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La Región

Un censo presentado en abril pasado reportó 170 ejemplares de paraba frente roja (Ara rubrogenys) en el Parque Nacional Torotoro (PNTT), Potosí. En julio de 2019 se registró 175 individuos, y en febrero del mismo año, 119. La reciente cifra refleja una tendencia positiva para una especie que solo habita en Bolivia y que está en riesgo crítico de extinción, según el “Libro rojo de vertebrados”.

“El dato no quiere decir que la población haya aumentado en 51 individuos, porque hay una metodología comparativa a seguir. Pero sí se puede decir que la tendencia es positiva y da para pensar que el trabajo del Parque Nacional es efectivo para la recuperación poblacional de esta especie críticamente amenazada”, dice José Antonio Díaz, director ejecutivo de la Fundación Conservación Loros Bolivia (CLB).

El registro se realizó en marzo, pese a la cuarentena que cumple Bolivia por la pandemia de Covid19. Los guardaparques de la reserva cumplieron con la labor, aunque de no haber sido por el confinamiento, el apoyo externo en cuanto a materiales y otros insumos hubiera sido mayor.

El esfuerzo se suma a otras medidas con las que trabaja el PNTT para conservar a una especie que únicamente habita en Bolivia, y cuya cifra en estado silvestre apenas alcanza a los 700 individuos, según datos de la propia reserva.

La situación sanitaria también frenó proyectos de turismo comunitario, que se espera retomar en cuanto sea posible. Este rubro es fundamental para involucrar a las comunidades en la preservación, porque para muchos habitantes de la zona, la paraba frente roja representa una “plaga”, que se come sus cultivos, pero al involucrarse en su cuidado, tienen alternativas económicas.

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La labor dentro del área

Cinco guardaparques cumplen la misión de patrullaje, monitoreo y custodia del área. Foto: CLB

Ocho personas –el director interino, administrador, jefe de protección a. i. y cinco guardaparques- se encargan de la custodia de una de las reservas naturales más ricas en biodiversidad, sitios arqueológicos, paleontológicos y espeleológicos de Bolivia. El Parque Nacional Torotoro, ubicado en la provincia Charcas, al norte de Potosí, tiene una superficie de 16.500 hectáreas. El año pasado, el Instituto de Turismo Responsable (ITR), dependiente de la Unesco, le otorgó la certificación Biosphere, que verifica que es un destino sostenible a nivel económico, medioambiental y cultural.

Durante esta cuarentena, se incrementó el patrullaje en zonas vulnerables, como el hábitat de la paraba frente roja, el control en zonas de tala de árboles y los sitios arqueológicos, entre otros, porque los depredadores siguen al acecho. Lo que sí, se ha visto a las parabas moverse con mayor libertad, ya que no hay transporte motorizado que las moleste, dice Félix Mamani Canaza, director interino del área.

Por ello el Parque necesita fortalecer alianzas con organizaciones que trabajan con la preservación de las aves. Es el caso de la Asociación Civil Armonía y la Fundación Conservación Loros de Bolivia (CLB).

Con la primera instancia se trabajó en la implementación de letreros informativos antitráfico, para concienciar y sensibilizar a los actores locales en preservación de la especie.

Con la Fundación CLB se busca fortalecer las capacidades dentro del PNTT, en cuanto a monitoreo de la especie, implementación de acciones en educación ambiental con los comunarios y fortalecimiento organizacional. “Creemos que es bastante importante el apoyo de esta Fundación, porque se tienen puntos de trabajo específicos hacia la conservación”, asegura.

Un trabajo conjunto

En estos farallones anidan las parabas. Pese a lo dificultoso de acceder, los predadores de nidos, se dan modos. Foto: CLB

Calahuata es una comunidad de cien familias, que vive de la producción de papayas, limones, guayabas, maní, maíz y algo de papa. En época de sequía, bandadas de paraba frente roja suele alimentarse de estos sembradíos, por lo que para muchos habitantes del lugar son “una plaga”.

Sin embargo, en los últimos años la gente se involucró en los proyectos de conservación y ahora ve en el turismo comunitario una oportunidad para generar recursos, y cuidar a la especie.

“Lo conocemos como Qaqa Loro, porque vive en cañones. Muchos compañeros piensan que este loro es un plaga total, pero también viendo el turismo en Torotoro podríamos tener turismo, porque a la gente le gusta ver el campo y los loros”, dice Isidoro Medina.

Ese cambio hacia la conservación es uno de los objetivos de los trabajadores del Parque Nacional, ya que así no solo se preserva un patrimonio natural de Bolivia, sino que se da una alternativa para que los lugareños tengan otros ingresos.

Fotorreportaje: Lo que debes saber de la paraba frente roja

 

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