, donde la pena es de 2 años de cárcel.  Por su parte, el Decreto de Veda General Indefinida N° 22641, que rige desde el 1990, declara la “veda general indefinida” para el acoso, la captura, el acopio y acondicionamiento de animales silvestres. Así mismo el año 2015 se promulgó la Ley 700 para la defensa de los animales contra actos de crueldad y maltrato, sin embargo, es una ley que solo previene y sanciona los actos de violencia, maltrato y crueldad contra los animales domésticos, excluyendo a los animales silvestres.

“En el caso particular del Ajayu que ha sido ferozmente golpeado por los comunarios de Cochabamba, ellos no van a poder ser sancionados por crueldad animal, lo hubiéramos podido hacer si la ley 700 no excluyera la vida silvestre. La crueldad que le hicieron a Ajayu no va a ser sancionada”, explica Susana Carpio, Fundadora y activista de Animales SOS. “Fuera de la ley 1333 y algunas ordenanzas, no existe otra ley a favor de la vida silvestre” acota Carpio.

ver_4354Actualmente hay una propuesta de Ley de Biodiversidad que se encuentra pendiente y que aún no ha sido consensuada ni aprobada en la Cámara de Diputados. La pregunta es si una nueva ley o cambios en las leyes ya establecidas como aumentar la penalidad de cárcel, es la solución para que el maltrato y tráfico de animales silvestres cese. Las leyes sancionan pero no cambian el patrón cultural, tanto para Vicky como Susana la educación en la población es fundamental, inclusive la difusión de una ley para conocimiento de todos es escasa. “La educación tiene que ser política pública del Gobierno que habla tanto de la Pachamama, pero la pisotea cuando le da la gana” menciona Susana.

Dentro de poco tiempo se volverá a evaluar el estado de salud de Ajayu, se planea llevar a varios especialistas en ecografía y rayos x. El reinsertar un animal silvestre rescatado a su hábitat natural es un gran sueño pero difícil de lograr y ecológicamente riesgoso, ya que una vez en cautiverio existe un alto riesgo de contraer enfermedades que luego pueden propagarse a poblaciones silvestres, una vez reinsertado. En el caso de Ajayu la reinserción es imposible por la discapacidad que tiene en sus ojos

A pesar de que no se autorizan visitas a Ajayu, se permitió al periódico La Región fotografiarlo para publicar la mejora de este oso de 4 años.

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Me acerco poco a poco para documentar con mi cámara su avance, de pronto su rostro gira hacia mí, él no me puede ver, está ciego, pero definitivamente me siente. Verlo devorar su cereal y caminar tranquilo en su refugio me alegra el alma.

Gracias Ajayu por dejarme verte, le digo mentalmente mientras me alejo con cautela y respeto como si se tratara de una casa ajena, y es que esta es su casa y yo soy la intrusa.


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