El tesoro verde de Santiago de Chiquitos

Especial ConservArte 2018


A 640 kilómetros de Santa Cruz de la Sierra, un festival reúne a artistas plásticos y músicos de gran nivel para promover el cuidado de uno de los bosques secos tropicales mejor conservados del mundo. Solo en este territorio hay 12 ríos que dotan al municipio de Roboré de agua pura y sabor dulce.


Por Rocío Lloret / Fotos: Edmond Sánchez y Rocío Lloret

Desde abajo, las ramas de inmensos árboles se entrecruzan formando una sombrilla natural. Desde abajo, el trinar de las aves se escucha cerca, como si solo ellas existieran en medio de la nada. Desde abajo, los miradores del Valle de Tucabaca no se alcanzan a distinguir, pero cuentan que llegar a la cima es como arribar a la antesala del cielo.
El sendero es angosto, lleno de hojas amarillas esparcidas a los costados. A medida que se empieza a avanzar, la ruta se torna cada vez más empinada y serpenteante. Es época de lluvia. El olor a hierba mojada es intenso. Los poros de la piel se abren casi de inmediato, y mosquitos y avispas detectan a los caminantes. En el suelo, mezcla de arena y piedras, sapitos inmóviles esperan camuflados junto a las rocas que pase el peligro. Más adelante, hormigas negras de gran tamaño –las tucanguiras– caminan solitarias, seguras de que nadie osará pisarlas porque, advierten los lugareños, la picadura causa un dolor insoportable.

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Vista del Valle de Tucabaca. Foto: Rocío Lloret

El primer mirador está a media hora de la gruta de la Virgen, la cual se ubica a dos kilómetros de Santiago de Chiquitos. Desde esta altura ya se observa un bosque tupido que se asemeja a un sinfín de cabezas de brócoli gigantes, pero en realidad son árboles de hasta 30 metros de alto, que albergan a cientos de especies de mamíferos, reptiles y anfibios, así como peces y más de 300 especies de aves de tres ecorregiones o áreas geográficas distintas. Ello sin contar las 1.500 especies de plantas propias. Se trata de un territorio extenso, que desde el año 2000 es un área protegida para conservar las serranías de Santiago de Chiquitos y Chochís, en el municipio de Roboré. Son 262.305 hectáreas consideradas una de las porciones de bosque seco tropical mejor conservadas del mundo.
Desde esta pequeña cima, unas formaciones rocosas parecidas a monolitos, custodian la marea verde. Basta recorrer otros 20 minutos más a pie, en un tramo ya no tan empinado, para llegar al mirador más grande, aquel que inspiró a crear el eslogan de antesala al cielo, quizá porque desde lo alto solo resta dejar que el viento te golpee suavemente, sentarse y admirar el paraíso.
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Santiago de Chiquitos está a 640 kilómetros de Santa Cruz de la Sierra y a 22 de Roboré, en la zona oriental de Bolivia. Desde hace cuatro años, a finales de enero, el biólogo Steffen Reichle y el artista plástico Leoni Manrique, conocido en el medio como Leoni, instituyeron un festival denominado ConservArte, que busca –entre otras cosas– promover el cuidado del medioambiente e incentivar la defensa de los recursos naturales.
Durante cuatro días, artistas nacionales e internacionales ponen en escena espectáculos de música, canto, baile, teatro y la posibilidad de ver a aquellos que trabajan con las manos realizar sus obras al aire libre. Todo ello alternado con paseos a sitios turísticos aledaños a esta población, fundada hace 263 años. La idea es que el visitante no solo disfrute de un descanso reparador, sino que se involucre con la causa ambiental.

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Foto: Rocío Lloret

Becker Parva, uno de los cuatro guardaparques que custodia el extenso territorio, explica que la reserva es uno de los lugares más vulnerables a sufrir daños, precisamente por su riqueza natural y los recursos no renovables. La minería, la caza furtiva, el contrabando de madera y una lista larga de amenazas deben ser frenadas constantemente para que los habitantes de Roboré continúen disfrutando de una buena dotación de agua, ya que en municipios vecinos como San José de Chiquitos y El Carmen Rivero Tórrez, se sufre mucho por la falta del líquido.
No hace mucho, hubo amenazas de entregar concesiones mineras para explotar hierro, manganeso y otros minerales. Sin embargo, las propias comunidades que están en la zona montañosa, paralela a la carretera Bioceánica, rechazaron a los incursores, conscientes de que si bien llegaría asfalto, luz y otras promesas que les hicieron, la contaminación del agua, sería la factura alta que tendrían que pagar. Así, cuidar los nacientes y los 12 ríos que atraviesan el municipio se ha convertido en una misión de todos quienes ocupan esta zona.
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Este año, el ConservArte se realizó del 25 al 28 de enero. Durante cuatro jornadas el arte se apoderó de Santiago, una población tranquila que, según los vecinos, atrae especialmente por su clima, que si bien es tropical, refresca en las noches y permite tener descansos placenteros. “Una vez vino el gobernador (Rubén Costas) y pidió descansar aquí”, cuenta una mujer.
Para los artistas plásticos, que llegan desde distintos puntos de Bolivia y de fuera del país, también es una experiencia revitalizadora. Cada uno se traza el reto de iniciar una obra el primer día y entregarla el último, como un homenaje al festival. Todos lo logran a cabalidad, con una entrega única.

Gonzalo Condarco es de Coro Coro (La Paz) y dice que crecer en medio de la naturaleza lo impulsó a ser tallador en piedra. La mujer es la inspiración de su obra y para este Conservarte hizo una silueta robusta. Foto:Edmond Sánchez

Por las noches, la música le pone la alegría a las jornadas, con espectáculos que van desde lo tradicional a lo más docto. En esta ocasión, escuchar la voz de la soprano estadounidense Jodi Penner, acompañada de Irina y Julia Ogurtsonva (Ucrania), en el violoncello y el piano; y el violinista checo Jiri Sommer, fue algo que solo se ve en grandes ciudades. Los alumnos de la escuela de música de Santiago de Chiquitos se pusieron a tono con la gala y, acompañados del maestro solista de Urubichá, Simón Aguape, apoyaron un concierto de melodías clásicas de ensueño.
En la feria, que se arma en la plaza principal, también se puede ver los trabajos de artesanos. Ninostka Burgoa, por ejemplo, llegó de La Paz con réplicas exactas de murciélagos, hechas con distintos materiales. De profesión bióloga, ella busca concienciar a la gente sobre la importancia de este mamífero para el ecosistema. Sin embargo, también hace aros o aretes con formas de aves y plantas que únicamente se encuentran en territorio boliviano.

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Los jóvenes músicos del pueblos muestran su talento durante el ConservArte. Foto: Edmond Sánchez

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Superar cada ConservArte respecto al anterior es un reto que empieza a gestarse con meses de anticipación. Para 2019 el festival será del 24 al 27 de enero y para entonces Steffen Reichle espera contar con pequeños equipos que le ayuden a organizar la logística, que es lo más complicado.
Ya en temas de fondo, el objetivo es mantener el nivel de los artistas y promocionar el evento durante el año, para recordarle a la gente que a fines de enero tiene una cita en Santiago de Chiquitos. Esto último vale la pena agendarlo, porque más allá de la actividad cultural, están los paseos por los alrededores y la oportunidad de ver de cerca un espacio que los lugareños esperan sea un ejemplo para las nuevas generaciones.

Yedrin Acuña Salinas es cruceño y como tallador de madera ya ha ganado muchos premios. Estudia en la UAGRM y ya ha hecho exposiciones. Esta vez se lució con el busto de una mujer embarazada. Foto: Edmond Sánchez
Edirene Díez tiene una voz aguda, muy dulce. Las chobenas, carnavalitos y taquiraris que interpreta evocan épocas de oro del acervo cruceño. Su otro talento está en la creación de joyas y adornos con lentejuelas y perlas. Foto: Edmond Sánchez

 

Un destino para descansar y aventurarse

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Quien va a Santiago de Chiquitos debe saber que en los últimos años mucha gente encontró en esta población cruceña el lugar ideal para un descanso de fin de semana o un feriado largo. Ubicado a 20 kilómetros de Roboré (entre 30 y 45 minutos por carretera asfaltada), el lugar tiene un clima tropical, que no es tan intenso como en municipios vecinos, con lo cual “se puede dormir muy a gusto en verano”, según el profesor de música Anselmo Urazirica.
Para quienes disfrutan de hacer largas caminatas hay varios sitios aledaños que invitan a practicar esta actividad. A siete kilómetros, por ejemplo, están las pozas de agua y a dos, la gruta para ascender al mirador del Valle de Tucabaca, donde suele sentirse un viento intenso en determinadas épocas.
El guía José Núñez conoce como pocos estos parajes, por lo que no solo ofrece visitas a los sitios más conocidos sino a otros, donde se puede disfrutar al máximo de las bondades de la naturaleza. “Únicamente necesito saber y ver si la persona va a poder caminar durante varias horas”, asegura.

Con su experiencia, recomienda llevar pantalones delgados largos, no gruesos porque suelen provocar escaldaduras. También una camisa manga larga y un sombrero que cubra el cuello, un botellón de agua y la resistencia suficiente para terminar los tramos. Además, es recomendable portar consigo un repelente, porque los marigüises suelen picar al amanecer y al anochecer, horarios ideales para ver ciertos sitios.
A Roboré se llega en la Ferroviaria Oriental, cuyo pasaje en el coche pullman es de 70 bolivianos, y también en autobuses que parten de la terminal. De este municipio hasta Santiago se viaja en minibuses o trufis. El costo es de 10 bolivianos por persona, aunque puede variar de acuerdo a la época.


Para viajar a este destino te sugerimos viajar en tren o ferrobús 

 

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Firma-Doly Leytón