La bióloga boliviana Ángela Núñez siempre estuvo interesada en los animales. Y aunque inicialmente pensó en ser veterinaria, el destino la llevó a estudiar biología para descubrir que definitivamente era lo suyo.
Sus investigaciones empezaron con la ‘taruka’, término quechua para el venado, una especie que la fascinaba porque “realmente eran increíble los lugares donde habita, montañas, lugares abiertos e incluso llega hasta las nieves perpetuas. Era muy lindo trabajar con este animal”, asegura Núñez.
Hasta que descubrió el jaguar y se fascinó por esta especie que considera “mágica”. Sin embargo, su encuentro con el gran felino de América se dio a través del tráfico de fauna. Y desde que empezó, en el año 2011, no ha dejado de trabajar para enfrentar esta actividad ilegal que está acabando con decenas de jaguares cada año en Bolivia y en todos los países donde habita la especie.
Actualmente Núñez forma parte de la Asociación SAVIA, que participa en la Operación Jaguar, un proyecto de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza de los Países Bajos (UICN-NL) y que se ejecuta en tres países: Surinam, Guyana y Bolivia.
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¿Cómo empieza sus investigaciones sobre el jaguar?
Eso fue un salto grande. Luego de la tesis y de trabajar con ONG pasé a trabajar con una instancia gubernamental, el Ministerio de Medio Ambiente y Agua, en la Dirección General de Biodiversidad y Áreas Protegidas. Ahí empecé con el tema de aprovechamiento de vida silvestre, sin embargo, me interesó muchísimo más lo que en ese momento se llamaba Gestión ex situ, que hacía referencia a todas las especies que estaban fuera de su hábitat natural producto del tráfico, y que estaban alojadas en centros de custodia. Así fue como empecé con el tema de tráfico y luego me incliné completamente a trabajar con el jaguar porque creo que es una de las especies que está sufriendo mayores amenazas. Pero también creo que si trabajamos con esta especie podemos abarcar muchas otras que dependen de ésta o conviven con ella, y considero que definitivamente es una especie clave que controla muchas otras especies en el hábitat donde se encuentra y su presencia nos indica la buena salud del lugar donde habita.
¿En ese momento el tráfico de jaguar era similar a la situación actual?
Era el año 2011 y no había tanta demanda por las partes de jaguar. Ya en el 2014 empezamos a identificar muy fuertemente este tema de tráfico de los colmillos de jaguar. Antes había tráfico, pero era de pieles. En la década de los setentas era muy, muy elevado y bajaron muchísimo las poblaciones de jaguar a nivel regional en todos los lugares donde habita. Sin embargo, por el tema de CITES, y considerando que el jaguar es una de las especies protegidas por este convenio, se pudo advertir una reducción en el tráfico de pieles. Pero en el 2014 realmente empezaron a subir increíblemente los casos de tráfico de partes de jaguar. En Bolivia lo relacionamos con el tema de la migración de ciudadanos chinos a nuestro país, pues son quienes empiezan a crear esta demanda en Bolivia.
En el 2014, ¿cómo se detecta este gran flujo de paquetes de partes de jaguar?
Bueno, fueron dos cosas, de manera paralela. Por un lado, una denuncia de un colega biólogo. Él estaba en campo trabajando con la especie y escuchó en una de las radios locales un anuncio que decía que se compraban colmillos de jaguar y daban los números al aire. Eso lo alertó muchísimo y me contactó inmediatamente. Se hicieron todas las gestiones necesarias para poder dar con esta persona que había colocado el anuncio en la radio y ver qué es lo que estaba sucediendo en esa región. Justamente se trata de una región muy importante para la especie donde se encuentra el Parque Nacional Madidi, conocido por su altísima biodiversidad y con una buena población de jaguares. Paralelamente se identificaron paquetes en la empresa de correos de Bolivia con destino a China, y provenían de distintos departamentos de nuestro país. Y como La Paz tiene un aeropuerto internacional, se hicieron trabajos con los funcionarios de la empresa de correos de Bolivia, para que aprendieran a identificar partes de animales silvestres en los paquetes. Se trabajó con ellos y una vez que ellos pudieron detectar estos casos, contactaban a la policía forestal y de medio ambiente para que haga el decomiso correspondiente.
¿Fue el primer decomiso de colmillos de jaguar?
Se llegaron a decomisar alrededor de 16 paquetes en diferentes fechas. Empezamos en 2014 y hasta 2016 se lograron decomisar alrededor de dieciséis paquetes, con cerca de 340 colmillos de jaguar. Nos gustaría tener acceso a esos colmillos para estudios científicos porque no podemos determinar si realmente han sido cazados en ese momento, o son colmillos, por ejemplo, que los pobladores tienen a veces guardados y como existía la demanda, pues sacaron esas piezas para venderlas. Se calcula al menos 85 jaguares para obtener esa cantidad de colmillos. Sin embargo, podría ser muchísimo más, porque no siempre se llega a tener los cuatro colmillos de cada jaguar.
Entonces, ¿cuántos jaguares realmente estarían siendo cazados para obtener sus partes?
Se desconoce la cantidad real de jaguares que estarían siendo cazados para comercializar sus partes. La detección de vida silvestre traficada podría alcanzar apenas 20 por ciento del total traficado. Se sabe que lo que se logra decomisar es bajo en comparación a lo que realmente está ocurriendo. Y eso pasa con todas las especies en todas partes del mundo.
¿Cuántos jaguares se estima que hay en Bolivia?
Los números estimados están entre los 6000 y 7000 jaguares más o menos en Bolivia, que es un número no muy alto. Estudios a nivel regional estiman 12 000 jaguares en Bolivia, pero con lo que hemos estado viendo en los últimos años, nos quedamos con el número más bajo. Las partes decomisadas de jaguar desde el 2014 hasta el 2019 corresponden a por lo menos 200 jaguares que podrían haberse perdido. Es una especie de la cual dependen muchas otras especies y también muchos otros aspectos relacionados con el ser humano, como por ejemplo el control de enfermedades. El rol ecológico de un jaguar dentro de su ecosistema puede llegar a reducir las enfermedades que se transmiten al ser humano, porque controla también poblaciones de animales pequeños, como roedores que podrían ser vectores. Entonces, si desaparece el jaguar estaríamos también arriesgando la salud humana. Y si desaparece el jaguar, pues también desaparecerían los bosques.
¿Por qué?
Porque ya no existiría ese controlador de las presas de las cuales se alimenta y estas presas aumentarían en número, y podrían de alguna forma también afectar ciertas actividades de los seres humanos que habitan en estas regiones. Y, por otro lado, también podrían evitar la regeneración de los bosques, si es que hay una sobrepoblación. Me refiero a los ciervos, a los chanchitos de monte, a los tapires, etcétera…de los cuales el jaguar se alimenta y controla sus poblaciones. Y controla también a los animales enfermos porque se alimenta de éstos. Entonces es un controlador máximo dentro del ecosistema donde vive. Si se afecta la regeneración del bosque, pues ya no tenemos bosque y en consecuencia ya no tenemos agua. Es una preocupación muy grande por ser una de los recursos elementales para la vida.