Fotos y texto: Steffen Reichle

Son agradables 35 grados con una brisa refrescante, pero una mirada a mi reloj me dice que es las 4:30 de la mañana y que dentro de pocas horas tendremos entre 42 a 43 grados. Ni modo, es la realidad en el Chaco y la fotografía de animales no se hace en oficina, así que hay que aguantar tal como lo hacen los mismos animales.
Muchas veces la gente comenta las fotografías de naturaleza con admiración de su belleza, hasta con celos de poder ver estas criaturas en su ambiente natural, pero pocos somos los que entendemos el esfuerzo real que significa tomar una foto en ambientes prístinos.
Para un fotógrafo de naturaleza es normal levantarse antes del amanecer, estar en ambientes fríos, calientes, extremadamente húmedos, tal como compartir el espacio con miles de mosquitos, marihuises, tábanos o jejenes; este es nuestro costo de entrada para ver las bellezas de este planeta o quizás el impuesto que nos impone la naturaleza por llevarnos las imágenes de los actores de una obra de teatro que ya lleva millones de años en un estreno sin parar. Pero, en este momento no tengo tiempo para más reflexiones, debo llegar a mi escondite antes de que salga el sol, bien camuflado para esperar descubrir qué animales vendrán a refrescarse a una de las pocas pozas de agua en kilómetros.
«Para un fotógrafo de naturaleza es normal levantarse antes del amanecer»
Hay diferentes formas de sacar fotos de animales salvajes. Muchas veces tomamos las fotos basadas en la suerte, caminamos o conducimos, y fotografiamos lo que se nos cruza, pero en general las mejores fotos que tomamos son las que planificamos, basadas en aprender del comportamiento de ellos -sus horas de actividad, sus lugares de descanso o de reproducción y sus alimentos-.
Después de caminar una media hora, llego al escondite que junto a Froilan, uno de los guardaparques del Parque Nacional Kaa Iya, preparamos hace dos días al lado de una poza de agua donde van tapires, urinas, monos y otros animales para tomar y refrescarse del calor que rige en este bosque espinoso del Chaco.
El sol ya salió, la temperatura subió cerca de los 40 grados, sudo como condenado, pero tengo suerte que el viento viene desde la poza hacia mí, aumentando mis posibilidades de no ser detectado temprano por los animales que podrían venir. Las que ya han venido son una armada de hormigas que disfrutan de los minerales a mi alrededor, producto de mi presencia en el lugar.
Sentado aquí por horas y días, uno empieza a conocer una pequeña parte del ecosistema a su alrededor. Es fascinante ver la cantidad de vida que existe en este pequeño espacio, cómo cada ser vivo aquí tiene su rol. Descubrir que la vida y la muerte son vecinos, la reina de hormigas se reproduce a pocos metros de la serpiente que busca su próxima presa.
Mientras que tomo unas fotos de la pareja de hormigas escucho algo en el agua – y allí está: el mamífero terrestre más grande de Sudamérica, ¡una anta hermosa! Esta en particular parece como si hubiera ido al peluquero justo antes de su sesión de fotos. El sonido de los disparos de mi cámara se entremezcla con los gritos de algunas aves, pero la anta está tranquila en el agua, comiendo unos pastos de Cyperaceas gigantes, tomando agua y zambulléndose en la poza. ¡Qué espectáculo! Ver este animal a pocos metros de distancia -tranquila, sin temor y disfrutando su baño- este es uno de los mejores momentos en la naturaleza que pude presenciar. ¡Divino!
Estos encuentros hoy en día solamente son posibles en áreas protegidas bien manejadas, con accesos controlados y dando una fuerte protección a los animales que habitan en ellos. El Parque Nacional Kaa Iya cumple con este rol, gracias a su cuerpo de protección conformado por guardaparques muy comprometidos con la naturaleza y su rol. Nuestro rol de fotógrafos de naturaleza es promover su labor, mostrando la belleza que existe en nuestras áreas protegidas dando una presencia a los actores por los medios virtuales y escritos. Promoviendo su conservación.
Cuando empaco mi cámara, lo hago después de haber visto dos antas, una urina, monos y muchas aves; empaco feliz y sin pensar en las docenas de picaduras que me llevo junto a las fotos de recuerdo. No es lo mismo ver un animal en un zoológico que en su espacio natural. Les invito a todos a visitar nuestras áreas protegidas para tener esta experiencia, les aseguro que les cambiara su visión de la vida para siempre.
Seis consejos para fotografiar animales silvestres:
1. Planificar sus fotos.
2. Conocer su cámara de memoria
3. Es en este instante, no más tarde o a la vuelta. A veces me pasa, aun hoy en día que hay un momento donde estoy cansado o pienso que no hay tiempo, o a lo mejor acompañado por gente que no tienen tiempo y pienso: tomaré la foto en otro instante, a la vuelta…. NUNCA será lo mismo, cambia la luz, a lo mejor ni el animal más común estará en el mismo sitio. Tomen su tiempo para tomar la foto cuando ustedes la ven, así de simple.
4. Disfrutar de la fotografía
5. Pensar en el objetivo de su foto
Con qué fines están tomando sus fotos? Es diferente tomar fotos de un animal para una guía de identificación, donde requiere verse todas las características de la especie, o tomar una foto artística de la misma especie.
6. Miren fotos de otros regularmente
Es importante ver fotos de otras personas. Que ángulos están usando, cómo usan la luz. Déjense inspirar a tener otras ideas e intenten aprender nuevas técnicas e ideas de otros.
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