El fuego resiste pese a persistente lluvia

En el parque Otuquis se recibió el agua con algarabía, aunque pequeños incendios se reactivaron fácilmente. En otros sectores de la Chiquitania sucedió algo similar.

Imágenes del parque Ortuquis tomadas por la SBDA el 26 de agosto.
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Rocío Lloret Céspedes

Una lluvia que cayó hoy en el parque nacional Otuquis, situado a unos 60 kilómetros de Puerto Suárez, en la frontera con Brasil, hizo que cundiera la alegría entre bomberos, voluntarios y guardaparques. Todos ellos, hombres y mujeres, trabajan desde hace varios días en la zona, para apagar los incendios forestales que ya afectaron a más de 900 mil hectáreas en la región Chiquitana de Santa Cruz, así como el Pantanal y el Chaco.

En un recorrido de La Región, ayer, por la carretera Roboré – Puerto Suárez, se pudo evidenciar cómo quedaron extensas tierras después del desastre, que comenzó la primera semana de agosto, en algunos puntos, y a mediados, en otros.


 

Sobrevuelo Otuquis 26/08/2019 Video: SBDA

Los puntos más difíciles

Foto: Rocío LLoret Céspedes

El Parque Nacional Otuquis, en Puerto Suárez, así como lugares inaccesibles del Valle de Tucabaca, en Roboré; fueron los puntos más críticos este lunes, debido a que hace días los focos de calor no pueden ser controlados.

Para activistas como Paula Saldaña, de la Plataforma por el Medio Ambiente y la Vida, el agua caída durante gran parte de la tarde en cercanías de la frontera con Brasil, fue un gran alivio, ya que el domingo 25, por ejemplo, el panorama era desolador.


Mira el testimonio de Paula Saldaña sobre el desastre ecológico en el Parque Nacional Otuquis.

Entretanto, guardaparques y voluntarios que vienen trabajando en la zona desde hace más de una semana, aseguraron que si bien la lluvia fue beneficiosa, para apagar totalmente los focos de calor, las precipitaciones tendrían que se intensas y constantes.

Trabajo intenso

Por su parte, Richard Rivas, director de la Unidad de Conservación Parque Nacional (UCPN) Tucabaca, aseguró que solo los guardaparques pueden ingresar a determinados sitios donde todavía hay incendios, ya que se debe caminar varios kilómetros para llegar hasta ellos.

Mientras, la ayuda continúa llegando a la zona de desastre, pero también continúan las necesidades.

Josefita Pecto, por ejemplo, fue trasladada junto a sus hijos al colegio Marista de Roboré, porque la noche del domingo su comunidad, San Lorenzo Viejo, se vio afectada por las llamas. Ella y mujeres y niños de otras 22 familias tuvieron que salir con la ropa que traían ese momento, porque el humo era insoportable.

Ayer todas estas personas ya habían retornado a sus hogares, aunque el miedo por una reactivación del fuego, mantiene en vilo a autoridades y voluntarios.

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Esa sensación, cuenta el guardaparque Herman Justiniano, hace que desde hace varios días, tanto él como sus compañeros, no puedan ni almorzar tranquilos un instante. «En cualquier momento nos avisan que se reactivó un incendio y tenemos que dejar todo para salir ese rato», dijo.

Este lunes, a las 19:00 aproximadamente, otro incendio en la carretera se reactivó en cercanías del municipio de El Carmen Rivero Tórrez. Las llamas se propagan con facilidad pese a las lluvias.

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