La Región
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a noche que “Valentina” llegó al bioparque Play Land de Santa Cruz de la Sierra, pocos creían que sobreviviría. La osa hormiguera (Myrmecophaga tridactyla) rescatada de los incendios forestales que azotaron la Chiquitania, estaba desnutrida, deshidratada y tenía las patas con quemaduras de tercer grado. Hoy, cuatro meses después, está recuperada y en proceso de ambientación para volver a su hábitat: el Parque Nacional Otuquis.
Entre agosto y octubre del año pasado, más de cien animales silvestres fueron atendidos en el refugio Biotermal de Roboré, donde la Gobernación y los propietarios del hotel del mismo nombre habilitaron un centro para tratar a estas víctimas del desastre ecológico. El caso de “Valentina” se convirtió en un emblema de aquel momento, por el estado en el que llegó y el empeño que se puso en su recuperación.

Raúl Rojas, coordinador de Biodiversidad de la Gobernación de Santa Cruz, explicó que “Valentina” recibió un tratamiento innovador para sus quemaduras. Se le aplicaron apósitos hidrocoloidales, una especie de piel artificial que se le puso en las heridas, para ayudar o acelerar la regeneración de la piel. Paralelamente, se hizo un trabajo multidisciplinario para recuperarla físicamente, ya que estaba desnutrida y deshidratada.
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El reflejo de una triste realidad
Para Daniela Vidal, responsable del área del Bioparque Play Land y directora de la asociación civil Ser Fauna, en el cuerpo de “Valentina” se reflejaron las consecuencias del cambio climático.
“Cuatro meses antes, que es lo que duró la sequía (previa a los incendios forestales), la osa no comía ni tomaba agua. Estamos hablando de la sequía que atravesamos por los cambios climáticos. Sumado a todo eso, estaba el tema de las quemaduras”, dice.
El mamífero fue rescatado en San Matías, prácticamente en estado de coma, según reportes de prensa. En Biotermal se le prestó la atención necesaria, pero se requería cuidados más delicados. Por eso se lo trasladó a la capital cruceña, en un viaje controlado por veterinarios y expertos, que duró más de diez horas.

Al verla, Vidal pensó que no sobreviviría. Ella, que conoce muy bien la especie y trabaja con fauna silvestre hace más de diez años, temía por su vida. De a poco, técnicos de la Gobernación, el zoológico municipal, Play Land, Ser Fauna e incluso responsables del parque del Parque Nacional Iberá de Argentina y otros países, aportaron conocimientos, que dieron resultados.
Hoy en día las patas del animal “están encalleciendo”, explica Rojas. En un tiempo no determinado, porque depende de su adaptación, pasará a un espacio más grande, parecido a su hábitat natural, donde tendrá que reaprender a alimentarse. Una vez que pase esa etapa, volverá a su hogar. “En animales nunca hay una fecha que se pueda cumplir, siempre hay posibilidad de que acepte o no la dieta que queremos retirarle. Pero esperamos que a finales de febrero pueda hacerlo”, dice Daniela.
La historia de la osa

Durante mucho tiempo, tanto a Vidal como a la gente que estuvo al pendiente de “Valentina” les rondaba en la cabeza la duda sobre cómo se quemó las patas. Eran únicamente las extremidades, ni un solo pelo del cuerpo más.
Con el pasar de los meses, se dieron cuenta que ella tiene como cuatro o cinco años, y por las mamas, dedujeron que fue mamá. Con la información recopilada, la hipótesis que más sustento
tiene es que ella pisó brasas, no estuvo en el fuego y eso solo pudo hacerlo cuando volvió a buscar a su cría.
“Valentina ha sido una lección de vida para muchos. Ella es parte de nuestros errores y eso lo están viviendo miles de animales a causa del cambio climático, no solo en Bolivia, en todas partes del mundo”.
