Bolivia ha pasado varias crisis de carácter político, social y económico a lo largo de la historia, pero una crisis ambiental como la actual no se registró jamás” en la forma, magnitud y con las características vividas el 2024, según diversas fuentes que hacen seguimiento a la temática, que advierten sobre los riesgos que se ciernen sobre la existencia de los pueblos indígenas.
En los últimos 18 años, particularmente en el periodo 2006-2024, los incendios forestales fueron incrementándose paulatinamente, llegando a cifras consideradas récords. De 6 millones de hectáreas quemadas en el 2010, el país pasó a las 6,2 millones en el 2023, pero la cifra trepó hasta 10,1 millones en el 2024, solamente contando hasta septiembre, aunque los incendios se extendieron hasta finales de octubre.
Por otra parte, en ese mismo periodo, también se expandió el modelo soyero-ganadero exportador, a “costa” de bosques y “respaldado” por políticas estatales contenidas en la Agenda Patriótica 2025, que emerge de la Cumbre denominada Sembrando Bolivia y que dio paso a autorizaciones de desmontes.
Finalmente, las operaciones extractivistas mineras se incrementaron a “gran escala”, sobre todo en los ríos del norte del país. Esta crisis se describe por la suma de situaciones de degradación y deterioro ambiental como devastación de ecosistemas de alta fragilidad ecológica, niveles muy críticos de contaminación y pérdidas catastróficas de bosques y de biodiversidad. A lo que se suma, el colapso de gestión en las Áreas Protegidas y otras unidades de conservación.
Los efectos drásticos del cambio climático y Enso (El Niño-Oscilación del Sur) ya se expresan en sequias extremas y pérdidas de recursos hídricos, lo que atenta “peligrosamente contra la supervivencia de los pueblos indígenas en la Amazonia boliviana, alertaron ambientalistas.
Minería contra la biodiversidad
La devastación de ecosistemas y la elevada contaminación, es provocada por las operaciones mineras a gran escala, sin regulación ni control, y con amplio apoyo de instancias de Estado, señaló Marco Ribera, científico de la Asociación Savia.
Indicó que en los ríos y humedales de la Amazonía boliviana se registra una elevada contaminación por metales pesados, arsénico, plomo, cadmio, zinc y mercurio.
Señaló que se libera un promedio de 150 Tn (toneladas) de mercurio/ año y se utilizan 15 Kg (kilogramos) de mercurio /Kg de oro; lo que provoca el incremento de los casos de cáncer. De acuerdo a un estudio en poblaciones indígenas de la Amazonía de Bolivia (2021), todos los casos superaron el límite permitido de mercurio (5 microgr/I).
La mayoría de las personas tenían en promedio siete veces más de lo aceptable de mercurio en la sangre y en muestras de cabello; hubo casos de hasta 27 veces por encima del límite, según un estudio realizado entre el Cedib y la Universidad de Cartagena de Colombia.
Debido a la contaminación, se encuentran afectadas de forma “crítica” la Cuenca alta del río Beni, Cuenca Mapiri-Kaka, el río Beni y el río Madre de Dios. En tierras altas: bofedales de Apolobamba, Pelechuco, ríos de Los Yungas de La Paz (15), la Cuenca Poopó y la Cuenca Pilcomayo.
Las actividades mineras, son las mayores responsables de la generación de zonas de sacrificio ambiental en diversas regiones del país. Pérdidas “catastróficas” de bosques y de biodiversidad.
De acuerdo a Ribera, la crisis ambiental se ahonda con las pérdidas “catastróficas” de bosques y de biodiversidad, debido a los mega incendios y fenómenos naturales, que se registraron principalmente en el 2019, 2023 у 2024.
En 2023, Bolivia ocupó el tercer lugar en el mundo con la mayor pérdida de bosques primarios, después de Brasil y El Congo, con la cifra récord de 495.000 hectáreas (GFW MAP BIOMAS); la soya fue el primer cultivo causante de la deforestación con 1,5 millones de hectáreas (MHa) y la ganadería con 1,75 MHa, en ese año. En el periodo 2000-2020 se utilizó 2,1 millones de toneladas (Tn) de agrotóxicos (Probioma Nómadas). Sólo en el 2019 se utilizaron 100.000 Tn de agrotóxicos.
Mega incendios
Los incendios forestales registrados al cierre de septiembre de 2024 destruyeron más de 10,1 millones de hectáreas (Guarayos, Amazonía norte, Chiquitania), superando ampliamente todos los récords históricos de los últimos años. De ese total, 5,8 millones de hectáreas (58%) corresponden a cobertura boscosa, que en mayor proporción se encuentra en los departamentos de Beni y Santa Cruz.
Se estima que esta cifra se incrementará a 11 millones o más en esta gestión, debido a que los incendios persistían en noviembre, el último incendio se registró en el Madidi.
También fueron “alarmantes” las cifras de quemas de bosques que se registraron en el 2023, con 6,2 millones de hectáreas (Amazonía Preandina sudoeste) y en el 2019 con 6 millones (Chiquitania).
Además, los mega incendios registrados 2019-2024 causaron daños irreversibles a 30 millones de especimenes de fauna de vertebrados, 120 millones de árboles, 3 billones de invertebrados y plantas no arbóreas. Fauna y flora eliminada a gran escala, que eran medios de vida fundamental de las poblaciones locales.