Historia de un puma que vivía en una jaula

Se quedó sin madre a los pocos días de nacido. Tiene diez meses y estaba en la Gobernación de Beni. La situación por Covid19 agilizó su traslado a un centro de custodia de animales silvestres en los Yungas de La Paz.

El puma es el segundo felino más grande del continente. Foto: Facebook Romina Landivar

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Rocío Lloret Céspedes

El pequeño felino da vueltas en círculos en un espacio reducido. Lo hace rápido. Con la mirada en el piso artificial de la jaula con alambre prensado en la que está. Se lo nota nervioso, ¿entenderá lo que pasa a su alrededor? Unos hombres lo miran, quizá con angustia, quizá desinterés. Tiene diez meses y nunca ha vivido en libertad. En el mismo video se observa cómo luego esos hombres tratan de hacer que pase de la jaula a una caja con agujeros. En unas horas, deberá viajar en avión desde Trinidad hasta Cochabamba. Allí hará escala para ver que todo esté bien. Después, nuevamente volará hasta el aeropuerto de El Alto. Finalmente, en un vehículo de cuatro ruedas, viajará otras horas hasta su nuevo hogar: un centro de custodia para animales silvestres, en los Yungas de La Paz.

Antes de ser trasladado a Coroico, en La Paz, estuvo en el Centro de Conservación Paraba Barba Azul . Foto: MMAyA

Ahora se llama Vejpa, que en idioma Mojeño significa “somos vida, somos un todo que crece junto a la naturaleza”. Es un puma concolor como dice su nombre científico. Habita “en tierras bajas o en los Andes, al norte, sur, este y oeste del contienen americano”, dice la bióloga Gabriela Tavera. “Es adaptable y generalista, por lo que vive en los principales biomas de toda América”, se lee sobre él en Wikipedia. Se trata del segundo mayor felino después del jaguar y el cuarto más grande del mundo.

Marco Greminger, veterinario-zootecnista de Trinidad, dice que se lo entregaron cuando tenía 15 días de nacido. Un ganadero de nombre Gonzalo Arteaga, que volvía de su propiedad a la capital beniana, le contó que lo vio solo en medio de un incendio. Era agosto del año pasado.

El sujeto iba con su amigo en su camioneta y conocedores de la zona, “sabían que su madre debía estar cerca”. Esperaron, pero ella no apareció. Al ver que podía quemarse, lo rescataron y lo llevaron a casa de quien en ese momento era responsable del proyecto Apoyo a la Conservación de la Fauna Silvestre en la Gobernación de Beni. “Lo trajeron a las once de la noche”, afirma.

Al día siguiente se presentó a la cría en conferencia de prensa. El departamento no tiene un centro de custodia temporal para animales silvestres, por lo que se lo puso en una jaula. Según Greminger, el gobierno de Evo Morales comprometió dinero para la construcción si se conseguía un terreno de 50 hectáreas. “Se hizo todo, pero lamentablemente la plata no llegó nunca”.

Video: MMAyA


Ya entonces, agosto de 2019, el Ministerio de Medio Ambiente y Agua (MMAyA) pidió el traslado del cachorro al refugio de animales silvestres La Senda Verde, ubicado en Coroico, a dos horas de La Paz, uno de los ingresos hacia la Amazonia boliviana. La instancia nacional, en coordinación con los gobiernos departamentales y municipales, debe velar por el bienestar de la fauna silvestre, porque según la Constitución esta es patrimonio natural del Estado.

Greminger respondió que se iba a hacer un estudio “para poderlo ver y antes que cumpla su madurez sexual, liberarlo en el mismo lugar donde fue encontrado”. En todo caso, planteó, sus jefes superiores debían dar la orden para cumplir la determinación.


Mira  aquí el comunicado oficial del MMAyA sobre liberación de fauna silvestre.


Pasó el tiempo, la orden no se ejecutó. Dos meses después, en octubre, vino la revuelta posterior a las elecciones presidenciales, que derivaron en la renuncia de Morales y el cambio de gobierno transitorio.

Mientras, Simba, como le pusieron al puma, tomaba leche deslactosada hasta antes de cumplir los tres meses, y con probióticos, después. «Se le daba proteína y patas de gallina, por el colágeno”, nunca carne roja. Tras la crisis político/social, hace cinco meses, Greminger dejó de prestar servicios en la Gobernación.

En una nota de prensa, el MMAyA asegura que el felino fue rescatado cuando tenía cinco meses de un domicilio particular en Trinidad (ver la nota). Luego –sigue el documento- llevado a dependencias del Gobierno Departamental, “sobreviviendo otros cinco meses en una jaula con atención oportuna, aunque mínima”.

El espacio al que se hace alusión le quedaba cada vez más pequeño al animal, que empezó a crecer. Con la llegada del coronavirus y la emergencia sanitaria de Beni, el segundo departamento más golpeado por la enfermedad en Bolivia, el felino dejó de recibir alimentación “continuamente”.

En su hábitat natural, el animal caza taitetúes, jochis u otros animales pequeños para alimentarse. Foto: MMAyA

“La Gobernación entra en contacto con nosotros y empieza a coordinar de manera conjunta la derivación. No tengo la fecha exacta, pero fue el 10 de mayo, por ahí. Sabíamos que el animal había sido rescatado el año pasado de una casa en la ciudad de Trinidad y estaba en custodia temporal con la Gobernación. Sin embargo, desconocemos las razones de por qué no se tomó medidas previas. Tal vez fue porque las condiciones que se les estaba dando todavía eran manejables, pero esta emergencia hizo que se salga de la capacidad operativa de atención. A partir de eso empezamos a buscarle un nuevo lugar al animal”, dice Luis Guizada Durán, coordinador de Monitoreo y Evaluación Integral de Biodiversidad del MMAyA.

Para ese momento, Senda Verde ya había recibido otros felinos, pero Vicky Ossio, la directora, decidió hacer un espacio al puma. “Nosotros podemos tener problemas, sabemos que hemos llegado a nuestro límite, pero tampoco vamos a dejar que un animal sea maltratado y mal alimentado, y lo aceptamos inmediatamente. Dijimos: ‘vamos a hacer lo que sea, pero hay que salvar a ese pumita’”.

Una larga travesía

El momento en que el animal era cargado en el sector de equipajes del avión. Foto: MMAyA

Así se inició el protocolo de traslocación, como se conoce al procedimiento. Pero también una larga espera para el animal, que nada sabía de lo que pasaba a su alrededor y se mantenía en una jaula, donde no podía ni pararse en dos patas.

El 18 de mayo la activista Romina Landívar supo que desde la Gobernación de Beni no se permitía la salida del mamífero, que estaba en el garaje de la institución. Dos días después lo denunció en sus redes sociales y paralelamente comenzó a coadyuvar con Biodiversidad del Ministerio, para conseguir los implementos necesarios para el traslado y el vuelo. Rápidamente surgió una protesta social de parte de internautas, que vieron las imágenes del animal en cautiverio.

“Con Raúl Rojas, del ministerio, nos contactamos con la Gobernación de Santa Cruz y se consiguió la jaula un poquito más grande (de lo establecido), pero logramos que BOA nos apruebe. Con todo listo, hasta con el protocolo, solicitudes por escrito, los funcionarios de la Gobernación del Beni, que ya estaban con un antecedente al negarse a entregar a un animal (en agosto del año pasado), se volvieron a negar”, explica Landívar.

El posteo en Facebook tuvo más de 1.200 compartidos. Rápidamente el caso tuvo un alcance inesperado. Ante ello, el secretario de Medio Ambiente del Gobierno Departamental, Rolando Moy Pérez, respondió en un video institucional que se coordinaría el traslado. En el mismo audiovisual, Gonzalo Coímbra, de la Dirección de Gestión Ambiental, dijo que solo se pedía que se cumpla el “protocolo legal de traslocación” y que se estaba entregando un animal “en buen estado físico”.

Ver el video: 

En los días previos al vuelo, el animal fue llevado en una jaula más pequeña al Centro de Conservación Paraba Barba Azul. Llegado el viernes 22 de mayo, ya con la caja en el sector de equipaje, listo para despegar, se paró todo “por un problema de logística”, afirma Guizada.

La caja con el puma nuevamente volvió a la reserva de parabas. Y allí estuvo otros siete días, porque los vuelos a Trinidad solo son una vez por semana. En las redes sociales se disputaba otra batalla, a la que el cachorro era indiferente.

El último viernes 29, una vez más se dispuso todo para retomar la travesía. Fueron horas eternas para el animal. Pasar de la jaula al cajón con orificios, ser trasladado hasta el aeropuerto. Un retraso de varias horas, porque el avión debía llegar a La Paz a las 15:00, pero lo hizo a las 19:00, previa escala en Cochabamba. De allí otro viaje por tierra hasta Coroico. Finalmente, a eso de las 23:30, en la Senda Verde se registró la entrada del felino. Estaba estresado y seguro cansado por todo lo que vivió.

La nueva vida

Vejpa ahora está en un lugar seis veces más grande que la jaula de 90 centímetros por dos metros de largo y uno de alto en la que se encontraba; 30 veces más grande en volumen.

Pasará un mes en cuarentena estricta, en un espacio de dos metros por seis, y dos y medio metros de alto. Como llegó de una zona muy afectada por la pandemia de Covid19, está bajo la mirada atenta de veterinarios, con las medidas correspondientes de bioseguridad. Se le construyó unas plataformas debajo de su casa para que aprenda a trepar, pero se le tuvo que poner unos troncos, a manera de gradas, porque no sabe saltar.

“Está comiendo muy bien. Lo hemos adecuado a una nueva dieta. No es un animal que se vea súper flaco, pero sí flaco, con algunas alteraciones en la forma del cuerpo debido al encierro. Hoy (por el martes), por ejemplo, logró subir a la plataforma pero se cayó como tres veces, porque en su mente, para él todo es plano, porque estaba en un lugar chiquito”, cuenta Vicky Ossio.

Está con muy buen apetito, recibiendo fórmulas con suplementos, «ya que tiene debilidad muscular». De a poco se espera que pueda fortalecer sus patas y su espalda “porque camina un poco jorobado”.

Más adelante se prevé que pase a su ambiente natural, de más de siete metros de alto por 20 metros de largo, donde hay una piscina natural en la zona de los felinos dentro de La Senda Verde. Si todo sale bien, compartirá espacio con Naira, una puma un mes mayor que él. Ahora se lo ve jugar. En libertad.

 

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