Bolivia enfrenta dos desastres al mismo tiempo: sequías e inundaciones. Dos eventos climáticos que no dan tregua al país con cifras de familias damnificadas que casi alcanza el medio millón.
Las fuertes lluvias presentes desde inicios de 2023 han dejado, hasta el momento, dos personas fallecidas y han afectado a por lo menos 13 mil familias en 13 municipios: nueve en el departamento de Santa Cruz y cuatro en el departamento de La Paz, según ha informado el Viceministerio de Defensa Civil.
En contraste, en lugares como el Chaco y la Amazonía boliviana, las sequías y heladas han afectado a más de 486 mil familias en siete de los nueve departamentos de Bolivia: La Paz, Oruro, Santa Cruz, Cochabamba, Chuquisaca, Potosí y Tarija. El Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras ha indicado que son más de 2 800 comunidades afectadas.
«Los eventos se están volviendo mucho más fuertes en periodos más cortos», señala Michelle Vásquez, especialista en medio ambiente del Área de Gestión de Riesgos del Servicio de Hidrología y Meteorología (Senamhi) de Bolivia.
Vásquez explica que la sequía no era un evento muy recurrente en el territorio boliviano. Las inundaciones, dice, sí eran más frecuentes, pero en los últimos años, aproximadamente desde el 2016, las afectaciones por la falta de agua son más fuertes y recurrentes.
«En los próximos meses —continúa la especialista— no tenemos un escenario favorable, las proyecciones que se tienen es que habrán menos precipitaciones, por tanto, es muy probable que la sequía continúe».
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Un largo período de sequía
Por tercer año consecutivo, la sequía ha afectado a Bolivia. En el actual periodo, el déficit en las lluvias comenzó durante el año 2022 y se ha extendido hasta la actualidad. Vásquez señala que, de acuerdo a los pronósticos del Senamhi, la reducción en las precipitaciones con relación a sus valores normales continuará por lo menos en los próximos tres meses.
«En Bolivia y en otros países siempre hay una fluctuación climática natural, por tanto, hay años hidrológicos mucho más húmedos y otros más secos. Sin embargo, en los últimos tiempos, los años secos y aquellos donde hay eventos de inundación se están haciendo más extremos», señala Marlene Quintanilla, directora de Investigación y Gestión del Conocimiento de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN).
Quintanilla señala que desde el año 1980, Bolivia ha atravesado distintos cambios en el clima. Según los análisis realizados por FAN, entre 1980 y 2020 la temperatura media anual ha subido 0.5 grados centígrados en algunas regiones del país y en otras por encima de 1 grado centígrado.
La experta de FAN explica que el régimen de lluvias también está cambiando. Con información de Senamhi, Quintanilla destaca que desde 1980 el patrón de lluvias ha disminuido en 11 % en muchas regiones del país y, en los meses más secos —agosto, septiembre y octubre— la lluvia se ha reducido hasta 36 %.
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Quintanilla señala que una mayor temperatura y, al mismo tiempo, la reducción de la lluvia «es una combinación catastrófica porque hay una extrema sequía en la época seca que antes solía ser de dos a tres meses, pero en las últimas décadas se ha incrementado a más de cuatro meses».
Oscar Mendoza, especialista en Estrategias de Gestión del Riesgo y Resiliencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en Bolivia, habla de una sequía prolongada que empezó entre junio y julio de 2022 y que ha estado relacionada con los incendios forestales.
Mendoza destaca algunas de las consecuencias que ha tenido la disminución de las precipitaciones en los últimos 20 a 25 años. En el Altiplano, los Valles y el Chacolos, por ejemplo, están «los retrasos en la siembra de verano de cultivos claves para la seguridad alimentaria como la papa o el maíz que se siembran aprovechando las lluvias».
El funcionario de la FAO asegura que se trabaja en sistemas de monitoreo que permitan la prevención de la sequía meteorológica, agrícola, hidrológica y también la socio-económica. En ese sentido, Mendoza explica que, por ahora, no se ha llegado a los niveles de la temporada 1982-83, cuando se enfrentó una sequía de 19 meses que provocó una fuerte migración.
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Los efectos de las inundaciones
En el otro extremo están las recientes inundaciones con precipitaciones por encima de los normal que también están afectado a Bolivia. Como explica Michelle Vásquez, del Senamhi, en muchos lugares «lo que debía llover en un mes se ha precipitado en un día».
Marlene Quintanilla, de FAN, señala que son varios los factores que están agudizando las sequías y las inundaciones. Uno de ellos es el cambio climático que, además, se acelera por las transformaciones que realizan las personas en los ecosistemas.
Sobre las inundaciones, Quintanilla precisa que son las personas las que se están acercando a las zonas de amenazas o riesgos naturales, ya que cada vez hay más centros poblados cerca a zonas de humedales o lugares a donde llega el agua de manera natural.
Un tercer factor —agrega Quintanilla— es que se ha modificado la cobertura natural de los suelos que eran como un freno y un regulador natural de los caudales. «A medida que vamos haciendo más cambios en las cuencas, ya sea porque hay más ciudades y más gente viviendo en estas áreas o porque se está ampliando la agricultura y ganadería, las inundaciones son más intensas».
La Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo) del departamento de Santa Cruz ha reportado la afectación de por lo menos 60 000 hectáreas de cultivos de soya, maíz y sorgo por efecto de las inundaciones.
Un análisis realizado por la Fundación Tierra, sobre los desastres climáticos en Bolivia, indica que desde hace tres años se atraviesa un periodo extendido de sequía principalmente por el fenómeno de La Niña.
Según la Organización Meteorológica Mundial —organismo que forma parte de las Naciones Unidas—, las condiciones de un episodio de La Niña se instalaron en el Pacífico en septiembre de 2020 y se han mantenido durante todo este tiempo, excepto en el verano boreal —de junio a setiembre— de 2021.
La Fundación Tierra indica que debido a la presencia de La Niña se han extendido los meses secos en Bolivia, eso provoca que el período de lluvias se concentre en muy pocos meses. Sin embargo, no es la única causa de lo que está ocurriendo en el país; a este evento meteorológico se suma la deforestación como un problema que agrava los desastres.
«Lo deseable es que la lluvia tenga una circulación natural. Ahí juegan un papel importante las zonas boscosas, pero cuando la deforestación es alta, el recurso agua, en lugar de recircular en la atmósfera, se queda en la tierra como aguas subterráneas y provoca, a mediano plazo, la aparición de fenómenos climáticos más severos», explica Gonzalo Colque, investigador de la Fundación Tierra en un artículo publicado en su página de internet.
Hasta hace algunos años, la temporada de lluvias duraba entre cuatro a cinco meses, pero ahora, por los dos factores antes mencionados, se concentran en dos meses, incluso en semanas y hasta en días, se explica en el artículo.
Colque también advierte que estos cambios atmosféricos tendrán consecuencias a corto y mediano plazo: el primero será la desertificación que luego afectará la fertilidad y la productividad agrícola, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria en el país.
El gobierno de Bolivia ha dispuesto ayuda humanitaria para las familias afectadas por las sequías e inundaciones mediante el envío de alimentos como arroz, azúcar, aceite y otros productos, así como la instalación de bombas de agua.