“Tiluchi ciclista” o cómo cambiar una ciudad pensada solo para automóviles

Más de dos millones de habitantes viven en Santa Cruz de la Sierra, capital del motor económico de Bolivia. Cada día, miles de ellos se transportan en coches privados y públicos, sin una política pública clara para incentivar el ciclismo urbano. Un proyecto plantea crear corredores ecológicos, no solo para darle un respiro a una ciudad caótica, sino para mejorar la convivencia entre vecinos.

Un grupo de ciclistas recorre las calles de Santa Cruz / Foto: Gina Muñoz
Un grupo de ciclistas recorre las calles de Santa Cruz / Foto: Gina Muñoz

Mayra Martínez es ciclista urbana desde 2019. Comenzó como una manera de hacer deporte; y hoy es su medio de transporte. En Buenos Aires, Sao Paulo o Bogotá, la historia de Mayra sería una entre millones de ciudadanos que se movilizan pedaleando. En Santa Cruz de la Sierra es una hazaña. por la cantidad de vehículos motorizados que circulan por avenidas de hasta seis carriles.

Cuando empezó, esta bióloga de 35 años recorría 32 kilómetros entre El Torno, un municipio contiguo al cruceño, y su trabajo, en el Museo de Historia Natural Noel Kempff Mercado. Hoy en día vive en el área urbana, pero no ha dejado de montar su bicicleta. “Santa Cruz es una ciudad ideal para moverse en bicicleta. Las distancias son grandes, pero es totalmente plana”, asegura.

Durante todos estos años, aprendió a “fabricar” sus rutas, escoger horarios como el de las seis de la mañana para evitar el tráfico y, sobre todo, a llevar casco, luces, y hacer señales con las manos; señales que los conductores de motorizados no entienden, por tanto, no respetan, lamenta. Aunque el número de personas como Mayra que eligen este medio de transporte es bajo, hay zonas como el Parque Industrial, en el cuarto anillo de circunvalación, donde los obreros llegan en bicicleta, sin que la urbe tenga ciclovías hechas bajo normas internacionales que, entre otras cosas, establecen espacios al lado derecho de la calzada, de un metro y medio como mínimo, y con la señalización respectiva.

Un cambio urgente

Se estima que para 2030, el 80% de la población boliviana vivirá en ciudades como Santa Cruz de la Sierra, “por lo que el desafío es tener espacios amigables, no solo para las bicicletas, sino para los vecinos”, dice Lilian Apaza, especialista socioambiental en cambio climático y áreas protegidas.

Pensando en una solución posible, en 2020 Apaza lideró un proyecto piloto llamado “Tiluchi Ciclista: conectando gente y biodiversidad”, como parte del Diploma de Especialización en Liderazgo, Cambio Climático y Ciudades.

Para ello, planteó la construcción colectiva, entre la municipalidad y los vecinos, de una ciclovía piloto en un corredor ecológico. La idea era que el tramo tenga vegetación para reducir las “islas de calor” en una urbe donde la temperatura promedio supera los 30 grados en gran parte del año; pero también con espacios para descansar o compartir una charla.

El tramo elegido estaba entre el Parque Urbano central y el Jardín Botánico, alrededor de 25 kilómetros, al este de esta ciudad distribuida por anillos. Allí precisamente se llevó adelante una arborización, en un tramo corto, en la que, para sorpresa de muchos, los más entusiastas eran adultos mayores. Ellos se sumaron al compromiso de cuidar los plantines hasta que sus ramas acojan fauna urbana como murciélagos o aves, pero también den frutos como el achachairú, de sabor agridulce, muy apetecido en el verano. Por qué no, árboles ornamentales, como los tajibos, que florecen en diferentes colores en pleno invierno.

La participación de los vecinos fue vital para desarrollar el proyecto. Foto: gentileza Lilian Apaza

“Pensamos en una ruta agradable, tres sitios con características de áreas protegidas, porque todavía conservan árboles: el Parque Urbano, la laguna Guapilo y el Jardín Botánico como punto final”, asegura Lilian. Tras desarrollar reuniones y talleres de concienciación, los vecinos del barrio Convifag se sumaron a la iniciativa en un tramo corto.

La segunda parte del proyecto era consolidar la parte social. Que aquello sea un punto de encuentro, no solo entre los residentes de la zona, sino entre los ocasionales transeúntes. La tercera, el espacio ideal para el ciclista urbano o aquel que solo sale a pedalear por deporte. Finalmente, la cuarta y —quizá— más importante parte: el impacto sobre el cambio climático. “Un corredor que funcione en el tiempo, que aporte a que los gases de efecto invernadero bajen y estos se absorban a la vez por los árboles. Generar un espacio integral, esa es la visión de Tiluchi”, detalla Apaza.

Retomar con más apoyo

Aunque todo lo previsto en el proyecto se consiguió, porque se integró a los vecinos en las actividades y se arborizó un tramo con plantines que mostraron una tasa de sobrevivencia del 80% hasta el año pasado, según Apaza, el cambio de autoridades municipales en 2021 postergó muchos anhelos.

Hoy, a tres años de aquella hazaña lograda en plena pandemia por Covid-19, la impulsora asegura que no se ha perdido la dinámica. Tanto el municipio como la Gobernación del departamento le informaron que “hay proyectos vinculados a áreas verdes y corredores ecológicos a nivel metropolitano”. Asimismo, una organización privada, llamada REF mostró interés por apoyar una iniciativa de arborización en otra zona con sus socios en Bolivia.

En su momento, se trabajó en la arborización y cuidado de los plantines. Foto: gentileza Lilian Apaza

“La idea es que en noviembre del próximo año podamos hacer la primera arborización con el contenido Tiluchi en otra área. Tenemos varios corredores, pero me gustaría potenciar el corredor este, hacia el Jardín Botánico. Queremos complementar eso y tener un primer piloto de rotonda, para que el Gobierno Municipal se anime y lo haga en toda la ciudad”, dice Lilian.

La rotonda con espacio de unión y lucha

Santa Cruz de la Sierra es una ciudad distribuida por anillos, siendo el centro, el primero, y el noveno, el más lejano. Por ello, cada gran avenida es como la radial de una bicicleta (de hecho, algunas llevan el denominativo de Radial 19 o 26). Así, las avenidas que dan la vuelta alrededor del casco histórico llevan ese denominativo a medida que se alejan: segundo anillo, tercero, cuarto, etc. En cada inicio de una avenida grande, hay rotondas, como se conoce a los espacios donde confluyen vehículos desde distintos puntos.

En noviembre de 2019, estos sitios se convirtieron en lugares de reunión de vecinos, que promovieron un paro de actividades y transporte tras una denuncia de fraude en las elecciones presidenciales del mismo año. De ahí la iniciativa social de Apaza de hacer intervenciones para promover corredores ecológicos, donde, por ejemplo, haya bicicletas estáticas que generen energía.

La pandemia de 2020 y otra medida de presión social que duró más de 30 días, en octubre de 2022 —asegura— reforzaron el ideario de que una rotonda es un sitio de reunión para librar diferentes batallas. Y es que las protestas de 2019, la pandemia y las revueltas del año pasado impulsaron el uso de la bicicleta como medio de transporte; lo cual no fue aprovechado por autoridades municipales para desahogar el de por sí caótico tráfico de la urbe más grande de Bolivia.

En el municipio existen proyectos de ciclovías que no han sido interconectados. / Foto: gentileza Gina Muñoz

“Durante la pandemia —dice Gina Muñoz, activista de la bicicleta desde hace más de 20 años— insistí a la Alcaldía en hacer ciclovías emergentes, como estaba sucediendo en todo el mundo”. Aquellas vías que en otras regiones se convirtieron en espacios para el ciclismo dada la emergencia mundial no funcionaron de la misma manera en Bolivia, mucho menos en Santa Cruz.Sí se construyeron espacios para ciclistas, “sin planificación, criterio ni bajo normas internacionales”, ya que están en medio de grandes avenidas, que no se conectan entre sí; y en mercados populares, lugares que ahora ocupan vendedores ambulantes o conductores que estacionan ahí sus vehículos.

Con todo, tanto Gina Muñoz, como Lilian Apaza coinciden en que en el ciudadano está gran parte del empoderamiento para ganar espacios. “Si la gente se impusiera y filmara cuando alguien se estaciona en el lugar establecido como ciclovía, esos conductores dejarían de hacerlo”, reflexiona Apaza. Algo que ciclistas urbanos como Mayra vienen haciendo en silencio desde hace algunos años, pero que en un tiempo no muy lejano —esperan— deje de ser una hazaña para convertirse en parte de su normalidad.

Los ciclistas urbanos contribuyen a reducir el impacto del cambio climático. Foto: gentileza Gina Muñoz