El estudio analizó lo sucedido con 60 especies de aves amenazadas. Foto: Fundación Nativa.

La paraba barba azul (Ara glaucogularis) es una ave endémica de Bolivia que figura entre las más amenazadas del país y, según un reciente estudio, ha perdido el 74 % de su área de distribución debido a los incendios forestales de los últimos 20 años.

No es la única que tiene un territorio tan afectado por el fuego que arrasó por lo menos 23.6 millones de hectáreas acumuladas entre los años 2001 y 2020. El gallito tricolor (Alectrurus tricolor) perdió el 83 % de su área de distribución por los incendios; mientras que el pinzón enmascarado (Coryphaspiza melanotis) se quedó sin el 82 % de su territorio en las dos últimas décadas a causa del fuego.

Estos son solo tres ejemplos del análisis realizado por investigadores de la Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano (FCBC) y de la Asociación Armonía para 60 especies de avifauna en Bolivia, 15 de ellas endémicas y 52 bajo alguna categoría de amenaza, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

El resultado de la investigación académica Impacto de los incendios en Áreas Clave para la Biodiversidad y especies de aves prioritarias para la Conservación en Bolivia está disponible del 4 de enero de 2022. Los autores son Oswaldo Maillard y Roberto Vides-Almonacid de la FCBC junto con Sebastian Herzog y Rodrigo Soria, de la Asociación Armonía.

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¿Cómo afectaron los incendios el área de distribución de las aves?

De las 60 aves estudiadas, 10 han sufrido la pérdida de su área de distribución en más del 50 %, algunas de ellas superan el 80 %; mientras que otras 18 perdieron entre el 10 % y el 50 %. «Hay especies como Laterallus xenopterus [polluela guaraní], que habita en la sabana, cuyo impacto alcanza el 75% de su área de distribución. También está el Anodorhynchus hyacinthinus, la paraba azul [llamada también guacamaya Jacinta], que vive en el Pantanal y enfrenta el impacto de casi el 74% del área de distribución», menciona Maillard, coordinador del Observatorio del Bosque Seco Chiquitano de la FCBC.

La paraba barba azul perdió el 74 % de su área de distribución debido a los incendios forestales, indica el estudio. Foto: Armonía.

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores realizaron el análisis de los mapas de distribución de la avifauna elaborados para la Guía de Campo de Aves de Bolivia, que contenía datos para las 1445 especies de aves registradas en el país, incluyendo las endémicas y amenazadas.

Esta información se cruzó con datos del monitoreo satelital de los incendios forestales registrados entre los años 2001 y 2020, y estos a su vez se cruzaron con el territorio de las 58 Áreas Clave para la Biodiversidad (KBA por sus siglas en inglés) de Bolivia.

Las KBA son considerados lugares que contribuyen significativamente a la protección de la biodiversidad del planeta y existen más de 16 000 en el mundo. Cabe mencionar que la mayoría de las 58 Áreas Clave para la Biodiversidad en Bolivia corresponde también a Áreas Importantes para las Aves (IBA).

«Nos dimos cuenta que había vacíos de información para los incendios y muy pocos estudios del impacto de estos en la biodiversidad. Entonces, decidimos hacer diferentes análisis con un enfoque que priorizaba las Áreas Clave para la Biodiversidad», señala Oswaldo Maillard, autor principal del estudio.

El Pantanal boliviano fue uno de los ecosistemas más afectados en los 20 años que fueron analizados. Foto: FCBC.

El trabajo con los mapas de la distribución de las aves fue intenso —continúa Maillard—, pues se debió revisar los más de 1400 que corresponden a cada una de las especies, así como identificar los que corresponden a las endémicas y a las amenazadas.

El análisis de la información permitió saber que fueron las sabanas, en las tierras bajas de Bolivia —Cerrado, Llanos de Moxos, Pantanal— los ecosistemas más afectados por los incendios forestales en los últimos 20 años. Las sabanas o pampas también han sido las más impactadas entres las Áreas Clave para la Biodiversidad.

«Hemos identificado que muchas de las especies afectadas por los incendios forestales son justamente de las sabanas. La paraba barba azul, por ejemplo, entre otras que viven en los Llanos de Moxos o en las pampas de Santa Cruz. Y varias de ellas las hemos estudiado en el campo», comenta Maillard.

El gallito tricolor (Alectrurus tricolor) se quedó sin el 83 % de su área de distribución por los incendios de los últimos 20 años. Foto: Lennart Verheuvel.

En la lista aparecen las que hemos mencionado junto con otras como el pinzón de pico grande (Sporophila maximiliani), considerado En Peligro; el tirano de cola afilada (Culicivora caudacuta); el minero brasileño (Geositta poeciloptera); el capuchino del Pantanal (Sporophila nigrorufa) y el atajacaminos blanco (Eleothreptus candicans), estos cuatro en situación Vulnerable. «El porcentaje de los rangos de distribución de estas especies afectados por incendios forestales osciló entre el 58 % y el 83 %», señala el estudio.

«Hay especies como el Eleothreptus candicans o atajacaminos blanco cuya distribución solo está entre Brasil y Bolivia, en un área muy pequeña que ha sido afectada por los incendios hasta en un 59 % de su  hábitat», recuerda Maillard.

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La intensidad del fuego

El análisis reveló también que fueron 23.6 millones de hectáreas quemadas en todo el país en los 20 años de estudio, mientras que se contabilizaron 5.6 millones de hectáreas dentro de las áreas clave para la biodiversidad también durante las dos décadas.

El Parque Nacional Noel Kempff Mercado ha sido una de las áreas protegidas más afectadas por los incendios forestales de los últimos 20 años. Foto: Claudia Belaunde.

«Las áreas clave para la biodiversidad son de mucha importancia porque alberga especies únicas para la conservación como son las especies amenazadas, endémicas o de un rango de distribución pequeña. Realmente son áreas donde los países deben poner esfuerzos para protegerlas, pues de lo contrario se perderán elementos clave de este país”, dice Rodrigo Soria, director de la Asociación Armonía y coautor de la investigación.

Los investigadores determinaron también que las KBA más afectadas por los incendios forestales corresponden a los departamentos de Beni y Santa Cruz, entre ellas están el Área Natural de Manejo Integrado San Matías con 1.7 millones de hectáreas; el oeste del río Mamoré con 778 mil hectáreas y el este del río Mamoré con 652 mil hectáreas; además del Parque Nacional Noel Kempff Mercado que perdió 459 mil hectáreas y el Área Natural de Manejo Integrado Otuquis donde los incendios arrasaron con 395 mil hectáreas.

Además, evaluaron la frecuencia de los incendios, es decir, cuántas veces ocurrieron incendios en las zonas evaluadas y los resultados indicaron que 15 KBA se quemaron una vez, otras 17 padecieron el fuego entre dos y cuatro años; mientras que en 13 KBA se repitieron los incendios forestales durante más de diez años.

Soria señala que en algunas áreas naturales protegidas que también son KBA se registraron incendios recurrentes. Entre las más afectadas menciona a las Áreas Naturales de Manejo Integrado San Matías y Otuquis, así como el Parque Nacional Noel Kempff Mercado. Las dos primeras están en el Pantanal boliviano que —indica Soria— es el hábitat de la paraba Jacinta, una de las especies más amenazadas de Bolivia.

incendios bolivia
Los incendios forestales del 2019 fueron los más intensos de los últimos 20 años. Foto: Gastón Brito.

Para Soria es importante que las autoridades reflexionen sobre lo que está sucediendo en las áreas naturales protegidas y el rol que están cumpliendo porque «lo que se está viendo es que los incendios forestales son frecuentes y recurrentes», comenta Soria. «En estos tres casos en particular es importante que las autoridades analicen qué está fallando en sus políticas de manejo, porque parece que ser área protegida no garantiza su protección», agrega.

«Son impactos que todavía no conocemos con exactitud, salvo estimaciones que si se han hecho para el caso de mamíferos por los incendios de 2019 en la Chiquitania y ahora este estudio. Necesitamos establecer sistemas de monitoreo del impacto del fuego sobre la biodiversidad nativa que permita generar acciones de restauración o protección donde corresponda», comenta Daniel Larrea, presidente del Colegio de Biólogos de La Paz.

Larrea agrega que con los estudios que se han hecho hasta ahora se está abordando qué efectos han tenido los incendios forestales sobre los mamíferos y las aves, pero aún no se sabe «cuál ha sido el impacto en otros grupos o plantas».

La investigación también abordó la intensidad con que ocurrieron los incendios en cada uno de los 20 años analizados. Así, encontraron que en las áreas que fueron el centro de atención del estudio se registraron incendios con intensidades altas, que liberaron gran cantidad de energía, siendo de mayor intensidad los registrados en el año 2019. Y de todos los lugares analizados, el Área Natural de Manejo Integrado Otuquis registró la mayor intensidad.

Los investigadores evaluaron 58 áreas clave para la conservación. Foto: Armonía.

Larrea comenta que la mayoría de las áreas clave para la biodiversidad corresponden a las áreas naturales protegidas donde se necesitan profundizar estudios sobre la biodiversidad que albergan. «Varias de ellas contienen información base sobre la biodiversidad que ayudo a respaldar su creación o ampliación, pero existen vacíos de conocimiento sobre la biodiversidad total que albergan», acota.

Diego Méndez, director del Programa de Investigación de Aves Rapaces en Bolivia, opina en el mismo sentido: «Este estudio pone en un contexto más claro el impacto de los incendios».

Méndez señala que hace falta tener mayor información de campo sobre la situación de las aves y  en especial de las que han sido afectadas por estos incendios. «Se necesita hacer un manejo frecuente de lo que pasa con las aves en el campo», agrega.

Por su parte, Oswaldo Maillard señala que este estudio es un aporte sobre la ecología del fuego y su impacto en las especies amenazadas, por tanto, considera que los resultados de la investigación deben ser «analizados por los tomadores de decisiones  para desarrollar planes de acción en relación a la conservación de especies y evitar que los incendios forestales continúen siendo una amenaza».

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