Monday, September 16, 2024

Las secuelas del derrame de Repsol: “Nos gustaría que las futuras generaciones digan ‘los viejos pelearon por nuestro mar y lo lograron’”

Germán Melchor, presidente de la Asociación de Pescadores Artesanales del Serpentín de Pasamayo Toma y Calla, asumió esta responsabilidad tras el derrame de petróleo en las costas peruanas a inicios del 2022. Desde entonces no ha parado de exigir justicia para el mar y los pescadores a los que lidera.

En la zona conocida como Pasamayo, uno de los acantilados más peligrosos de la costa peruana, Germán Melchor Ibarra baja los 400 metros de dunas que se yerguen casi verticales desde el roquerío donde rompen las olas. Acompañado de sus dos hijos menores, va a supervisar las pequeñas embarcaciones que esperan en la orilla sin poder volver al mar desde que sucedió el derrame de petróleo a inicios del 2022.

Hijo y nieto de pescadores, con apenas ocho años, Melchor partía al mar con su papá cuando éste salía con su chalana por las noches, a unos 10 kilómetros de distancia en Chacra y Mar, otra zona también impactada por el derrame. Hoy, tres de sus hijos conforman la cuarta generación de pescadores en su familia y él, a sus 57 años, preside la Asociación de Pescadores Artesanales del Serpentín de Pasamayo Toma y Calla.

German Melchor, Presidente de la Asociación de Pescadores Artesanales del Serpentín de Pasamayo, camina junto a sus hijos en una de las playas donde solian pescar en Lima, Peru. Foto: Angela Ponce

Como cada mes, los miembros de su agrupación se turnan para ir a las costas y revisar las 12 chalanas que no pueden salir al mar por prohibición de las autoridades y por la contaminación que permanece.

Desde el derrame, Melchor ha correteado, como él mismo dice, de un lado a otro organizando a los pescadores de la zona. En una reciente reunión en la que participó como dirigente junto a otros pescadores y a autoridades, los funcionarios del Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) les dijeron que todo sigue contaminado y que los planes de rehabilitación del desastre todavía no se concretan. No contar con ellos perpetúa el daño ocasionado y aumenta el desespero entre los pescadores de no saber cuándo podrán regresar al mar.

“¿Por qué el Estado es tan lento?”, se pregunta Melchor.

Si pudiera regresar el tiempo, él no buscaría una vida diferente. Solo la suya hasta antes del desastre. La que tenía, dice, “cuando había abundancia”.

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“Ni olas se formaban por el petróleo”

Aficionado por el mar, Melchor recuerda la primera vez que llegó a Pasamayo hace más de cuatro décadas. “De Chacra y Mar me fui a Toma y Calla por aventurero, por las especies que se podía conseguir. Ya en 1994, [un pescador experimentado conocido como] el tío López me enseñó a remar en chalanita. Me iba a unos 100 metros, de 7 a 11 de la mañana, y regresaba con una o dos cajas de pescado fino”, cuenta. Con el tiempo vio que las redes también daban buenos resultados e hizo el esfuerzo por comprar las suyas.

En verano, la mejor temporada, “podía ganar entre 500 a 1000 soles al día” (de 130 a 260 dólares). “Nosotros, los embarcados, teníamos la posibilidad de sacar cantidad de pescado porque poníamos varios trasmallos”, un aparejo de pesca que permite obtener peces considerados de carne selecta. La inversión y el riesgo de ir a pescar por las zonas rocosas valían la pena. “Caían pescados grandes de chita; corvinas de 12 kilos que llevaba a vender a 30 soles el kilo a restaurantes”, dice.

Así era la vida de Germán Melchor hasta que se dio el derrame.

“‘No vayas a Pasamayo porque todo está lleno de petróleo, no hay agua, todo es como una mazamorra’, me dijo mi compadre. No lo creía y fui a verlo personalmente. Había demasiado petróleo, se veía un fango, ni olas se formaban por el petróleo”, recuerda. Primero lo invadió la indignación, luego la incertidumbre.

“La naturaleza se va a encargar”, le dijo un representante de Repsol cuando lo atendió a los días del derrame.

Sin saber quién podría darle una solución, Melchor iba a todos los sitios a reclamar y a asesorarse. Se informaba sobre otros derrames ocurridos en diversos países, analizaba los períodos de remediación y las afectaciones a la fauna y flora. En ese trajín, día tras día, Melchor fue identificado por dos ONG que le brindaron asesoría para hacer un llamado sobre las afectaciones en la zona de Pasamayo y para conformar, junto con otros pescadores del lugar, una asociación. “A nosotros nos ponían en el agua y sabíamos qué hacer, pero en trámites éramos un cero a la izquierda. En el camino fuimos aprendiendo y como resultado la Asociación de Toma y Calla fue reconocida”, dice.

Vista de la playa de Pasamayo en Lima, Perú. Foto: Angela Ponce

Como la asociación se formó después del derrame de petróleo, que Repsol los admitiera como una agrupación afectada por el desastre fue una larga batalla. Como presidente de la Asociación de Pescadores Artesanales del Serpentín de Pasamayo Toma y Calla, Melchor tuvo que andar de institución en institución con una serie de documentos entre los que se encontraban declaraciones juradas, copias de la lista de pescadores de su asociación y evidencias de que sus miembros se dedicaban a la pesca desde hace muchos años. A donde iba dejaba los documentos para que pudieran empadronarlos y atender los daños generados.

Pese a los esfuerzos veían pocos resultados.

“Yo no dormía. Me levantaba y empezaba a revisar uno a uno los documentos [de los asociados]. Que no le falte una coma, que no le falte una letra, que no le falte un número de DNI. Llegaban las cuatro, las cinco de la mañana y ya al otro día estaba saliendo. Llegó el momento en que me enfermé. Y el doctor me dijo ‘usted tiene problemas, tiene estrés, abandone el cargo [de presidente de la asociación]’”. La noticia fue un golpe para el pescador. Había dedicado su vida a la pesca y estaba empecinado en ayudar a sus compañeros en la tragedia, así es que después de mucho pensarlo optó por no seguir las recomendaciones del médico.

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“Nuestro objetivo es lograr una remediación para el mar”

En Pasamayo, las tareas de limpieza para intentar quitar el petróleo derramado nunca llegaron. “Dijeron que no podían hacer la limpieza porque era una zona inaccesible, pero ¿cómo una empresa que tiene tanta logística no puede bajar ahí?”, se pregunta Melchor.

Al pescador le alegraría que se publicara algún informe que hable de la remediación de Pasamayo. Entendería la demora del proceso si es que se exponen razones coherentes, como que los peces tardarán en volver a su hábitat o en reproducirse. Sabría que, aunque tarde, las especies regresarán y también la pesca. Pero no saber nada lo hace sentir frustrado.

German Melchor en una de las playas donde solia pescar en Lima, Peru. Foto: Angela Ponce

Desde el derrame, toda la vida le ha cambiado. “Yo siempre pensé que el pescador debía comer el mejor producto que pesca. Mi familia tenía la libertad de elegir qué comer, mis hijos comían muy bien. Nos quitaron la libertad de comer, nos han quitado la forma de alimentarnos”, dice Melchor.

Sin alternativas, el dirigente se vio obligado a aceptar las compensaciones económicas de Repsol, ofrecidas, según confirmó la Defensoría del Pueblo, de manera unilateral. Pero lo recibido nunca compensó, ni de cerca, las ganancias que el pescador lograba capturando los peces de carne selecta. De todos modos, ya ni siquiera puede contar con ese parvo consuelo. A Melchor le dijeron recientemente que la empresa no entregará más indemnizaciones. La razón, asegura Repsol, es que ya no hay más contaminación, aunque la información disponible del Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) señala lo contrario. El mar sigue contaminado.

La Asociación de Pescadores Artesanales del Serpentín de Pasamayo Toma y Calla, liderada por Melchor, sigue en pie exigiendo que las acciones de limpieza en la zona se concreten y que reciban una compensación acorde al daño ocasionado.

“Tenemos el derecho a una compensación porque vivimos del mar”, dice Melchor. “No quisiera que las futuras generaciones digan que los viejos no hicieron nada por defender nuestros derechos. Nos gustaría que digan ‘los viejos pelearon por nuestro mar y lo lograron’. Ese es nuestro objetivo, lograr una remediación para el mar y lograr vivir dignamente como lo hacíamos antes”.

Mongabay Latam envió preguntas a Repsol, pero la empresa no respondió.

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