El fuego afecta zona de alimentación de la paraba azul y la base de los árboles donde anida

Una evaluación del impacto de los incendios en sitios de reproducción de la especie, al sur del ANMI San Matías, permitió detectar dos pichones y parejas con comportamiento reproductivo, pero no así huevos. Advierten que la flora que proporciona cavidades para la anidación es “vulnerable al fuego”.

La paraba azul. / Foto: CLB

Cecilia Requena Gallo / Fotos: CLB

Una evaluación del impacto de los incendios forestales registrados a finales de octubre sobre los sitios de reproducción de la Paraba Azul (Anodorhynchus hyacinthinus), en la zona sur del Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) San Matías (Santa Cruz), permitió establecer que el fuego afectó -principalmente- las zonas de alimentación del ave. La base de los árboles que presentan cavidades potenciales de ser nidos de la especie también fueron alcanzados y son especies “vulnerables a las llamas”.

Un equipo conformado por el guardaparque del Área Protegida, Agustín Chonaca; el administrador de la Estancia Santo Rosario, Alejandro De Los Ríos; el veterinario Félix Huaquipa; el residente de la Comunidad Santo Corazón, Carlos Are, y el director de la Fundación Conservación Loros de Bolivia (CLB), José Antonio Díaz, hizo un recorrido de tres días por las comunidades San Fernando y Santo Corazón; y las estancias Esperanza, Montecarlo, San Fernando, Santa Cruz el Palmar, Santo Rosario y Turubai. 

En el lugar se revisaron cavidades potenciales de anidamiento del ave, árboles de Sujo (Sterculia apetala) especialmente. Varios presentaban secuelas de fuego en la base de los troncos, pero no se evidenció la pérdida de nidos. Se encontró dos pichones -uno en cada nido- y parejas con comportamiento reproductivo. Esto último implica que se detectó parabas azules entrando o saliendo, pero sin presencia de huevos.

Uno de los dos pichones encontrados en un nido. La especie desova en cavidades de los árboles, en la parte más alta, para cuidar a sus crías.

En el informe elaborado por la Fundación CLB se lee también que se detectó a un individuo muerto y “numerosos cadáveres de aves y mamíferos”.

Entre las conclusiones de la evaluación, se advierte que el incendio afectó las zonas de alimentación de la paraba, no así sus nidos directamente. Sin embargo, los árboles aptos para la anidación “son vulnerables a su pérdida por incendios”, por lo que se recomendó “reducir los potenciales impactos de un incendio forestal”.

El hallazgo de parejas con comportamiento reproductivo -según los expertos- evidencia que “cuentan con recursos alimenticios disponibles para enfrentar un proceso reproductivo, incluso existiendo impacto por incendios forestales en gran parte de su área de vida”. 

Fuego y sequía

Parte del equipo que realizó la evaluación, en el momento de subir a la copa de las palmeras para realizar la verificación.

Para el guardaparque Agustín Chonaca, el incendio que azotó una zona de palmeras de motacú de la Estancia Santo Rosario, fue precedido por una sequía intensa. “El año pasado la zona del motacusal era un curichi (laguna), todavía tenía agua, por eso el fuego no entró. Pero este año la sequía fue tan fuerte que toda esa parte estaba seca y el fuego arrasó con todo”, dice.

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Bajo su percepción, la pérdida de especies de árboles de los que se alimenta la Paraba Azul puede afectar su reproducción. Esto porque, en condiciones óptimas, el proceso comienza alrededor de junio, con el acondicionamiento de los nidos. Entre septiembre y noviembre ponen los huevos. 

Similar observación tiene Alejandro De Los Ríos, administrador de la estancia Santo Rosario. “El incendio afectó a frutas nuevas o que iban a ser alimento en esta época. Se redujo quizás un 70 por ciento del alimento de buena calidad en zonas de alta población de parabas azules. En la reproducción esto va generar un estrés fuerte, tomando en cuenta que cada pareja busca lugares que cumplan ciertos requisitos, como humedad, vegetación circundante y, sobre todo, tranquilidad. Al verse afectados por el fuego posiblemente no lleguen a incubar o los árboles que sirven de anidación se caigan debido a la acción del fuego”, dice.

De momento, la temporada de lluvias ha sofocado los incendios en la zona. No obstante, es una solución temporal a un problema cada vez más recurrente. “El año pasado los incendios alcanzaron casi la mitad de las zonas de anidación de la paraba azul. Esto afecta porque algunos árboles han caído y las aves tienen que buscar nuevos árboles para hacer sus nidos. Con el incendio de este año se están reduciendo aún más las zonas de anidación”, lamenta Chonaca.

Desde su experiencia, De Los Ríos ve necesario un compromiso general de acción contra el fuego, tanto de guardaparques, bomberos voluntarios, oenegés y los mismos comunarios, para actuar rápido frente al fuego. También es importante -dice- generar un compromiso con las estancias ganaderas, para tener alertas tempranas. 

Lo que debes saber sobre la Paraba Azul

La paraba azul anida en árboles que están muy en el centro del bosque, como una manera de preservar a sus pichones. Foto: CLB

Clasificada a nivel nacional como vulnerable (VU), según el Libro Rojo de la Fauna Silvestre de Vertebrados de Bolivia (2009), la paraba azul se encuentra asentada en la región Este del país, en la zona del Pantanal. El ANMI San Matías es precisamente el mayor refugio de estas aves, que tienen como particular característica formar una sola pareja durante toda su vida.

El proceso reproductivo se inicia a partir de los cuatro a seis años. Por lo general, un tronco alto y robusto, de al menos cinco metros, es el refugio ideal para construir nidos. Las cavidades de los árboles de toco, roble y principalmente sujo, son las especies preferidas para ello.

La adecuación del nido se inicia en junio, y de septiembre a noviembre se da la incubación. En promedio cada pareja pone de uno a dos huevos. Sin embargo, es bastante común que, en el caso de existir dos huevos en un nido, solo un pichón sobreviva. 

Así como la búsqueda del nido, las fuentes de alimento son otro factor clave dentro del proceso reproductivo. Su dieta está basada principalmente en frutos del motacú (Attalea prínceps) y totaí (Acrocomia aculeata). Pero los incendios forestales que se registran cada año están mermando estos sitios. 

La estructura de la vegetación en el Pantanal está conformada por islas o bosques en riberas de humedales o ríos, donde el motacú, totaí y la palma aparecen en cantidades. 

Los incendios generalmente afectan cada año a los sectores de la sabana o pastizales, pero no siempre alcanzan las riveras de los ríos o a los motacusales, como sucedió este año. Una vez llega la temporada lluvias el panorama se reverdece, pero esas son especies de gramíneas y leguminosas enredaderas que rápidamente cubren los suelos. Los árboles grandes pueden tardar años en regenerar. 

Con los incendios se provoca una gran pérdida de humedad en los suelos, por lo que un bosque que estuvo afectado por el fuego es propenso a sufrir nuevamente incendios en la siguiente temporada seca. 

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