ESTUDIO | La estrategia secreta de las hembras de jaguar para evitar el asesinato de sus crías

Un nuevo trabajo de investigación documentó por primera vez que las hembras jaguar utilizan una estrategias asociada al cortejo para proteger a sus crías del infanticidio. Gracias a los proyectos de conservación y al turismo del jaguar, los felinos se sienten más cómodos con los humanos y muestran comportamientos nunca antes vistos por los investigadores.

Dimitri Selibas/Mongabay Latam

Científicos de Brasil y Colombia han documentado por primera vez que las hembras de jaguar utilizan el cortejo para proteger a sus crías de ser asesinadas. Este descubrimiento, que puede revisarse en la investigación titulada “Hide and flirt” (‘Esconderse y coquetear’), está siendo considerado ahora mismo en los planes de conservación del gran felino y ha aportado nuevas evidencia a la comprensión de su comportamiento reproductivo y de crianza.

“Nunca habíamos visto este tipo de comportamiento de los jaguares porque nunca habíamos tenido poblaciones de jaguares acostumbradas a que la gente los vea desde los barcos o los coches”, dice Rafael Hoogesteijn, director del Programa de Conflictos con Jaguares de Panthera, organización mundial dedicada a la conservación de los felinos salvajes.

“Gracias al turismo orientado al jaguar hemos podido ver y describir muchos comportamientos que no habíamos visto antes, especialmente en hábitats muy productivos como la sabana abierta del Pantanal [en Brasil] y los Llanos [Colombia], donde estos animales tienen una excelente cantidad de presas”, dice Hoogesteijn.

Este nuevo comportamiento en las hembras de jaguar se basa en desplegar una estrategia asociada al cortejo con los machos para así proteger a sus crías, las que permanecen escondidas y libres del riesgo de ser asesinadas. De esta manera, aseguran los científicos, se asegura la renovación generacional de la especie.

Las hembras se aparean con los machos mientras sus crías están escondidas en madrigueras. Foto: April Kelly/Dave Taylor/Mark of the Jaguar.
Las hembras se aparean con los machos mientras sus crías están escondidas en madrigueras. Foto: April Kelly/Dave Taylor/Mark of the Jaguar.

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Conociendo mejor al jaguar

Situadas en extremos opuestos y separados por la Amazonía, la región de los Llanos de Colombia y el Pantanal de Brasil son las mayores regiones húmedas de Sudamérica, formadas por pantanos y lagos rodeados de bosques tropicales caducifolios —que pierden sus hojas periódicamente— y sabanas que se inundan durante la temporada de lluvias.

Estas regiones albergan una abundante fauna pero también son zonas históricas de cría de ganado en las que la mayor parte de las praderas se convirtieron en pastos y muchos bosques se talaron. La fragmentación del hábitat llevó a los jaguares a cazar el ganado por falta de presas naturales y esto hizo que los ganaderos convirtieran a estos felinos en uno de sus principales enemigos, principalmente por el desconocimiento de los animales y de cómo convivir con ellos.

Los mitos y leyendas de América Latina están llenos de historias sobre el jaguar, el mayor felino de la región. Sin embargo, debido a su naturaleza sigilosa, se sabe poco sobre su ciclo reproductivo, limitado a unas pocas observaciones de campo y a datos de animales en cautiverio. La reciente investigación de Panthera está proporcionando nuevas formas de entenderlos.

“Los jaguares en hábitats productivos como los Llanos y el Pantanal son mucho más sociables de lo que se pensaba en un principio”, dice Rafael Hoogesteijn, que también es doctor en Ciencias Veterinarias. “Paleontológicamente, el jaguar [que habita en las sabanas] está mucho más emparentado con el león que con cualquier otro gran felino y parece estar en un estadio intermedio entre ser completamente solitario como los jaguares de la selva amazónica y ser social como los leones”.

Hoogesteijn afirma que, a diferencia de los leopardos, que son ligeros y ágiles como los atletas, los leones y los jaguares tienen una constitución más parecida a la de los levantadores de pesas y esto está directamente relacionado con el hábitat.

Las hembras a pesar de estar lactando, coquetean con los machos para proteger a sus crías. Foto: April Kelly/Dave Taylor/Mark of the Jaguar.
Las hembras despliega distintas estrategias para proteger a sus crías. Foto: April Kelly/Dave Taylor/Mark of the Jaguar.

“En un entorno cerrado como un bosque, la sociabilidad es contraproducente porque no hay coordinación para la caza y la cantidad de presas es baja, mientras que en una sabana boscosa abierta como los Llanos o el Pantanal, hay cooperación para cazar; la cantidad de presas es mayor y los animales pueden mantener el contacto”, dice Hoogesteijn.

Además, el investigador afirma que los jaguares enfrentaron un cuello de botella genético —cuando hay una limitación de la diversidad genética de una especie porque solo sobrevive una pequeña parte de la población original— a causa del comercio de pieles cuando fueron casi exterminados entre las décadas del setenta y ochenta.

“La población descendió hasta tal punto que las pieles disponibles en el mercado internacional se redujeron porque todos los jaguares grandes habían sido asesinados y estaban matando a los más jóvenes”, comenta el investigador de Panthera.

Sin embargo, en los últimos años, gracias a proyectos como el Corredor del Jaguar —que pretende conectar las zonas por donde habita el jaguar desde Estados Unidos hasta Argentina— más ganaderos y comunidades locales han empezado a ver que los felinos valen más vivos que muertos.

Ya hay iniciativas exitosas en la región que combinan la conservación de los jaguares y el turismo, como La Aurora en los Llanos y Proyecto Onçafari en Pantanal, que han estado ofreciendo a los visitantes la oportunidad de subirse a un vehículo de safari para ver a los jaguares en libertad.

A su vez, la presencia de los humanos ha hecho que los jaguares sean menos tímidos y se sientan más cómodos con las personas, lo que ha proporcionado a los investigadores una oportunidad sin precedentes para supervisar el comportamiento de estos animales no solo con cámaras trampa sino mediante la observación directa.

“Estas observaciones son la punta del iceberg”, dice Diana Stasiukynas, autora principal del artículo e investigadora del Programa Jaguar de Panthera. “Tener estas oportunidades de turismo no solo será una ventana para los investigadores sino también para los turistas […] y será un cambio de juego para la conservación del jaguar”.

Una mayor comprensión del comportamiento de los jaguares no solo proporciona información útil a los científicos y conservacionistas, sino que también ayuda a los turistas y a las comunidades que viven cerca de ellos. Con más información llega una mayor comprensión y la voluntad de proteger a estos animales.

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Los Llanos de Colombia: el primer avistamiento 

Stasiukynas afirma que, al igual que la ciencia comunitaria con las aves, se está produciendo un bucle de retroalimentación positiva en el que más personas observan el comportamiento de los jaguares y comparten esa información con los científicos.

Un ejemplo claro es que la primera observación de un jaguar hembra desplegando la estrategia para proteger a sus crías no fue vista por un biólogo, sino por el propietario de un hato ganadero del departamento de Casanare, en la región de los Llanos de Colombia.

Jorge Barragán Plata observó a la hembra de jaguar, que conocía desde que era una cachorra, cazando y jugando con su propia cría durante una semana. Luego vio a un viejo macho residente en la zona que procedió a realizar un comportamiento de cortejo con la hembra. Durante este tiempo el cachorro de la hembra no fue visto. Unos días más tarde, la hembra y el cachorro aparecieron jugando de nuevo, y el macho ya no estaba presente.

Jaguares en la reserva La Aurora en Los Llanos colombianos. Foto: Jorge Barragan.
Jaguares en la reserva La Aurora en Los Llanos colombianos. Foto: Jorge Barragán.

El artículo científico de Panthera señala que el comportamiento que Barragán observó puede ser la contraestrategia de las hembras frente al infanticidio causado por los machos: la hembra distrae a través del cortejo al macho, mientras los cachorros permanecen ocultos y fuera de peligro. Los investigadores presumen que, para que esta táctica funcione, las hembras tienen que detectar a los machos antes de que estos vean a las crías.

Aunque la familia de Barragán lleva criando ganado en la zona desde 1974, no vieron los primeros rastros de jaguares en la zona hasta el año 2000, en forma de huellas y ataques a animales. En 2009, Barragán instaló cámaras trampa, comenzó a observar a los jaguares y un año después creó la Fundación Jaguar Colombia en la Reserva Natural La Aurora para promover la conservación del felino en la zona.

Además de tener una parte de sus predios dedicados a la ganadería sostenible, los turistas tienen la oportunidad de ver jaguares en estado salvaje en La Aurora. Barragán comenta que el éxito de esto se debe a que su familia siempre ha conservado 15 000 hectáreas de áreas naturales en su finca.

“Tener jaguares aquí y haber llegado a este nivel donde podemos verlos y tener la tercera y cuarta generación de jaguares es nuestro mayor éxito”, dice Barragán y agrega: “ver jaguares es mucho más valioso y rentable que matarlos”.

El hacendado dice que el avistamiento de jaguares es una forma de obtener ingresos pero que su objetivo también se centra en mostrarle a los niños, por encima de todo, “el valor del jaguar en el ecosistema de los Llanos”.

Stasiukynas afirma que, si se aplican estrategias antidepredatorias —como mantener el ganado protegido durante las noches y contar con reses criollas que tienen comportamientos más agresivos—, en lugar de matar al jaguar, se pueden generar ingresos por turismo de avistamiento del gran felino. Esto, en últimas, puede compensar cualquier pérdida económica por muerte de ganado y aporta de dos a tres veces más ingresos por hectárea, en comparación con solo tener ganadería.

A pesar de que son de comportamientos solitarios, algunos jaguares macho buscan a otro macho para formar equipo. Foto: April Kelly/Dave Taylor/Mark of the Jaguar.
A pesar de que son de comportamientos solitarios, algunos jaguares macho buscan a otro macho para formar equipo. Foto: April Kelly/Dave Taylor/Mark of the Jaguar.

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Pantanal en Brasil: turismo de jaguares consolidado

Las investigaciones de Panthera han mostrado altas densidades de jaguares en los Llanos de Colombia, lo cual se refleja en cuatro o cinco jaguares por cada 100 kilómetros cuadrados. Pero en las zonas donde trabaja la organización en Porto Jofre, en el estado brasilero de Mato Grosso, en el Pantanal Norte, se registran densidades de jaguares de ocho animales por cada 100 kilómetros cuadrados. Cada felino tiene un patrón de manchas único, como una huella dactilar, que permite identificarlos y rastrearlos.

“Llevamos unas diez temporadas rastreándolos así y realmente se puede empezar a ver la historia de un individuo”, dice Abigail Martin, bióloga y fundadora del Jaguar Identification Project (Proyecto de Identificación de Jaguares), que vigila a los jaguares en el Pantanal y ha desarrollado una guía fotográfica de estos animales que se comparte con los turistas y guías de la región.

El Pantanal ya es reconocido por el avistamiento del gran felino americano. Todos los días, durante la temporada alta, puede haber 15 o 17 barcos turísticos con 75 personas cada uno observando a los jaguares y esto proporciona una gran cantidad de información. Martin dice que, para 2021, 56 personas diferentes —incluyendo investigadores, guías turísticos, pilotos de barcos y turistas— contribuyeron con la recolección de datos que dieron como resultado 99 observaciones individuales de jaguares en la región, de las cuales 36 fueron nuevos avistamientos.

Abigail Martin, al igual que Jorge Barragán Plata, había detectado desde hacía años la estrategia que despliegan las hembras jaguar para proteger a sus crías. La jaguar Patricia es el símbolo del Proyecto de Identificación de Jaguares y fue la primera que Martin vio en 2013, cuando llegó por primera vez a la región como estudiante universitaria. Observándola desde que era una cría, Martin ha visto a Patricia dejar a su madre y criar tres camadas propias.

La investigadora dice que cuando vio por primera vez el comportamiento de esconder las crías y distraer al macho a través del cortejo le pareció muy extraño, ya que se apreciaba que la hembra estaba lactando, pero seguía apareándose, cuando el apareamiento no ocurre por fuera del ciclo reproductivo.

Los jaguares, como la mayoría de los grandes felinos, tienen el celo inducido, por lo que las hembras solo empiezan a ovular cuando el macho empieza a aparearse con ella, algo que puede ocurrir alrededor de 50 veces al día. La investigación de Panthera señala que estas observaciones directas apoyan la hipótesis de que las hembras de grandes felinos exhiben un celo falso para atraer a los machos y reducir las probabilidades de infanticidio.

El artículo científico continúa diciendo que se ha informado previamente de un comportamiento similar de ocultación de cachorros en las hembras de pumas y leones, y que se ha visto en otras especies de grandes felinos como estrategia contra el infanticidio.

La investigación concluye que la estrategia desplegada por las hembras parece eficaz especialmente en las sabanas boscosas con alta visibilidad para los cachorros y con madrigueras limitadas, como ocurre en los Llanos o en el Pantanal. Estos nuevos registros directos proporcionan nuevos conocimientos sobre la vida secreta del jaguar que requieren una mayor investigación para mejorar la comprensión que se tiene sobre las formas en que ocupan su hábitat.

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Nuevos descubrimientos en camino

A través de las iniciativas de ciencia comunitaria y el turismo centrado en el jaguar, Panthera ya tiene otras investigaciones próximas a publicar sobre interacciones del jaguar con las nutrias gigantes y las alianzas de machos de jaguar.

Han observado que las nutrias son muy celosas de sus crías, y a pesar del mayor tamaño, peso y fuerza del jaguar, pueden ser agresivas y generalmente tienen mucho éxito repeliendo a los felinos cerca de sus madrigueras.

Las nutrias son muy celosas de sus crías, y a pesar del mayor tamaño, peso y fuerza del jaguar, pueden ser agresivas. Foto: Rafael Hoogesteijn/Panthera.
Las nutrias son muy celosas de sus crías, y a pesar del mayor tamaño, peso y fuerza del jaguar, pueden ser agresivas. Foto: Rafael Hoogesteijn/Panthera.

En el caso de las coaliciones de machos de jaguar, han observado que dos machos no emparentados se juntan en equipo —comportamiento que solo se había descrito en leones y guepardos— en áreas de alta productividad de presas en llanuras inundables boscosas, como los Llanos y el Pantanal.  Juntos expulsan a otros jaguares solitarios de sus áreas de distribución y, en general, tienen mucho éxito mientras dura la coalición.

Con toda esta información adicional sobre los poderosos felinos americanos, va aumentando el interés por promover su conservación. “Los Llanos y el Pantanal son más del 90 % privados y hay muy pocas áreas protegidas”, dice Hoogesteijn. “Y por eso es más importante que nunca trabajar con los ganaderos y los propietarios privados. Eso es lo que hacemos con esos datos. Entendemos que el futuro de la población de jaguar está en manos de la gente que tiene que coexistir con ellos”. “La palabra clave aquí es coexistencia”, insiste Diana Stasiukynas, autora principal del artículo e investigadora del Programa Jaguar de Panthera.

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