En Santa Cruz ya hay recolectores que usan triciclos eléctricos para recoger residuos

Alrededor de 500 personas recorren las calles en turnos diurnos y nocturnos para recoger aquello que otros desechan. Su trabajo es invaluable para ayudar al medioambiente, pero muchos lo hacen a pie. En una asociación se empezó a usar un transporte ecológico, aumentó el volumen de su carga y mejoró sus ingresos. Pronto usarán una aplicación.

Raúl Paucara trabaja agachado, en medio de un ruido ensordecedor, sin ver lo que sucede a su alrededor. En sus manos grandes y gruesas de soldador y reciclador, está mejorar la calidad de vida de sus compañeros que se dedican a buscar, seleccionar, limpiar y vender aquello que otros desechan. En sus manos está adaptar motores eléctricos a carritos de metal o reparar los que ya están en desuso.

Aunque parezca algo sin mucha importancia, tener un transporte dónde llevar los residuos permite mejorar los ingresos de las personas que se dedican a este oficio. En el caso de los triciclos con motor ecológico, tienen una autonomía de 60 kilómetros en la batería. Esto implica recoger hasta cinco veces más residuos, sin tener que caminar los diez kilómetros a los que están acostumbrados; lo mismo a 38 grados, que a 14 en la capital cruceña.

Raúl en La casa del recolector. En este sitio trabaja en la adaptación de los carritos.

La primera asociación en ser parte de este proyecto de la Fundación Amigarse es la “27 de Mayo”, cuyo centro de acopio se encuentra en el tercer anillo de la avenida Brasil. Alejandro, de 19 años, es uno de los primeros usuarios de este sistema. Además, es el más joven, ya que sus compañeros -en su mayoría- tienen más de 60 años.

Precisamente pensando en ellos, los recicladores de tercera edad, se buscó aliviar el peso que representa cargar costales sin que al final del día el pago sea el más justo.

Pero la idea es que cada vez más personas puedan tener estos carritos, construidos con partes de bicicletas y canastillos de otros carros en desuso.

Una búsqueda por el ciberespacio

Todos los materiales utilizados fueron rescatados de piezas que otros desecharon.

Aunque ahora Alejandro domina el triciclo ecológico, tener el prototipo no fue fácil. Heiver Andrade, director de Amigarse, cuenta que se tuvo que buscar en todo el país un proveedor de los motores eléctricos. Tras varias búsquedas por el ciberespacio, finalmente, se dio con uno en Cochabamba.

Lo siguiente fue adaptarlos a fierros para que funcionara como una motocicleta; algo que demandó varias pruebas hasta que por fin se logró el objetivo. El vehículo ecológico funciona con una batería, que le da una duración para recorrer 60 kilómetros.

Alejandro cuenta que ahora puede hacer hasta cinco viajes, lo que implica mayor recojo y, por tanto, mayor ganancia. En su caso, el dinero que obtiene por la venta se lo entrega a su mamá, Marina Mamani, para sus estudios.

Ella también es recicladora y con este oficio crió a sus hijos. En La Paz, su ciudad de origen, ya se dedicaba a esto como su madre. Al venir a Santa Cruz vio que había mucho por recoger, así que caminaba por las calles en busca de aquello que para muchos puede parecer desechable.

Un aprendizaje constante

El centro de acopio de la asociación 27 de Mayo, donde la mayoría de los afiliados son personas de la tercera edad.

Se estima que alrededor de 500 personas se dedican a la recolección de residuos solo en la capital cruceña. Hay una red que aglutina a tres organizaciones grandes, que cuentan con personería jurídica. Cada una aglutina, a su vez, a asociaciones, en cuyo seno hay entre 11 y 35 miembros. Marina cuenta, por ejemplo, que en la suya había 11 afiliados y tras la primera ola de la Covid-19, el número subió a 31, “porque muchas mujeres quedaron sin trabajo”.

El sistema de recolección funciona de la misma manera hace 15 años. Los recicladores tienen cuadrantes asignados e incluso hay espacio para los independientes, que son los que no pertenecen a ningún gremio. Un cuadrante, por ejemplo, puede abarcar del tercer anillo de la avenida Brasil hasta el cuarto anillo de la Tres Pasos Al Frente. Así, cada grupo sabe que no puede ingresar al de otro.

Este ejército de limpiadores silenciosos no solo ayuda al medioambiente, sino que de esta manera ha criado a una nueva generación de niños y jóvenes, que ahora aspiran a tener una profesión.

Según datos de Amigarse, el 65 % son mujeres; la mayoría de ellas, madres solteras. Más del 60 % son migrantes del resto del país, excepto Pando. Además, las redes están conformadas por familias.

Tener esta información, ha permitido mejorar la ayuda a un sector invisibilizado e incluso discriminado por la sociedad, pese a que el rol que juegan en bien del medio ambiente es invaluable. Porque evitar que la cantidad de desechos que recogen llegue a los vertederos de las ciudades, hace que estos tengan mayor capacidad.

Aún así, datos del Ministerio de Medio Ambiente y Agua dan cuenta que, a nivel nacional, menos del 5 % de la basura que se genera, se recupera. En el caso de Santa Cruz, esa cifra llega al 7 %, pero el ideal es que hasta 2030, llegue al 20 %.

Eso último solo se logra mejorando la capacidad de recojo pero, sobre todo, incentivando en la ciudadanía una cultura de separación de residuos; algo que se intentó hacer hace unos años desde el municipio, pero que luego se dejó de lado.

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Separar residuos, una ayuda para todos

Marina es la actual dirigente de 27 de Mayo. Aprendió a reciclar en La Paz, cuando veía a su madre hacerlo. Su hijo Alejandro también trabajar en este oficio.

Hoy en día la mayoría de los recolectores están capacitados para manipular los desechos y clasificarlos. Marina y sus compañeros son conscientes que su labor va más allá de generar recursos, “ayudamos al medio ambiente”, dice.

Por eso exhortan a la gente a separar por colores la basura orgánica o la que procede tanto de origen animal como vegetal, de todo aquello que puede reutilizarse como: cartón, plástico, papel, vidrio o aluminio. Al hacerlo, se evita que todo eso vaya al vertedero municipal y, con el paso de los años, lo colapse. Además, contribuye a que los recicladores no tengan que abrir las bolsas para seleccionar desechos.

Según Emacruz, actualmente el municipio cruceño genera 2.050 toneladas de basura por día; 250 toneladas más que el año pasado, que eran 1.800. Hace tres o cuatro años, eran 1.600. Esa proyección da cuenta que la generación de residuos va en aumento debido al incremento poblacional, lo que implica mayor demanda de vivienda, carreteras y comida, entre otros. Pero en ese interín, el planeta no tiene el tiempo para regenerarse ante la demanda.

El aluminio es uno de los materiales que mejor se paga en este momento. Foto: Rocío LLoret

Paralelamente al tema ecológico, está el tema social, porque mejorar la recolección de residuos aumenta los ingresos de hombres y mujeres, muchos de ellos de la tercera edad, que viven de vender estos desechos a empresas que los reutilizan.

Así, hay un mercado para cada elemento. Por ejemplo, el cartón es muy buscado para una firma que fabrica maples de huevos. Las botellas de gaseosas pasan por otro proceso de limpieza y tienen distintos usos, así que se paga bien por unidad. El aluminio generar más dinero a partir de cierta cantidad; lo mismo que el plástico. En este momento en Santa Cruz quizá lo que menos se venda sea el vidrio, porque ya no hay una empresa que lo reutilice. Pero en Tarija, se paga bien por las botellas de vino.

Una nueva era en la vida del reciclador

En los lugares de acopio, además de dejar los residuos, se los separa, se los lava y se los deja listos para llevar a la venta. Foto: Rocío LLoret

El hecho de contar con carritos ya es una ventaja para quienes los tienen. El resto debe caminar con bolsas al hombro, por lo que Raúl, quien también es dirigente del sector, se preocupa porque todos puedan tener uno. En ese afán, repara estos transportes y pone a la venta rifas para que algún asociado pueda ganarse un carrito.

Para Amigarse, la idea es que en el caso de los que usan transporte eléctrico puedan tener créditos para acceder a uno de estos triciclos. Hasta ahora los beneficiarios han visto las ventajas, aunque para algunos hombres de tercera edad es complicado aprender a manejar.

Pese a ello, vieron que, con los 60 kilómetros de autonomía, es posible recoger cinco veces más que lo que se hace a pie o empujando un carrito mecánico.

El otro paso es una aplicación móvil, que tendrán las asociaciones, para que cuando algún vecino tenga residuos reciclables en cantidad, pueda solicitar que alguien los recoja. Para ello se prevé entregar un equipo por agrupación y crédito por dos meses para que estén conectados, hasta que el sistema funcione.

Tanto Marina como Raúl, quien enviudó y crió solo a sus hijas, ven en estas oportunidades una manera de mejorar la calidad de vida de los recolectores. En tiempo de la primera ola de la pandemia muchos de ellos se vieron obligados a cambiar de rubro, porque no había quién compre lo que recogían, así que se pusieron a vender hierbas medicinales.

A algunos les tocó incluso ser arrestados cuando el confinamiento era estricto. Otros enfermaron y también hubo muertos, por lo que Raúl ve importante tener un seguro de salud, dada la peligrosidad del oficio. “Ese -dice- tiene que ser el otro paso”. Y para ello esperan que el alcalde electo, Jhonny Fernández, quien hizo varias promesas a este sector, cumpla. “Una vez que se posesione, pediremos una reunión con él”, adelanta Marina.

Alejandro sale a recoger cartones.


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