Un estudio denominado “La exposición al mercurio de las mujeres en cuatro países latinoamericanos productores de oro”, reveló que en 60 de 64 mujeres de dos comunidades de la etnia Esse Ejja de Bolivia los niveles de este metal pesado son “muy elevados”. Este pueblo indígena -asentado en el norte de La Paz, Beni y Pando- no está directamente con la minería aurífera, pero el pescado es parte de su dieta cotidiana. Por ello los expertos presumen que la cuenca del río Beni, de donde pescan su principal alimento, es la causa.
La investigación, que se presentó a principios de julio, estuvo a cargo de la Red Internacional de Eliminación de Contaminantes (IPEN por sus siglas en inglés) y del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad (BRI). Se realizó en comunidades de Bolivia, Brasil, Venezuela y Colombia, mediante la toma de muestras de cabello. En el país participaron 64 voluntarias.
“De todas las locaciones en las que se recolectaron muestras, las mujeres indígenas de Bolivia de los grupos [ese ejja] de Eyiyo Quibo y de Portachuelo mostraron, por mucho, los niveles más elevados de todos los participantes de este estudio”, se lee en el documento. Eyiyo Quibo está en el municipio de San Buenaventura en La Paz, frente a Rurrenabaque (Beni), mientras que Portachuelo se ubica en el municipio de Gonzalo Moreno, Pando, a más de 300 kilómetros de Eyiyo Quibo.
Los miembros de estos dos pueblos “no se involucran en la minería de oro ni tienen contacto directo con mercurio, por lo que el único aspecto que se puede identificar como factor de exposición al mercurio es su alimentación”, plantean los autores.
La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos explica que la concentración de metil mercurio no debería exceder 1 parte por millón (ppm) en el organismo. En el caso de 60, de las 64 mujeres que participaron de la muestra en Bolivia, ese número fue superado.
Entre leyes y costumbres
En su libro Compendio de etnias indígenas y ecoregiones de Bolivia, el antropólogo Álvaro Díez Astete afirma que los Esse Ejja solo se conciben a sí mismos en una relación directa con los ríos amazónicos. De ahí que la pesca se considera como una actividad cultural cotidiana de las familias. Se trata incluso de una parte de la identidad del pueblo indígena. En ese contexto, cambiar de dieta no es una alternativa.
En agosto de 2017, Bolivia ratificó su participación en el Convenio de Minamata, mediante la Ley 759. Entre otras cosas la norma reafirma su objetivo de “proteger la salud humana y el medio ambiente de las emisiones y liberaciones antropógenas de mercurio y compuestos de mercurio”.
El artículo 7 de dicho convenio establece que “cada Parte en cuyo territorio se realicen actividades de extracción y tratamiento de oro artesanales y en pequeña escala sujetas al presente artículo adoptará medidas para reducir y, cuando sea viable, eliminar el uso de mercurio y de compuestos de mercurio de esas actividades y las emisiones y liberaciones de mercurio en el medio ambiente provenientes de ellas”.
Sin embargo, con los resultados de este estudio, se estaría incumpliendo tal postura.
Otros hallazgos
El estudio piloto se realizó en 163 mujeres de los países citados en edad reproductiva, siendo las bolivianas las que tuvieron los niveles más elevados de mercurio respecto al resto. “Queda claro que los niveles extremadamente elevados de mercurio surgen de consumir pescado contaminado del sistema del río Beni”, cita el documento.
En el caso del pueblo minero de Vila Nova, en Brasil, tuvieron un segundo lugar en los niveles medios de mercurio en el cabello. Les siguen las mujeres de El Callao, Venezuela, e Iquira (Colombia), con los niveles medios de mercurio en el cabello más bajos, de 0.25 ± 0.15 ppm (PF).
Los expertos resaltan que un número significativo de mujeres también tuvo niveles elevados de mercurio, que no se podían atribuir a la exposición directa al mercurio en la minería, sino porque consumen pescado local regularmente.
En contraparte, en las comunidades en las cuales concluyó el uso de mercurio en la minería desde hace unos años (Iquira, Colombia), se reportaron algunos de los niveles más bajos de mercurio vistos en el programa de biomonitoreo global de IPEN.
Todo esto, lleva a mostrar las debilidades del Convenio de Minamata, que continúan facilitando la comercialización global del metal que se usa para separar el oro, y su desviación hacia la minería aurífera artesanal en pequeña escala (MAAPE), a pesar de las prohibiciones de los países productores.
¿Cómo financiamos nuestro trabajo?
La Región depende de lectores como vos, que apoyan la existencia y sostenibilidad de un periodismo útil, de calidad y más humano. En tus manos está que se conozca la situación medioambiental y de ecoturismo de Bolivia, con noticias, historias e investigaciones que se hacen posibles gracias a tu aporte. Dale click aquí para saber más o llámanos al (591) 70079347