Proyectan que para 2046 el hogar del jaguar se reducirá de 26,3 a 13,7 millones de hectáreas

Un estudio revela que la deforestación y la fragmentación del hábitat son las principales amenazas para el felino en Santa Cruz. Entre los años 2001 y 2019, el fuego afectó el 42 % de las zonas que habitan estos carnívoros.

Foto: Cámara trampa de Alta Vista / FCBC
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La Región

De continuar la deforestación y, consecuentemente, los procesos de fragmentación de los territorios que ocupa el jaguar (Panthera onca) en Santa Cruz para 2046, su hogar podría reducirse de 26,3 a 13,7 millones de hectáreas. Esta es una de las principales conclusiones de un estudio desarrollado por el Observatorio del Bosque Seco Chiquitano, de la Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano (FCBC), apoyado por el proyecto ECCOS.

Expertos en análisis espacial y estudios del jaguar, analizaron la integridad del paisaje y los riesgos de degradación del hábitat de este felino en tierras bajas de Santa Cruz para los años 1986, 2010 y 2016, con énfasis en propiedades ganaderas.

Durante el análisis, se identificó el hábitat potencial de esta especie, los corredores entre las áreas protegidas y las Unidades de Conservación del Jaguar (UCJ) en todo el departamento. Además, se mapearon las quemas de pastizales e incendios forestales entre 2001 y 2019. 

Los resultados del estudio identifican 39 áreas de conectividad, distribuidas en 5.8 millones de hectáreas. Esta amplia extensión, que funcionaría como corredor y vivienda del jaguar, está vinculada con 25 áreas protegidas y 5.696 propiedades ganaderas.

Así también, otro de los resultados, fue la constatación de la pérdida del hábitat de este felino, principalmente en el Chaco Noroccidental y el área no boscosa del sector Chiquitano Central, a consecuencia de diversos factores, entre ellos el fuego. En 19 años, los incendios forestales afectaron el 42 por ciento del hogar del jaguar, principalmente en 2004, 2007, 2010 y 2019.

Video: Cámara trampa de Alta Vista / Crédito: FCBC

Importancia

El jaguar es el depredador terrestre más grande de los bosques Neotropicales, por lo que su presencia puede influir en la estructura y función de los ecosistemas. Aunque la especie tiene diversos hábitats, con diferentes niveles de perturbación humana, se estima que en los últimos 100 años, más de la mitad del rango de distribución se ha reducido.

Dos estudios publicados en 2018 estimaron que -desde México hasta Argentina- hay entre 64 mil a unos 173 mil individuos, distribuidos entre ocho a nueve millones de kilómetros cuadrados.

En Bolivia, la población bajó considerablemente, porque la especie pasó de habitar aproximadamente el 75 por ciento del territorio nacional, a poco menos del 50 por ciento. Eso debido principalmente al avance de la frontera agrícola y ganadera; la cacería directa, y la reducción poblacional de sus presas.

Para Guido Ayala y Robert Wallace, de la Wildlife Conservation Society, autores del “Libro rojo de la fauna silvestre”, la deforestación y fragmentación de hábitats son las principales amenazas. A esto suma el conflicto por ataques de jaguar al ganado bovino en áreas de ganadería extensiva, que provoca la cacería de parte de los hacendados, y el nuevo incentivo para esta actividad ilegal: el tráfico de partes a países orientales.

Este argumento se sostiene en un análisis de los patrones de fragmentación y conectividad del hábitat. Esto último tiene que ver con la facilidad o impedimento que presenta el paisaje para el desplazamiento del jaguar. Por ejemplo, la vegetación natural disminuyó en más del 40 por ciento entre 1976 y 2005. Bajo este escenario de pérdida acelerada del hogar del felino, los expertos sugieren identificar áreas para la conservación, así como aquellas potenciales para la conectividad o desplazamiento.

Conclusiones

Entre otras cosas, los expertos concluyeron que la pérdida de cobertura natural del jaguar a consecuencia de acciones del ser humano, sumado a los niveles de fragmentación y pérdida de conectividad principalmente en las áreas boscosas de Santa Cruz, “son altamente preocupantes”.

Esto permite proyectar que para 2046 –en menos de 30 años- la pérdida del hábitat potencial del jaguar se reducirá en un 48 por ciento, aproximadamente.

Frente a esto, la identificación y definición de Unidades de Conservación del Jaguar (UCJ) permite realizar una mejor planificación de acciones de conservación, no consideradas anteriormente, en especial en el Chaco y la Chiquitania. Todo ello debiera estar respaldado por políticas públicas que asignen una figura legal tanto a las UCJ como a los corredores de conectividad para su desplazamiento.

En cuanto a las propiedades ganaderas, especialmente del Chaco noroccidental, chiquitano central, chiquitano cruceño y beniano oriental, se requiere realizar acciones conjuntas de conservación para promover el buen manejo y reducir la depredación del felino por el ganado. Esto permitirá mantener la conectividad de los sitios productivos con las áreas protegidas y las UCJ. De esta manera, asegurar la permanencia de su hábitat para su supervivencia.