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La Región / Fotos: Ruth Márquez

En 2017 Ruth Márquez tuvo la fortuna de ver un “enjambre” de colibríes negritos (Aglaeactis pamela). Fue en una de sus incursiones por la zona de la represa de Corani, a 75 kilómetros de la capital cochabambina. Esta estudiante de Turismo y miembro del Club de Observadores de Aves Cochabamba (COAC) quedó tan impactada por la belleza de la especie, que decidió no compartir su hallazgo.

Dos semanas después volvió al lugar y continuó haciéndolo así durante algunos meses. Solo al cabo de un tiempo compartió algunas fotos con sus amigos y no quiso revelar con exactitud dónde había visto tantos colibríes “como moscas”.

Su plumaje es negro, con una mancha pectoral plateada o blanca

La zona a la que accedió está en una ecorregión de Yungas superior. Eso significa que está entre bosque andino y selva de montaña. Se trata un radio de un kilómetro al que esta observadora de aves llegó un día luego de caminar por senderos poco accesibles. En ese momento, 2017, cuenta que vio un solo sembradío de papalisa cerca; no se veía gente.

Con el tiempo, siguió visitando el lugar. Al cabo de varios meses, de a poco, aparecieron más sembradíos.  “El año pasado vino un amigo, Saúl Arias (biólogo), y pidió ver aves. Lo llevé y se quedó tan asombrado que me dijo que fotografió a este colibrí después de 15 a 20 años. Tuvo que viajar miles de kilómetros para eso”, cuenta Ruth. Para ese momento, todavía era posible observar varios individuos en un radio específico.

Pero en noviembre de 2019, en una incursión que hicieron los miembros del COAC ya no tuvieron la misma suerte. Vieron muy pocos ejemplares y un avance sustancial de los espacios sembrados.

La zona donde se avistó al ave está casi en el ingreso al trópico cochabambino.

Otro miembro del club cochabambino, un médico, vio que el lugar está siendo talado. «Según un reporte que nos dio ese colega (el médico), están dejando básicamente a la zona sin bosque, algo que como observadores de aves nos preocupa, porque son sitios a los que vamos con frecuencia”, dice Rodrigo Soria, biólogo y director ejecutivo de la Asociación Civil Armonía.

Explica que se trata de un ave endémica de Bolivia, lo que significa que esa especie existe únicamente en una franja de Yungas superiores, en los departamentos de La Paz, Cochabamba y Chuquisaca, un área muy pequeña. “Como es endémica es muy llamativa para observadores de aves o avituristas extranjeros. Ellos solo vienen a ver especies endémicas”.

Para el experto, lo que sucede con este colibrí es una muestra de una falta de visión para brindar alternativas. Por un lado, la gente cultiva porque necesita –dice- pero a la larga el beneficio económico que da la agricultura, no es lo mejor. “El suelo va a erosionar si no hay alguien cerca y es posible que ya no se disponga de fuentes de agua”.

El impacto de la tala y la deforestación se nota en la disminución de individuos.

Una de las opciones que se plantea es incentivar el aviturismo, por ejemplo. Hay países en los que se paga por los servicios que se ofrecen en estos lugares. Esto para las comunidades representa una oportunidad para conservar especies; algo para lo que Ruth estudia. “Me voy a especializar en ello”, dice.

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