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Rocío Lloret / Fotos: Gentileza María E. Galarreta 

Hace 15 años María Eugenia Galarreta sintió una emoción especial al conocer la planta de tarwi. De flores violáceas, jaspeadas con blanco y amarillo, no solo la inspiró a escribirle un poema, sino que desde entonces se ha dedicado no solo a su cultivo, sino a investigar sobre sus propiedades alimenticias y a impulsar su consumo y producción en Bolivia.

En ese camino, hace ocho años inició un emprendimiento –Flor de Tarwi- con el que se dio cuenta que, como ella, había otras personas preocupadas por revalorizar los alimentos ancestrales para mejorar la calidad de vida.

Así, junto a la Red de la diversidad Wayna Tambo y Chiri kutic, de Roberto Peñaranda, decidieron forjar una alianza para unificar las acciones dispersas que estaban en todo el departamento de La Paz.

María Eugenia (extremo derecho) al lado de vendedoras de tarwi en las calles de La Paz.

En un encuentro organizado este año en la feria de Villa Dolores, en El Alto, donde confluyen horticultores de diferentes provincias, se dieron cuenta que había un gran interés por esta leguminosa de Los Andes. Eso, sumado a la pandemia por Covid-19 llevó a los impulsores a acelerar procesos y a abrir una página de Facebook para compartir sus conocimientos.

De esa manera nació la Red K-motes del Tarwi (https://www.facebook.com/redkmotesdeltarwi/), conformada por ocho emprendimientos además de los iniciales: La luna Café Pub, de Martha Cárdenas; Delitarwi, de Eulogia Yana; Emprotarwi, de Agustina Huajlliri; Giraluna, de Eluana Navarro; De Mamá, de Milenka Iturralde; Musa, de Wara Iris Ruiz; Suma Jhata, de Gladys Sarmiento, Elena Cruz y Emeteria Machaca. También Inti Phajsi, de Iveth Saravia.

Sus primeras actividades fueron brindar recetas sencillas por transmisiones en vivo por Facebook, la última de las cuales será este domingo.

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Una “bomba” de nutrientes

Desde galletas hasta otro tipo de horneados, la harina es útil para todo tipo de elaboraciones.

Esta leguminosa, del tamaño de una arveja, es una fuente de nutrientes consumida desde tiempos ancestrales en Los Andes de Bolivia. De acuerdo a la información de Galarreta, actualmente se cultiva en los departamentos de La Paz, Cochabamba, Potosí y Chuquisaca, ya que la planta se adapta muy bien a las alturas y los valles.

Ella, que vive hace 15 años en Copacabana, a 150 kilómetros de la sede de Gobierno, asegura que prácticamente en todos los municipios que rodean al lago Titicaca existe producción de tarwi.

Entre otros beneficios, contiene aminoácidos esenciales como la lisina, metionina y el triptófano, entre otros; además, omegas 3, 6 y 9. Es ideal para combatir la glucosa en la sangre y una gran fuente de calcio y proteínas. Todo esto sumado a que no es ni dulce ni salado, lo cual lo hace un alimento ideal para usarse tanto en platillos salados, como dulces de repostería. El agua con el que se lava la leguminosa y se la cuece también es útil para lavar el pelaje de las mascotas y evitar pulgas y garrapatas. También para fumigar plantaciones de papas y habas, porque se usa como plaguicida. “Prácticamente no se desperdicia nada del tarwi”, dice Galarreta.

Alta demanda en otros países

Debido a sus proteínas es muy consumido por quienes llevan una dieta vegana.

Hasta hace algunos años en las calles de La Paz era frecuente encontrar a mujeres de pollera ofreciendo el mote de tarwi en baldes de colores. Cada vasito costaba desde 50 centavos hasta cinco bolivianos. Mucha gente consumía los granos como mote recorría tramos a pie.

Aquello se ha perdido, según relata María Eugenia, primero porque la comida chatarra ha desplazado a esta legumbre y segundo, debido a la demanda que hay de productores peruanos, que llegan a municipios fronterizos a comprar cosechas enteras. Lo hacen incluso antes que estas pasen por el proceso de lavado y cocido para quitarle el amargo característico.

“Una de nuestras compañeras de Huatajata y otra de Escoma (ambas en La Paz) nos contaron que en las fronteras con Perú está sucediendo esto debido a la alta demanda de ese país”.

Según datos de esta red, el consumo por persona en Ecuador, por año, supera los cuatro kilos de tarwi. En el país incaico esa cifra llega a los dos kilos y en Bolivia no supera siquiera los cien gramos, lo cual es preocupante, porque se trata de un producto accesible y muy útil para todo tipo de preparados.

Desde helados hasta masas

Muy pronto la red dará a conocer un recetario, para mostrar la versatilidad del uso.

Quienes trabajan en ofrecer alternativas saludables al paladar encontraron diversas maneras de preparar esta pequeña leguminosa. Desde helados veganos con remolacha y frutilla, hasta brazo gitano con harina de quinua y crema de tarwi, pasando por hamburguesas y galletas, e incluso confitados en base a chancaca, con base de tarwi.

Todo un mundo de preparados que se pueden hacer con la harina, la leche y los residuos que quedan en los distintos procesos. Lo más importante, sin gluten ni azúcar industrializada.


Mira el documental que hizo María Eugenia Galarreta sobre el tarwi en Bolivia.

“La mejor manera de cuidarnos y cuidar a quienes amamos es explicándoles qué es bueno para ellos, de manera que cuando sean adultos sean conscientes de dónde vienen sus alimentos, quiénes los producen, cómo los producen. Ahora que los transgénicos están rondando, queremos hacer fuerza para rechazarlos. Nosotros no necesitamos ni queremos que alguien diga que va a hacer del tarwi un monocultivo, se trata de que esto llegue no solo a clases pudientes, sino a las vulnerables, a todos”, asegura María Eugenia.

En eso se basa esta red, en lograr que los alimentos que consumían los abuelos vuelvan a la mesa de los bolivianos y se conviertan en una respuesta ante momentos que escasez como los que se vivieron en la crisis política de 2019 y los que se vivieron durante la cuarentena estricta por la pandemia.

Se vienen más desafíos, dicen los integrantes, uno de los más importantes, lograr que el tarwi sea reconocido como lo es ahora la quinua. Luego vendrá el turno del amaranto, la cañahua y una lista importante de cultivos, que forjaron generaciones muy bien alimentadas y con menos enfermedades de base que las que se tiene actualmente.

Así ven al tarwi en Perú (video gentileza periodista Janet Mori)

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