Friday, June 13, 2025

Tejedoras de Santa Rita: cómo el arte ancestral fortalece su economía y cuida el bosque

Un grupo de mujeres chiquitanas recupera el arte textil de sus ancestros, una labor que impulsa su organización, revaloriza su cultura y teje un legado para las nuevas generaciones.

Comunidad Santa Rita: raíces en el bosque

Foto: FCBC

Rodeada por el Bosque Seco Chiquitano, la comunidad indígena chiquitana Santa Rita se encuentra a 10 kilómetros de Concepción, en el oriente boliviano. Allí, 30 mujeres han encontrado en el telar una conexión con sus raíces y una alternativa productiva que no solo fortalece la economía de sus hogares, sino que también promueve la armonía con su entorno natural.

Las mujeres que integran la Asociación de Tejedoras de Santa Rita tienen una habilidad natural para tejer, una práctica ancestral que estuvo a punto de perderse. Aunque de niñas vieron a sus madres y abuelas trabajar los telares, muchas no heredaron esos conocimientos de forma directa.

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“Antes mi abuela sabía de los colores, pero lo dejaron. No nos enseñaron. Se olvidaron”, recuerda Antonia Cuasace, presidenta de la Asociación.

Actualmente, la comunidad está conformada por 48 familias.
Actualmente, la comunidad está conformada por 48 familias. Foto: Femmes  des terres

Recuperar el valor del saber ancestral

A inicios de los años 2000, un grupo de comunarias comenzó un proceso de recuperación del arte textil. Esto fue posible gracias a las gestiones de Lupe Antelo, propietaria del restaurante El Buen Gusto en Concepción, quien trajo a una maestra y obtuvo el respaldo del Plan Misión y “fueron años de aprendizaje, ventas y compras de todo lo que producían las mujeres de Santa Rita”, rememora Antelo.

Desde entonces, las manos volvieron al telar. Las mujeres aprendieron a transformar el algodón en hilo, a teñirlo con plantas nativas y a crear prendas únicas, cargadas de historia e identidad.

Proceso de teñido natural de las fibras. Foto: Femmes  des terres

Los hilos se mezclan con cortezas, raíces y hojas en grandes ollas, donde hierven para extraer tintes naturales. Del añil obtienen azul; del urucú, rosado; de otras plantas, una gama de tonos pasteles: lavanda, rosa, naranja, violeta claro.

“Durante las capacitaciones, varias comenzaron a recordar qué plantas daban qué color. Mi madre, por ejemplo, se fue acordando”, dice Cuasace.

Tejer sin desmontar

Isabela tejiendo una hamaca en su telar. Foto: Femmes  des terres

¿Es posible tener un emprendimiento productivo sin desmontar? En Santa Rita, la respuesta es sí.

La Asociación impulsa un modelo de producción artesanal no maderable, que genera ingresos sin tala de árboles ni uso intensivo del suelo. Usan hojas, cáscaras y raíces recolectadas de forma sostenible del bosque Chiquitano.

“Puro tinte natural. Todo lo buscamos del monte”, afirma Cuasace.

Producen un promedio de 150 piezas mensuales: bolsos, hamacas, mantas, blusas y más. Las venden en la plaza de Concepción y en ferias locales. Cada artesana genera ingresos mensuales promedio de 500 bolivianos.

Los tonos pasteles son una de las características distintivas de sus tejidos, logrados con pigmentos naturales del bosque.
Los tonos pasteles son una de las características distintivas de sus tejidos, logrados con pigmentos naturales del bosque. Foto: Femmes  des terres

Chiquitanas organizadas: mujeres que lideran

 Desde 2009, cuando cinco comunarias junto a Lupe Antelo fundaron la Asociación de Tejedoras, el tejido se convirtió en más que una técnica ancestral: es una herramienta de liderazgo y autonomía en un territorio donde la conservación y la producción se entrelazan.

Antonia Cuasace, presidenta de la asociación, reparte sus días entre el telar y el chaco. “Trabajo en el chaco y también en mi casa haciendo artesanía”, dice con naturalidad, como quien lleva años equilibrando la vida familiar con el oficio que la conecta con sus raíces.

Isabela Chama, de 35 años, encontró en los hilos una herencia viva. Comenzó a tejer a los 29, guiada por su madrina, Mercedes Supepi. “Desde pequeña era curiosa, siempre le enredaba los hilos a mi mamá”, recuerda. Hoy, mientras arma una hamaca en su telar, se sabe parte de una cadena de mujeres que no dejan que el saber se pierda: su orgullo vibra en cada puntada.

El trabajo de las tejedoras se articula con el Programa Paisaje Productivo Protegido (PPP) Bolivia, una iniciativa que impulsa prácticas sostenibles en zonas colindantes con áreas naturales y promueve el equilibrio entre producción agropecuaria y conservación, ofreciendo asesoramiento técnico a productores privados y comunarios.

Alianza para la recuperación

Parte del área afectada por los incendios en la comunidad. Foto: FCBC

Luego de los incendios forestales de 2024 que afectaron el bosque de Santa Rita, la comunidad avanza en su recuperación con el apoyo del PPP y la Cervecería Boliviana Nacional (CBN). Entre las medidas implementadas están:

  • Sistemas agroforestales
  • Infraestructura para prevención de incendios
  • Capacitación de brigadas comunitarias

“Estamos aplicando riego tecnificado, construyendo un reservorio y desarrollando un plan de contingencia”, detalla Artemio Zabala, director técnico del programa.

El PPP Bolivia es ejecutado por la Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano (FCBC) y Prometa, con el apoyo de la Iniciativa Ambiental Team Europe, financiada por la Embajada de Suecia y la Unión Europea en Bolivia.

Entre cultivos y telares, Antonia comparte el trabajo del chaco con su familia y da vida a su arte textil. Foto: Femmes  des terres

Hoy, las tejedoras de Santa Rita generan ingresos, revalorizan su cultura y fortalecen el liderazgo femenino en su comunidad. Pero también siembran un legado para las nuevas generaciones.

“Creo que esto va a continuar, porque van enseñando a las hijas, a las nietas, para que cuando una ya esté viejita o se muera, los nietos sigan adelante, ¡no ve!”, expresa Supepi.

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