Opinión

Cóncavo y convexo| La industria 4.0 y la economía circular

OPINIÓN

Hoy todos, de manera directa o indirecta, somos parte de la IV Revolución Industrial o Industrias 4.0 . Esta revolución que, a diferencia de las anteriores, carga sobre sus hombros la responsabilidad de frenar el cambio climático, el déficit ecológico, la huella hídrica, la del carbono; pero -además- la necesidad de transitar del modelo de producción lineal al circular. Esto queda en evidencia cuando vivimos eventos climáticos frecuentes y empezamos a entender que los recursos que nos brinda el planeta son finitos.

La primera y segunda Revolución Industrial se desarrollaron bajo la premisa de recursos infinitos y baratos. En la tercera, si bien se empezó a revelar un incremento exponencial de la demanda de bienes de consumo y comenzó la preocupación y reflexión sobre la importancia del reciclaje, especialmente del plástico y la promoción de energías renovables; no tuvo mayor repercusión y continuó imperando el modelo de economía lineal. En este período, la ciencia también empezó a mostrar su preocupación frente a la polución del aire y la escasez del agua.

Por otro lado, la pandemia por Covid-19 demostró la fragilidad de la especie humana, y nos hizo confirmar que la cadena productiva y la logística mundial eran lineales. Por ejemplo, si el Beijín Institute of Biological Products nos comunicaba que el próximo lote de vacunas Sinopharm destinado para la segunda dosis en Bolivia, se entregaría con un atraso de tres meses; no solo afectaba a nuestra programación de la vacunación, sino que ponía en riesgo su efectividad (algo de eso ocurrió).

Nos dimos cuenta que Beijín-Santa Cruz quedaba a 17.555,35 kilómetros (en línea recta) y que estaba ahí su único centro de producción; si pensamos en modelos de producción circulares, esto no debería volver a ocurrir. Además del impacto en la huella de carbono que significa transportarlos.

Es por ello que el desafío es entender que la cuarta revolución y la economía circular bien aplicadas, pueden generar crecimiento económico, incremento del PIB , empleos de calidad, y convertirse en la herramienta más efectiva de combatir el cambio climático, brindando además beneficios a la salud y reduciendo la presión que ejercemos sobre el planeta. Basta ver lo que están haciendo Apple, Google y Nike; ellos son un claro ejemplo de Industria 4.0 y economía circular.

Para ello requeriremos que quienes toman decisiones políticas y líderes empresariales, entiendan esta filosofía. Trabajar en nuevas políticas públicas, incentivar las nuevas inversiones circulares, nuevos emprendimientos tecnológicos, empresas digitales, las startups, todos ellos respondiendo a los desafíos. Si es así, bienvenidos los unicornios que responden a innovaciones circulares.

En Bolivia, tenemos la gran oportunidad de iniciar esa transformación rescatando experiencias exitosas que ya ocurren en varias empresas globales y países. No obstante, es fundamental empezar “aguas arriba”, es decir, desde el momento de la concepción del proyecto, producto o servicio; su adecuado diseño, la utilización de materiales reciclables, de reducir al mínimo los residuos y dependiendo el tipo de productos, la necesidad que puedan ser reparados y/o actualizados tantas veces como sea necesario, dejando a la “obsolescencia programada y demanda inducida” como cosa del pasado.

Hoy, en el país, generamos diariamente 7.002 toneladas de residuos y menos del cinco por ciento se recicla. Aproximadamente el 40 por ciento de los presupuestos de los municipios se utilizan en el servicios de limpieza y recolección de residuos, sin generar impacto positivo. Es aquí donde la Industria 4.0 podría jugar un rol principal, además de generar empleos verdes y dignos; acompañados de nuevas políticas públicas; de mecanismos innovadores a partir de la responsabilidad extendida del productor estipulada en la ley 755 (Residuos) y la promoción e incentivos por utilizar materia prima reciclada, energías alternativas, cosecha de agua, etc.

Finalmente, si queremos de verdad evitar que sobrepasemos el incremento de 1,5 grados de temperatura, objetivo del acuerdo de Paris y de la Agenda 2030, tenemos que convertir a la tierra en un planeta circular. Es decir, que todos los productos que se fabriquen puedan y deban ser reparados, restaurados, reciclados… ¿Cómo lo hacemos? A través de la Industria 4.0. Hoy no se puede hablar de economía circular sin hablar de Industria 4.0, ambos son “cóncavo y convexo” de este proceso, como diría Roberto Carlos en esa canción que fue un hit en los años 80.

*Heiver Andrade Franco es director de la Fundación AMIGARSE

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la postura del medio.


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