Así es Moema juanderibaensis, la nueva especie de pez hallada en Bolivia

Este pequeño pez de la familia Rivulidae se encuentra en Santa Rosa del Sara, al norte de Santa Cruz. La especie ha sido reconocida recientemente por la ciencia, tras tres años de estudios. Puede adaptarse al estilo de vida anfibio, pero necesita bosques muy bien conservados para sobrevivir.

Moema juanderibaensis es la nueva especie de pez que Bolivia acaba de registrar para la ciencia. Se trata de un pequeño espécimen de la familia Rivulidae y cuyo nombre hace referencia al nombre de la propiedad donde fue encontrado: “Juan Deriba”, en la localidad de Santa Rosa del Sara, al norte de Santa Cruz. Esta propiedad realiza un aprovechamiento de recursos naturales compatible con la conservación de la naturaleza del lugar desde hace 30 años.

El hallazgo es fruto de un intenso trabajo de tres años, aunque el interés surgió en la década de los 90. El autor, Heinz Arno Drawert, es investigador asociado del Museo de Historia Natural “Noel Kempff Mercado” y miembro de la Killifish Foundation, que gestiona una red colaborativa entre investigadores para el estudio y conservación de los peces Cyprinodontiformes.

En entrevista con La Región, Drawert cuenta que la primera vez que vio a este pececillo fue en 1996. Se quedó pensando en ello, pero no fue hasta 2018 cuando comenzó un proyecto de investigación llamado “Rivúlidos de Bolivia”. Tras obtener el respaldo de institucional del Museo y los permisos correspondientes del Ministerio de Medio Ambiente y Aguas, en 2019 comenzó a colectar especies de estos peces. Y recordó a ese que le había llamado la atención 23 años antes.

Una familia especial

El pececillo habita en charcos y pequeñas lagunas. Foto: H.A. Drawert/ Killifish Foundation

Los Rivúlidos son una familia de peces que pueden vivir en cuerpos de agua (lagunas, charcos) que están secos durante gran parte del año. En el caso de los estacionales, ponen los huevos (parecidos a un quiste muy resistente), los entierran y una vez que cae una lluvia, eclosionan. Entre el desove y la eclosión, puede pasar más de un año, lo que significa que estos peces pueden sobrellevar muy bien la sequía.

Su otra característica es que tienen un estilo de vida muy acelerado. Se cree que son los vertebrados que más rápido alcanzan la madurez sexual. Especies africanas, parientes muy cercanos de los Rivúlidos, alcanzan lo hacen en alrededor de 17 días. Es decir que se están reproduciendo, vuelven a enterrar huevos, su charco puede secarse nuevamente y ellos solo esperan su oportunidad (una lluvia) para nacer.

El hallazgo boliviano

Es una especie de tamaño pequeño. Foto: H.A. Drawert/ Killifish Foundation

El hallazgo de Drawert —ictiólogo boliviano—  se publicó el último domingo en Neotropical Ichthyology, una de las revistas científicas de zoología más importantes del mundo y una de las tres más reconocidas a nivel latinoamericano, con lo cual la nueva especie fue reconocida a nivel internacional tras un trabajo intenso que comenzó en 2019, pese a los obstáculos de la pandemia por Covid-19 y los ciclos de lluvia.

“Al final, para 2020 tuve los individuos que necesitaba. Ahí comenzó la revisión de especímenes, biometría, morfometría, comparaciones con otras especies, análisis estadísticos, revisión en laboratorio y descripción de todos los detalles para confirmar que es algo que todavía no está descrito”, detalla el investigador.

Toda esa labor se resume en un manuscrito, que entra a revisión rigurosa de pares, en la que dos especialistas anónimos verifican y garantizan que el trabajo haya cumplido el rigor científico.

Gracias a ello ahora se sabe que Moema juanderibaensis es una de las seis especies de Rivúlidos descritas para Bolivia; una de las cuales —Moema claudiae— se cree extinta, porque se encontró únicamente un individuo al norte de Guarayos (Santa Cruz), una zona altamente afectada por la ampliación de la frontera agrícola.

Hábitat típico de esta especie. Foto: H.A. Drawert/ Killifish Foundation

En tanto, la nueva especie es endémica de la cuenca del río Piraí (Santa Cruz), lo que significa que únicamente se ha encontrado en dicha zona, aunque por ahora no se puede descartar completamente la posibilidad que pueda habitar en algún lugar más dentro de la cuenca alta del Mamoré.

Entre los detalles más interesantes de este pececillo, se tiene que puede adaptarse a un estilo de vida anfibio. “En cautiverio, con fines de estudio, se observó que puede permanecer varias horas fuera del agua cuando siente una amenaza. En ese momento, salta fuera del agua y se prende en la vegetación (una hoja, por ejemplo), y se queda ahí tres a cuatro horas, sin necesidad de volver al agua”, explica el experto. Este fenómeno, probablemente, le da la oportunidad de moverse por tierra para ir de un charco a otro, en caso que el suyo se seque. “Hay estudios en Brasil, donde se ha visto que (otros Rivúlidos) pueden estar fuera del agua más de tres semanas sin morirse”.

Biológicamente esto se interpreta como que el espécimen deja de tener respiración branquial, como el resto de los peces, y pasa a tener una respiración dérmica, como la de anfibios como las ranas.

El otro elemento que hace especial al pez es que, si no está en un bosque primario, en buen estado de conservación, no sobrevive. Eso complica su conservación a largo plazo porque su área de distribución se encuentra en una región —el Norte integrado cruceño— con un acelerado cambio de los ecosistemas, debido a la ampliación de la frontera agrícola.

Bajo esa lógica, el futuro de la especie “no pinta bien”, salvo que se delimiten áreas protegidas específicas, no necesariamente grandes, porque este pez puede vivir en charcos rodeados por una pequeña área de bosque en buen estado de conservación.