Un nuevo informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) muestra que los efectos del cambio climático alcanzaron niveles sin precedentes en 2023. “Fue el año más cálido desde que hay registros”, con una temperatura media mundial de 1,45 °C por encima de los niveles preindustriales, asegura el documento. Como consecuencia, fenómenos meteorológicos y climáticos extremos golpearon al mundo entero. En América Latina, lluvias torrenciales, inundaciones, huracanes, calor extremo, sequía y enormes incendios forestales asociados tuvieron repercusiones socioeconómicas graves, afectando a millones de personas.
“El cambio climático va mucho más allá de las temperaturas”, sostuvo la Secretaria General de la OMM, Celeste Saulo. “Lo que presenciamos en 2023, sobre todo en relación con el calentamiento de los océanos, el retroceso de los glaciares y la pérdida de hielo marino antártico sin precedentes, es motivo de especial preocupación”.
En el informe contribuyeron decenas de expertos de las organizaciones de las Naciones Unidas, los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales (SMHN), los centros mundiales de datos y análisis, así como los Centros Regionales sobre el Clima, el Programa Mundial de Investigaciones Climáticas (WCRP), la Vigilancia de la Atmósfera Global (VAG), la Vigilancia de la Criosfera Global (VCG) y el Servicio de Cambio Climático de Copernicus. El documento es una “una alerta roja” que la comunidad de la OMM está haciendo sonar en el mundo, dijo Saulo.
Récord de temperatura
El aumento de la temperatura del planeta está provocando impactos devastadores en todo el mundo. Lograr el cometido del Acuerdo de París, que es impedir que la temperatura aumente por sobre los 1,5 °C en relación a la era preindustrial, es crucial para evitar que los impactos se intensifiquen. En ese sentido, lo ocurrido en 2023 es preocupante.
“Nunca hemos estado tan cerca, aunque de momento de forma temporal, del límite inferior de 1,5 °C del Acuerdo de París sobre el cambio climático”, aseguró Celeste Saulo.
La razón de este aumento de temperatura se debe al incremento de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera que provocan la retención de calor. Sumado a eso, “la transición de las condiciones de La Niña a las de El Niño a mediados de 2023 contribuyó al rápido aumento de la temperatura”, explica el informe de la OMM.
La científica colombiana Paola Arias, profesora titular de la Universidad de Antioquía, precisa que “los últimos tres años, entre 2020 y 2023, habíamos estado en condiciones de La Niña”, que corresponde a la fase fría del fenómeno climático natural conocido como El Niño-Oscilación del Sur. “El Niño —que corresponde a la fase cálida de ese fenómeno— llegó para 2023-2024 alcanzando su mayor intensidad en diciembre, enero y febrero. Eso fue algo que tuvo mucho que ver con las altas temperaturas entre el año pasado y lo que va de este año”, explica. Sin embargo, asegura que “nueve meses rompiendo récord en temperaturas como las más altas registradas se debe al cambio climático”.
Según indica el informe de la OMM, ya en 2022 las concentraciones observadas de los tres principales gases de efecto invernadero —dióxido de carbono, metano y óxido nitroso— alcanzaron niveles sin precedentes, pero “los datos en tiempo real de lugares específicos muestran un aumento continuo en 2023”. Actualmente, “los niveles de CO2 (dióxido de carbono) son un 50 % superiores a los de la era preindustrial”, indica la OMM y “como consecuencia del período de vida prolongado del CO2, las temperaturas seguirán aumentando durante muchos años”.
Rodney Martínez, representante de la OMM para América del Norte, Centroamérica y el Caribe, destacó que producto de ese incremento Sudamérica vivió olas de calor nunca antes vistas. “La sequía en el Amazonas ha marcado un nuevo precedente histórico: deja ríos secos, delfines y peces muertos, y poblaciones autóctonas con serios riesgos en su seguridad alimentaria [….] Somos testigos por un lado de los incendios forestales en Bolivia, las restricciones en el Canal de Panamá por el descenso del nivel de aguas y, por otro, de las inundaciones que afectaron al sur del continente y que han dejado miles de personas desplazadas”.
Y es que cabe recordar que tanto las consecuencias de la crisis climática como los efectos de El Niño son diferentes dependiendo del área geográfica. “Aquí en Colombia hemos estado con temperaturas altas, con muchos incendios de cobertura vegetal, y en este momento los niveles de los ríos y embalses están bajitos porque ha llovido poco, pero si tú te vas a Perú cuando está El Niño las condiciones son todo lo contrario”, explica Arias. De hecho, intensas lluvias, inundaciones y el desbordamiento de ríos han dejado cientos de damnificados en varios países de Sudamérica. En Chile, por otra parte, los incendios forestales que han devastado extensas áreas los últimos años y que dejaron 134 fallecidos en febrero pasado, también se ven favorecidos por las altas temperaturas y la sequedad, asegura Paulina Aldunce, investigadora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2).
Océanos calientes
Las temperaturas medias mundiales de la superficie del mar alcanzaron máximos históricos. Hacia finales de 2023, más del 90 % de los océanos en el mundo había experimentado olas de calor, lo que dañó ecosistemas y sistemas de alimentación vitales, asegura el informe de la OMM. Además, el conjunto mundial de glaciares de referencia sufrió la mayor pérdida de hielo jamás registrada desde 1950. La extensión del hielo marino antártico fue, con creces, la más baja de la que se tiene constancia. Aunado a esto, el nivel medio del mar a escala mundial alcanzó un máximo histórico en los registros satelitales desde 1993.
Donde se registraron temperaturas excepcionalmente elevadas fue en el Atlántico nororiental, el Golfo de México y el Caribe, el Pacífico Norte y amplias zonas del océano Austral. Un dato importante es que en algunas de esas zonas, como el Atlántico nororiental, las olas de calor “no se corresponden con los patrones típicos de calentamiento asociados al fenómeno de El Niño, cuya presencia fue visible en el Pacífico tropical”, lo que confirma la incidencia del calentamiento producto de la crisis climática.
Según Martínez, las inéditas temperaturas registradas en el Atlántico en 2023 incidieron en la intensidad de los huracanes. “Usualmente hubiésemos tenido una temporada de huracanes por debajo del promedio, pero esta vez la temporada fue más intensa y dejó eventos sumamente destructivos, como lo fue por ejemplo el huracán Otis que impactó a México”.
Junto al aumento de la temperatura, la excesiva absorción de dióxido de carbono por parte del océano ha provocado un incremento de la acidificación del agua. Ambos impactos —más calor y más acidez— tienen profundas repercusiones negativas para los ecosistemas marinos particularmente los arrecifes de coral.
Por otra parte, el nivel medio del mar a escala mundial alcanzó un máximo histórico en los registros satelitales (desde 1993). De hecho, en los últimos diez años —desde 2014 a 2023—, la tasa de aumento del nivel medio del mar a escala mundial es más del doble que la que había en el primer decenio de los registros satelitales, entre 1993 y 2002.
Esta situación también refleja el calentamiento de los océanos. Por un lado, el agua al calentarse se dilata y ocupa más espacio, lo que es conocido como dilatación térmica; por otro, el aumento de la temperatura está derritiendo los glaciares.
En el mundo hay dos mantos de hielo principales: el manto de hielo de Groenlandia y el manto de hielo antártico. “Combinando los dos mantos de hielo, los siete años de mayor deshielo jamás registrados se han producido en su totalidad desde 2010, y las tasas medias de pérdida de masa aumentaron de 105 gigatoneladas al año, entre 1992 y 1996, a 372 gigatoneladas al año entre 2016 y 2020. Esto equivale a un aumento del nivel del mar a escala mundial de aproximadamente 1 mm al año atribuido a los mantos de hielo en el segundo período”, asegura el informe de la OMM.
Además, “los datos preliminares para el año hidrológico 2022-2023 indican que el conjunto global de glaciares de referencia sufrió la mayor pérdida de hielo desde que hay registros”.
La urgencia de la adaptación
Según la OMM, “se prevé que el calentamiento continúe, lo cual conlleva un cambio irreversible a escalas de cientos a miles de años”. Lo mismo advirtió en 2022 el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que precisó que la seguridad alimentaria de millones de personas está bajo amenaza, producto de los fenómenos meteorológicos extremos y también de la elevación de la temperatura del planeta y la acidificación de los océanos que afecta actividades productivas clave como la acuicultura y la pesca. Es por eso que hoy los esfuerzos no solo deben estar destinados a mitigar el cambio climático, sino también a adaptarse a las nuevas condiciones.
En ese sentido, todavía hay esperanza, asegura la OMM. “En 2023, las incorporaciones de capacidad renovable aumentaron casi un 50 % respecto a 2022, ascendiendo a un total de 510 gigavatios (GW), lo que representa el mayor ritmo observado en las dos últimas décadas”, dice el informe de la OMM.
Además, existen ejemplos concretos exitosos de adaptación. En América Latina son numerosas las iniciativas en las que comunidades se han organizado para restaurar los ecosistemas y de esa manera aumentar su resiliencia a los eventos climáticos extremos.
En Bolivia, por ejemplo, cientos de familias en Cochabamba están restaurando zonas de recarga hídrica en las cabeceras de cuenca para contar con mayor cantidad de agua para el riego y el consumo en sus hogares. En Ecuador, el agua volvió a la pequeña ciudad de Catacocha tras implementar un sistema indígena.
En México, comunidades costeras están recuperando los manglares que no solo absorben grandes cantidades de CO2, sino que reducen la intensidad de los oleajes durante las tormentas y huracanes.
En Colombia, miles de campesinos están realizando esfuerzos para restaurar La Mojana, un complejo entramado de humedales que se ha deteriorado de manera drástica en las últimas décadas. El objetivo es mejorar los servicios ecosistémicos para amortiguar las inundaciones y sequías extremas, y asegurar el abastecimiento de alimentos y materias primas.
En Chile, científicos están instalando estaciones meteorológicas en la zona más austral del país, en Cabo de Hornos, donde la crisis climática está provocando cambios en los ecosistemas. El objetivo es tener más información para entender con mayor precisión los impactos, prever su magnitud a futuro y así tomar medidas para adaptarse a ellos.
No obstante, a pesar de estas acciones, “hace falta más apoyo”, dice Aldunce. América Latina está atrasada en adaptación, asegura la experta, algo que también ya ha advertido el IPCC, y los récords de temperatura alcanzados en 2023 ponen más urgencia a la necesidad de tomar medidas para adaptarse a los cambios que ya están aquí.
Además, los niveles de pobreza, inequidad e inestabilidad política de los países de Latinoamérica y el Caribe ponen barreras que no favorecen esa adaptación, puesto que en esas condiciones “es muy difícil que haya perspectivas de Estado en estos asuntos”, agrega Arias.
“La crisis climática es el desafío esencial al que se enfrenta la humanidad”, dijo Celeste Saulo. Las temperaturas alcanzadas en 2023, así como las catástrofes asociadas son una alarma imposible de desoír que reclama, urgentemente, por más acciones.