Murales, la poderosa herramienta de Mariano Arrien para concienciar sobre biodiversidad y maltrato animal

El artista encontró en Bolivia una fuente de inspiración para pintar sobre la riqueza natural del país, pero también para denunciar el impacto negativo del ser humano sobre la flora y fauna. Sus más recientes obras están en la Chiquitania.

La Región

Cuando Mariano Arrien-Gómez (32) llegó a Bolivia hace tres años, pintaba murales sobre animales fantásticos. Desde niño tenía fijación con la naturaleza, pero no fue hasta que decidió quedarse a vivir en el país, que vio en su arte la herramienta perfecta para que la gente que camina por las calles se pregunte, por ejemplo, quién es ese oso jukumari plasmado en una pared de la avenida Piraí de Santa Cruz que quedó ciego a consecuencia del maltrato y el tráfico de fauna silvestres.

A partir de entonces, encontró la misión de su trabajo y comenzó a relacionarse con activistas, pero también con expertos en la temática medioambiental para que sus murales tuvieran un mensaje, una esperanza, generaran alguna pregunta o, simplemente, permitieran ver la riqueza en biodiversidad tan cercana en prácticamente todo el territorio.

“Me di cuenta que estaba en un paraíso, viajar dos o tres horas para poder ver animales es único. Por eso me enganché con grupos como Arterias Urbanas, que ya tenía festivales de medio ambiente y cultura moderna. Los usé para empezar a tomar nota de los animales de Bolivia y ponerme a dibujar”, recuerda ahora.

De la mano de la artista plástica eslovena, Ejti Stih, surgió la oportunidad de pintar en el centro comercial Las Brisas de la capital oriental. Ahí Mariano vio la oportunidad para que mucha gente observara su obra. “Me di cuenta que quería retratar animales de manera bella, pero tras evolucionar el trabajo con biólogos y gente que sabe más que yo, supe que necesitaba más contenido, no solo mostrar una imagen bella, sino informar: quiénes son, qué hacen, qué comen, quiero provocar esas preguntas en la gente”.

Mirar, pensar, preguntar

Contrabando, la obra que fue subastada para ayudar a un refugio de animales afectador por los incendios forestales. Foto: Gentileza del artista.

En ese proceso, ahora se considera un “artivista”, en alusión al activismo basado en el arte. Ya con una idea clara de forjar una línea conservacionista, desde la Embajada británica en La Paz fue invitado a pintar un mural sobre los colmillos de jaguar, un tema que se puso de manifiesto tras la denuncia periodística del tráfico de esta especie.

Aquel año, 2018, el movimiento cultural boliviano fue importante para impulsar un movimiento de protesta civil frente a una realidad que hasta ese momento no se conocía. Hubo festivales, conversatorios, charlas con expertos y surgieron también plataformas ciudadanas.

Una de esas maneras de llamar la atención de la gente fue, por ejemplo, pintar un mural en el pasillo que conecta la plaza 24 de Septiembre con la Manzana Uno en Santa Cruz. El artista aprovechó que se reuniría a biólogos, periodistas y otros expertos para hablar de tráfico, así que plasmó un torso en la pared, que fue utilizado para que mucha gente se tomara fotos a su lado. Al poco tiempo fue borrado, pero cumplió su objetivo: llamar la atención de quien pasa y a veces no se da cuenta de lo que sucede alrededor.


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Trabajar en pandemia

Los incendios forestales también motivaron la generación de un arte urbano que se adaptó a la pandemia el año pasado. Así, en lugar de salir a las calles a expresar la protesta, muchos artistas usaron los muros de sus casas para pintar murales que “hablaran” por quienes no tienen voz. Así surgió “Murales por la vida y territorio”, para promover conciencia respecto a la temática.

A nivel internacional también se convocó a los artistas plásticos, de manera que el coronavirus no fuera un obstáculo frente a la necesidad de dar a conocer lo que ocurría paralelamente.

“Para ese festival pinté ‘Contrabando’ y aunque no muestra llamas, es una caja de animales traficados. Animales que por querer escapar del fuego fueron arrinconados y eso causó mayores capturas de cazadores. Hay correlaciones claras entre el sufrimiento del animal. Es una vista desde arriba a una caja y uno ve animales apretados, es una metáfora sobre la incomodidad que sienten, la marca y el número que les ponen en la piel, marcados con un código de barra. Están tristes”, explica Mariano.

El mural fue subastado por la plataforma ciudadana Alas Chiquitanas y recaudó 500 dólares, para apoyar a la Comunidad Inti Wara Yassi, muy afectada por los incendios el año pasado.

Recorriendo la Chiquitania

Mural en Santo Corazón. Foto: Gentileza del artista.

Toda esta trayectoria y la búsqueda de conocer más sobre la fauna silvestre de la mano de expertos como el biólogo alemán Steffen Reichle, quien vive en Santiago de Chiquitos (Roboré); llevaron a este artista nacido en Estados Unidos y de padre boliviano, a plasmar murales en la Chiquitania.

Sus más recientes obras precisamente están en Roboré y en el Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) San Matías.

La primera es un mural basado en fotografías de naturaleza de Reichle y busca “usar el poder del arte urbano no solo para promover el turismo en la zona de Santiago, sino mostrar los animales bandera, como la paraba azul, jaguar, mono capuchino o los tucanes”, dice Arrien.

Pascana Silvestre en el hotel Churapa en Santiago de Chiquitos.

Durante un mes y acompañado de su pareja, Lisa Corti, plasmó “Pascana silvestre” en la parte posterior de la entrada principal del hotel Churapa de Santiago de Chiquitos con fauna de la región, en colores característicos de la cultura chiquitana.

Semanas después, surgió “Puerta al Pantanal”, una obra que está en la Casa del Cacique de Santo Corazón, una comunidad del ANMI San Matías, situada a cuatro horas de Roboré.

“La idea era dejar un legado visual para el turista que llega a Santo Corazón, un pueblo muy lejano en la frontera con Brasil. Que la gente tenga la experiencia de la naturaleza cercana sin tener que viajar a ver a todos los animales”, asegura.

Además se ocupó de que se mostrara la dualidad de la cultura chiquitana: día y noche. Todo aquello explicado por dos palabras clave: respeto y alegría, en idioma nativo.

En la obra se puede observar desde el jaguar y las parabas azules, muy características del lugar, así como un oso bandera, pero también animales domésticos como el caballo y las vacas, que forman parte del lugar.

“Me di cuenta también que quiero poner más texto a mis murales, la palabra da más poder al hablar de conservación. Una imagen bella sirve para que la gente se inspire, pero si uno pone texto, es más poderoso, respecto a cómo llegar al público”, reflexiona.

Detalle del mural Puerta al Pantanal en Santo Corazón. Foto: Gentileza del artista.

Para los habitantes del lugar observar el trabajo acabado fue impactante. Los niños interactuaron con el artista y aprovecharon para aprender educación ambiental. Toda una experiencia que -dice Mariano- es única en un país como este.

“Mi padre es de Santa Cruz criado en La Paz y mi mamá de Bucaramanga, Colombia. Se conocieron en Estados Unidos y yo nací en Washington DC, pero tuve mucha influencia respecto a cómo es la vida acá. Ellos hacían el esfuerzo de traerme a Bolivia y llevarme a Colombia, para que no pierda mis raíces, algo que aprecio un montón. Mi papá no quería que sea muralista como él porque pensó que no iba a poder ganarme la vida, pero si uno tiene el chance de hacer lo que ama y ganarse, por qué no. Eso fue como hace nueve años, me ha ido bastante bien, sigo teniendo trabajos. Al principio pintaba muchas cosas fantásticas, monstruos en una cervecería, siempre con toque de naturaleza, pero hace tres años cuando llegué a Bolivia sentí un llamado de hablar de la problemática de la flora y fauna particularmente en este país”.


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