Lideresa guaraní-isoseña que impulsó la creación del Kaa Iya necesita ayuda

Felicia Barrientos fue una pionera a la hora de impulsar el empoderamiento de la mujer. Recorrió comunidades y logró que en las asambleas de su pueblo se tome en cuenta la palabra femenina. Es parte del comité de gestión de una de las áreas protegidas más grandes de Bolivia, pero ahora requiere apoyo.

La Región

Cuenta Felicia Barrientos (72 años) que allá por la década de los 70, las mujeres del pueblo Guaraní-Isoseño eran tímidas. “No podíamos hablar, no podíamos participar”. Vivían en comunidades en las que los hombres tomaban decisiones y aunque ellas siempre fueron parte vital de sus hogares, no las escuchaban, no las tomaban en cuenta.

Cierto día, al territorio del Izozog llegaron unas monjitas. Una en especial -Carmen Julia- empezó a formar los clubes de madres. Las integrantes eran miembros de 15 comunidades y empezaron a aprender, o a revivir sus saberes ancestrales en tejidos. La religiosa llevó hilos, crochet, pero sobre todo llevó esperanza y anhelos, porque de a poco estas agrupaciones empezaron a elegir a sus lideresas.

“Era 1974 -recuerda ahora Felicia al otro lado del teléfono- mi padre fue a la Guerra del Chaco y cuando volvió, lo trajeron para que pueda ser el dirigente de los comunarios para Izozog (hoy Territorio Autónomo Guaraní Charagua Iyambae)”.

El “karai” para el pueblo guaraní es algo así como el foráneo; la persona que no es del lugar, el “hombre blanco”. En esa época, los “karai” llegaban y se llevaban a los jóvenes para hacerlos trabajar gratis en la ordeña de vacas o en sus haciendas. También se llevaban mujeres.

“No había tranquilidad”, recuerda Felicia. Por eso cuando su padre asumió el mando, se tramitó los títulos de las tierras, “unas 50 mil hectáreas”. Y entonces el “capitán grande” o máximo líder no permitió que se llevaran a más gente.

Una lucha silenciosa

Felicia empezó a organizar a las mujeres. A darles la palabra, a enseñarles a participar en las reuniones semanales. De a poco perdieron la timidez; de a poco empezaron a tomar protagonismo.

Las religiosas que estaban en el lugar -el territorio del Izozog, que hoy se divide en Alto y Bajo Izozog- construyeron algunas viviendas

El padre de Felicia decidió hacer un encuentro femenino donde su hija fue elegida como representante de 15 comunidades: la Capitana Grande.

“Él me daba consejos. Me decía: tienes que aguantar, tener paciencia, para organizarlas, porque las mismas mujeres te van a hacer problemas, pero no las vas a escuchar”, recuerda.

Quizá el momento en que ellas tomaron protagonismo y demostraron que estaban a la par de los hombres, fue un congreso de la Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano (Cidob), donde invitaron solo a 20 varones. Cuando Barrientos pidió que se incluyera a sus compañeras, ellos respondieron que solo iban a “calentar el asiento”. Pero Felicia, persistente como es, se empecinó hasta que logró que un grupo de 20 mujeres asista. “Ahí pude conseguir un fondito para las mujeres y empezamos a hacer una cooperativa para consumo”.

La historia del Kaa Iya

Para el pueblo guaraní-isoseño, el Kaa Iya del Gran Chaco es el amo del monte. De hecho, esa es la traducción del nombre. Se trata de una de las áreas protegidas más grandes de Bolivia y de Sudamérica por su extensión: 3,4 millones de hectáreas. Abarca hasta los municipios cruceños de San José de Chiquitos y Pailón, por lo que también es parte de los pueblos chiquitano y ayoreo.

El sueño de “Sombra Grande”, el padre de Felicia, era protegerlo. Por ello, cuando su hijo, Bonifacio Barrientos Cuéllar -hermano de Felicia- asumió el mando, se impulsó la creación del Parque Nacional. Un grupo de mujeres también acompañó el proceso; algo que se logró durante el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada (21 de septiembre de 1995), luego de un trabajo intenso. “Don Marcelino Apurani estuvo con mi hermano, fuimos con él haciendo manifestaciones y juntamos a la prensa para que puedan aprobarnos el parque. Finalmente, se consiguió”, dice Felicia.

Para los guaraníes, tanto los animales silvestres, como los peces y las lagunas ahora “están guardados” dentro de ese territorio. Por ello, los guardaparques, por ejemplo, deben ser guaraníes, ayoreos o chiquitanos, gente que conozca su terruño.

Actualmente, la lideresa es delegada del comité de gestión. Hasta antes del gobierno de Evo Morales (2006-2019) eran ellos -los dueños- los que elegían a los directores. Pero siempre están pendientes. De hecho, hace poco tuvieron una reunión y supieron que el Kaa Iya tiene un nuevo director.

Un apoyo para Felicia

Hace algún tiempo, Felicia enfermó de Covid. El virus por poco se la lleva, según cuenta en un video de la Fundación Kaa Iya. “Gracias a Dios sobreviví”, asegura, pero necesita apoyo económico.

Estar más de 10 días internada diezmó su salud y en casa sus hijos no tienen trabajo. Su esposo, de 87 años, tiene dificultades para caminar, por lo que una de sus hijas debe cuidarlos a ambos.

Por eso se organizó una rifa, que se sorteará el 30 de octubre. En el afiche encontrarás el código QR para comprar un número y los detalles de los premios.

En tanto, Felicia espera entregar pronto su cargo de capitana en La Brecha. Habló con algunas mujeres de esa comunidad para que recauden algún fondo y puedan reunirse.

“Trabajé harto, como si mi sueldo fuera mucho. (Ellas) Me apoyaron con la movilidad, pero a veces iba a pie, 20 kilómetros, de comunidad en comunidad. De ahí se formó la Central Intercomunal de las Muejres Capitanía Isoseña (Cimci)”, evoca.

Ahora muchos no la toman en cuenta, pero para quienes conocen su trayectoria, Felicia siempre será la “Capitana Grande”.


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