Bufeo boliviano: cómo los pescadores se convierten en aliados de una especie en peligro de extinción

Involucrar a los actores que operan en las cuencas donde viven los únicos cetáceos existentes en Bolivia, permitirá optimizar las estrategias de conservación. Una nueva investigación generará información y datos prioritarios sobre este mamífero, mediante el uso de transmisores satelitales.

Hace algunos años se detectó que una de las amenazas más graves para el delfín boliviano (Inia boliviensis) era la pesca. El mamífero -considerado el único cetáceo de agua dulce que existe en el país- se encuentra en la categoría  “Vulnerable” del Libro Rojo de la Fauna Silvestres de Vertebrados de Bolivia; mientras que para la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) está “En peligro” de extinción. Por tanto, trabajar en su conservación requiere una estrategia que incluyera a los actores que operan en las cuencas donde habita.

Este año, como parte del Plan de Acción para la Conservación del Bufeo 2020-2025, se implementó un estudio que permitiría a los expertos entender mejor los movimientos de este mamífero acuático. Para ello se colocó unos transmisores satelitales, “tags”, en la aleta dorsal de tres hembras y cuatro machos. Así, la trasmisión de su ubicación en tiempo real, permitiría obtener más información en una zona que no había sido monitoreada anteriormente: el río Ichilo y el Ibare, ubicados entre Cochabamba y Santa Cruz, en la Amazonia boliviana.

“Por un lado queríamos conocer sus movimientos en una cuenca de aguas claras, que es la cuenca del Iténez, y por otro lado, la cuenca del Mamoré, que es una cuenca con ríos de aguas blancas, la parte andina”, dice a La Región Paul Van Damme, coordinador general del estudio.

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Con ese fin, WWF y Faunagua hicieron una expedición en julio de este año, cubriendo la ruta sobre el río Ichilo, desde Puerto Villarroel hasta la boca del río Grande. Biólogos, veterinarios y pescadores comprometidos con el medio ambiente participaron de la travesía. Desde entonces, los expertos monitorean a los bufeos cada vez que estos salen a la superficie gracias a la señal que emiten hasta un computador.

“Hace unos años identificamos que uno de los impactos más graves era la pesca. Por eso hemos estado trabajando de forma intensiva con los pescadores. Ellos participaron en la marcación, por ejemplo y ahora nos están ayudando a proteger a los delfines. Los estamos convirtiendo de amenazas en aliados para la conservación, que es fundamental”, explica Van Damme.

En un video difundido durante la conferencia de prensa del adelanto de esta investigación, se escucha a pescadores involucrados muy motivados a trabajar por el bufeo. Involucrarles activamente en el estudio ha permitido que sean más conscientes del rol que juega el bufeo en mantener el equilibrio ecológico del río Ichilo, que es el río que sostiene sus medios de vida. Los pescadores están ahora incursionando en un proyecto que permite monitorear el estado poblacional de la especie durante los siguientes años, utilizando celulares y una aplicación en proceso de desarrollo. Ellos saben que el bufeo boliviano podría traerles beneficios económicos a través del turismo sostenible y responsable”. 

Las amenazas a una especie única en Bolivia

Lesli Córdova (camisa a cuadros), coordinadora técnica de la expedición. Foto: Pedro Laguna

Aunque Inia boliviensis está relativamente en buen estado de conservación respecto a la especie amazónica, desde 2010 las amenazas van en aumento. Algunas de ellas son: sobrepesca, la deforestación, el uso ocasional de los individuos como carnada, la mortandad ocasional en redes de pesca, el aumento de tráfico de embarcaciones, la contaminación por agroquímicos, hidrocarburos y mercurio, así como el desvío de ríos y la construcción de represas mal planificadas, entre otras.

En el caso de las hidroeléctricas, para el experto, sí causan un impacto en la conservación. “Es importante indicar que hay dos tipos de represas: andinas, y las que están en construcción, como Corani, San José I y II, hay como ocho que están construyendo. Aparte de esto hay otras represas como Bala y Chepete, que están planificadas en la cuenca más baja. Esos dos tipos de represas tienen otros impactos sobre los bufeos”.

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Específicamente en la cuenca Ichilo, donde se realiza el estudio, actualmente se está construyendo, al menos, seis de estas represas, con lo cual, esas empresas deben incluir en su estudio de impacto ambiental, el posible impacto sobre peces y el delfín boliviano. Asimismo, deben incluir medidas de mitigación en su estrategia de impacto ambiental. “Como sociedad civil, nosotros damos seguimiento y les damos insumos para que puedan mitigar cada vez mejor su impacto”, afirma Van Damme.

Este estudio precisamente busca entregar esa información necesaria a todos los actores que operan en la cuenca: municipios, gobernaciones (encargadas de regular la pesca), las empresas que tienen que ver algo con ríos en la cuenca, empresas que contaminan y empresas que tienen responsabilidad ambiental, entre otros.

“Uno de los objetivos principales (del estudio) es dar recomendaciones al Estado. Lo primero que tenemos que hacer es darles informes para que puedan ajustar el plan (de conservación) y tomar medidas para proteger mejor la especie”, dice el experto.

Los primeros resultados

Los involucrados en el proyecto durante la expedición que se realizó en julio. Foto: Pedro Laguna

Hasta ahora el equipo de investigadores descubrió que un macho puede recorrer, por lo menos, 95 kilómetros por el río Ichilo; una distancia muy grande para un delfín.

Antes se pensaba que el animal se quedaba en un mismo lugar, pero al no ser así, aumenta su vulnerabilidad. “Una especie local que no se mueve, tiene otra vulnerabilidad a los impactos de las actividades del ser humano. Mientras que la especie que se mueve todo el tiempo, que está en diferentes lugares, en diferentes hábitats, llega a ser mucho más vulnerable/sensible a impactos de la presencia humana”, según el coordinador general.

Otro individuo, una hembra joven, migró mayor distancia. Primero 70 kilómetros río abajo por el Ichilo, después otros 70 kilómetros de regreso, con lo cual recorrió más de 140 kilómetros.

Se prevé que el monitoreo dure entre seis a ocho meses. Podría ser hasta diciembre, tiempo en el cual los investigadores podrán conocer los movimientos del mamífero acuático durante la migración de los peces. De hecho, esos largos recorridos se deben a que los bufeos persiguen los cardúmenes de especies que desovan en la cuenca alta.

“Se espera tener mayor conocimiento sobre los desplazamientos diarios de los cuatro individuos en el río Ichilo y conocer su vulnerabilidad y amenazas. Además, se aprovechó esta expedición para concienciar a los actores locales sobre la importancia de proteger esta especie. Al mismo tiempo, este estudio aporta al conocimiento del bufeo, desarrollando estudios sobre su posición trófica, y estudios sobre la bioacumulación de mercurio en sus tejidos.”, añade Leslie Córdova, coordinadora técnica de la expedición. 

Mucho por conocer

Si los bufeos están bien, las personas que dependen de los ecosistemas en los que viven los bufeos también estarán bien. Así lo percibe Lila Sainz, Responsable de Vida Silvestre en WWF Bolivia. 

Por ello, los resultados obtenidos de este estudio, producto de una colaboración entre Faunagua, WWF-Bolivia y el Centro de Biodiversidad y Genética (UMSS), serán fundamentales para identificar prioridades de investigación y conservación de la especie.

Con el slogan “Bufeo: vida que fluye”, las instituciones mencionadas publicarán periódicamente los resultados y hallazgos de la investigación, al igual que mayor información sobre los movimientos de los bufeos.


Mira el recorrido de «Chepy», una de las hembras bufeos que es estudiada por el equipo de expertos. Ilustración y video: WWF


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