Por Thelma Gómez Durán/ Mongabay Latam 

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Leticia Merino salió de la universidad con un título en psicología social, pero en el camino conoció a una comunidad que defendía sus tierras en Michoacán. Ese encuentro sembró dudas sobre seguir o no por el camino de la psicología. Regresó a la ciudad y estudió las dinámicas de los sindicatos automotrices, pero eso no la enganchó. Se fue a estudiar a la India y los asuntos ambientales comenzaron a instalarse entre sus intereses académicos. Retornó a México y, en Quintana Roo, conoció cómo las comunidades mayas aterrizan sus tradiciones en el manejo del territorio. Ahí fue donde encontró el campo de estudio que, finalmente, la atrapó.

Su trabajo de más de tres décadas con las comunidades forestales —sobre todo las ubicadas en Quintana Roo y en la Sierra Juárez de Oaxaca— le permite afirmar que si se quiere tener herramientas para enfrentar la crisis ambiental, se debe conocer más  sobre “bienes comunes” y la forma en que las comunidades se organizan para tener un manejo sustentable de sus bosques.

Fundadora del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS) y reconocida con el segundo lugar del premio Land of Life, otorgado por la Convención de Lucha contra la Desertificación de las Naciones Unidas, Merino conversó con Mongabay Latam sobre los enormes retos para conservar el bosque en México y la crisis ambiental que nos presiona.

Leticia Merino
La doctora en antropología Leticia Merina es pionera en estudiar el manejo forestal comunitario en México. Foto: Cortesía CCMSS.

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Diez años para actuar

 

 ¿Qué panorama observa en el país en temas ambientales?

Es un panorama muy amenazante. Nuestro marco legal es uno de los peores del mundo. El deterioro de los ecosistemas es espeluznante, es muy profundo y es muy acelerado. Estamos viviendo una situación de emergencia ambiental que también se ha convertido en un problema de salud pública. El país está desbaratado en muchos frentes, pero creo que el tema ambiental se trivializa. Alguna de mis colegas lo decían, y coincido, somos la última generación que puede cambiar las cosas y tenemos diez años para hacerlo.

¿Diez años? ¿Y cómo hacer para que, ante este panorama, no reine la desesperanza?

Hace poco, en un foro al que asistí, el rector de la Universidad de los Andes decía: “En este momento de la humanidad, lo revolucionario es tratar de ser optimista”. Creo que la esperanza está en la acción social y en los proyectos de autogestión. Tenemos que ser incansables como generación. Tenemos que construir esperanza y movilizarnos.

¿Una herramienta contra la desesperanza sería dar más peso a conceptos como el de “bienes comunes”?

En este tema existe una serie de experiencias virtuosas en el país. En el mundo — Indonesia, India y también en Europa— hay toda una reivindicación de los bienes comunes naturales y culturales. Por ejemplo, hay todo un movimiento de defensa y de creación de nuevos bienes comunes culturales, como el software libre. Eso es una respuesta a la privatización del conocimiento, que es tan excluyente.

Y sobre los bienes comunes naturales hay que fortalecer y visibilizar experiencias como las del manejo forestal comunitario, hay que mostrar lo valiosas que son: tienen un impacto importante en la conservación, pero también en aportación económica para sus regiones. Los bosques comunitarios bien manejados son una oportunidad de captura de carbono, de provisión de servicios ambientales, de mitigación del cambio climático y reducción de la deforestación.

Leticia Merino-Manejo forestal comunitario
En 2018, la comunidad de Ixtlán, en Oaxaca, celebró 35 años de haber recuperado sus bosques. Foto: Cortesía CCMSS

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Impulsar el manejo forestal comunitario

México es considerado un país pionero en el manejo forestal comunitario, ¿qué condiciones permitieron que así fuera?

Primero, la tenencia de la tierra. En México se reconoce la propiedad colectiva de la tierra y eso fue por la Revolución Mexicana y la reforma agraria que dotó de tierras a comunidades y ejidos. El 75 % del territorio forestal quedó dentro de ejidos y terrenos comunales. Sin embargo, a la gente que era dueña de la tierra en donde estaban los bosques se le quitó el derecho a explotarlos; se entregaron concesiones a empresas para que fueran ellas las que aprovecharan la madera. Hubo una resistencia muy fuerte contra las concesiones forestales sobre todo en Oaxaca y Durango.

El año pasado, en la Sierra Juárez de Oaxaca, celebraron 35 años de haber recuperado el control de los recursos forestales. A partir de ahí comenzaron a trabajar en el manejo forestal comunitario, con asesoría de técnicos forestales, de académicos y organizaciones no gubernamentales. A principios de los noventa se tuvo el Programa de Conservación y Manejo Sustentable de Recursos Forestales (Procymaf), con recursos del Banco Mundial, que permitió la capacitación de las comunidades, la formación de comités regionales, la generación de redes de apoyo y el fortalecimiento de las asambleas comunitarias. Pero ese programa lo terminaron en el sexenio de Felipe Calderón. No ha vuelto a existir. Bueno, solo durante un breve tiempo en el sexenio pasado.

Pese a que los últimos gobiernos no lo apoyaron, el manejo forestal comunitario ha probado que es una manera de conservar biodiversidad y bosques. Y que no es una conservación excluyente. Si en el tema de conservación de la biodiversidad dejas de lado los aspectos sociales, se genera marginación y conflicto.

 

Manejo forestal comunitario
Las comunidades organizadas conservan sus bosques y generan ingresos al hacer un aprovechamiento sustentable de los recursos. Foto: Cortesía CCMSS

 

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En el contexto actual, ¿a qué se enfrentan las comunidades que hacen un manejo sustentable de sus bosques?

Muchas comunidades se enfrentan al tema de las concesiones mineras, ya que no las consultan y solo se enteran que hay una concesión en su territorio cuando ya están empezando los trabajos de exploración; 33 % del territorio montañoso forestal está concesionado a la minería. Y ante eso, queremos incidir y ser parte del proceso para cambiar la ley minera en México. Ya tenemos un libro que otorga la evidencia de que la actual ley es espantosa. Por ejemplo, ni la violación a los derechos humanos ni el deterioro ambiental extremo son motivos suficientes para que se retire una concesión minera. La minería es apoyada con un montón de subsidios y normas muy laxas, mientras que las comunidades con manejo forestal se enfrentan a una regulación excesiva, a que les pidan estudios que luego ni utilizan, a legislaciones adversas y a un montón de requisitos. Por ejemplo, les piden reforestaciones absurdas, que no tienen ningún sentido.

Hace tiempo hice un libro que se llamaba Encuentros y desencuentros: Análisis de los subsidios forestales y ahí muestro que siempre se ha subsidiado la reforestación. Ahorita, con este gobierno lo vemos. El problema es que la reforestación se hace desde la idea, muy simplista, de que todo está deteriorado, entonces van y ponen arbolitos, cuando las cosas son mucho más complejas. El tema no es reforestar por reforestar es realizar una restauración (ecológica) productiva, una producción sustentable. Está comprobado que los bosques que más se mantienen, son aquellos en donde las comunidades obtienen ingresos por su manejo.

A las comunidades que hacen manejo forestal también se les exige pagar impuestos como si fueran cualquier otra empresa, sin tomar en cuenta que son comunidades que contribuyen con la reparación de caminos, con la construcción de escuelas y de otros servicios. La normatividad fiscal no toma en cuenta el carácter social ni el beneficio ecológico que realizan estas comunidades. Hay una ceguera sobre al manejo forestal comunitario. Los retos son múltiples y se necesita una política visionaria que vea el manejo forestal comunitario como un gran potencial para el país.

Manejo forestal sustentable-Bosques-agua
El manejo forestal comunitario ha demostrado que es una herramienta efectiva para conservar ecosistemas. Foto: Cortesía Conafor.

¿En ningún caso funciona la reforestación?

Es importante que se reforesten lugares donde sí hace falta, pero que se haga con germoplasma nativo. En términos ecológicos, cuando es posible, es mucho más viable promover la regeneración natural que reforestar. Promover la regeneración natural también significa mantener bancos de semillas con árboles maduros. Los sistemas de manejo forestal comunitario replican, de alguna manera, la dinámica de crecimiento-muerte del bosque en distintas etapas y a partir de eso obtienen madera. Es un manejo sustentable, avalado por técnicos forestales y biólogos.

Donde no hay más árboles y no hay otro uso del suelo, como la agricultura, se puede reforestar, pero tienen que ser plantaciones mixtas y cercanas a bosques naturales, además de tener finalidades productivas. Donde hay bosque, no es necesaria la reforestación. La reforestación, como diría Elinor Ostrom, es una panacea de los urbanos que no entienden los sistemas naturales.

¿Qué se tendría que hacer para impulsar el manejo forestal comunitario?

El gobierno actual tiene un reto. El actual secretario de medio ambiente ha declarado que admira la experiencia del manejo forestal comunitario, pero no tienen presupuesto. Hay mucho que hacer. Para empezar, se debe tener una política decidida de apoyo al manejo forestal comunitario. Después de 25 años de libre comercio y devaluaciones hay sectores que se tienen que proteger y el sector forestal es uno de ellos. ¿Por qué proteger a la minería? Nuestro sueño es que en la ley se considere al manejo forestal comunitario como una actividad de interés público en México.

 

Leticia Merino-Oaxaca
Las investigaciones científicas deben compartirse con la sociedad, señala la doctora Merino. Foto: Cortesía Leticia Merino.

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Investigación para impulsar cambios

Además de la investigación, buena parte de su trabajo ha sido asesorar comunidades forestales, impulsar cambios políticos y legislativos en materia ambiental, ¿por qué decidió ir más allá de la academia?

Elinor Ostrom insistía en que la investigación debía tener una utilidad, ella planteaba que nuestras investigaciones tendrían que incidir en políticas públicas. Eso se lo heredé. Los gobiernos tendrían que considerar las investigaciones que hacemos para la toma de decisiones. Temas como la calidad del agua, las cuencas; de las ciencias sociales, por ejemplo, podrían considerar nuestros trabajos sobre derechos, incentivos o conflictos.

Pero sucede todo lo contrario. Estamos viendo a diversos gobiernos ignorar el trabajo científico en temas como cambio climático, deforestación y en muchos otros; incluso, lo desdeñan.

Es una época difícil. Los científicos muchas veces somos muy ingenuos y pensamos que con tener evidencias ya es suficiente, y que los tomadores de decisiones o los políticos asumirán nuestras recomendaciones o las van a implementar. Si la política es un tema de ejercicio de poder, entonces no es cuestión de solamente proveer conocimiento, es también un tema de difundir entre la sociedad el conocimiento que generamos.

Nosotros, desde la academia, junto con la sociedad y las organizaciones tenemos que presionar al gobierno para generar otras leyes, para cambiar la forma en que se toman las decisiones y que se atiendan los problemas que no se atienden. Sin movilización social no hay sustentabilidad. Podemos tener toda la evidencia científica, y eso es muy importante, pero solo es una parte del proceso del cambio. Como académicos, como científicos, debemos tener la humildad de aprender y trabajar con otros sectores. Influir en políticas públicas, leyes y programas es mucho más complejo que generar conocimiento.

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¿Cuál es su opinión respecto a los proyectos del gobierno actual en materia ambiental?

Creo que no se le ha dado ninguna prioridad al tema ambiental. No se visualizan los problemas ni se tiene un diagnostico; lo tiene Víctor Toledo —titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat)—, pero no tiene presupuesto.

 

Leticia Merino-Elinor Ostrom
La doctora Leticia Merino colaboró con Elinor Ostrom, Premio Nobel de Economía 2009. Foto: Cortesía Leticia Merino.

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Enseñanzas de una Nobel

¿Cómo influyó en su trabajo el pensamiento de Elinor Ostrom (1933-2012), reconocida por sus estudios sobre “bienes comunes”, Premio Nobel de Economía en 2009 y con quien usted colaboró?

Cuando hice mi doctorado usé su libro, El Gobierno de los Bienes Comunes, como marco de análisis. Tiempo después la conocí y me invitó a hacer un postdoctorado con ella. Eso fue una gran experiencia porque Elinor entendía muy bien el tema de gobernanza y los factores que intervienen para que la gente coopere, se organice y se relacione con el Estado. La conocí como seis o siete años después de que publicara su famosísimo libro en el que analiza 90 casos sobre bienes comunes en distintos lugares del mundo, como Indonesia, India, España o Turquía. Tomar clases con ella y conocer su pensamiento me ayudó a organizar muchas de las intuiciones que nacieron durante mi trabajo de campo.

 ¿Cuáles eran esas intuiciones? ¿Y que planteamientos de Ostrom observó en México?

Los derechos colectivos sobre los derechos individuales es lo que permite proteger bienes comunes como un bosque o una cuenca; son bienes compartidos que requieren coordinación y cooperación para manejarse con una perspectiva de largo plazo. Para sostener la cooperación es necesario generar “capital social o confianza”. Las condiciones o normas para generar esa confianza se van estableciendo con la participación social, solo así pueden ser conocidas, aceptadas, legítimas. Esa confianza no es a nivel personal, es a nivel de grupo, es un compromiso por el bien común. Además, se deben generar espacios para la resolución de conflictos. Todo eso lo había visto en las comunidades. También había visto lo que sucedía cuando faltaba algo de eso.

Cada vez es más común escuchar sobre “bienes comunes” y “derechos colectivos”, sobre todo cuando se habla de comunidades indígenas.

Pero va más allá de los indígenas, es una circunstancia humana. Solo que las comunidades indígenas llevan mucho tiempo interactuando, generando cultura, derechos y patrimonio a partir de los bienes comunes.

¿Cuál es la mayor enseñanza que le ha dejado del manejo forestal comunitario?

Dos cosas: el valor de cooperar y la posibilidad de soñar. Soñar con utopías, con aquellas cosas que te gustan, que se hacen proyectos y después se hacen posibles.

* Imagen principal: Bosque de la Sierra Tarahumara. Fotografía: Thelma Gómez Durán.