La salteña potosina

Beimar Mestilla, guía de turismo, explica que durante la guerra de independencia, entre 1810 y 1825, las guerrillas argentinas llegaron a apoyar al ejército boliviano. Arribaron a Potosí y lo hicieron con sus esposas, pero también con mujeres que apoyaban el momento bélico. Muchas, procedentes del norte argentino sabían hacer empanadas, por lo que ya en la República, varias se quedaron en esta ciudad y la gente empezó a comprar sus productos. Ahí –asegura- surgieron las salteñas, tucumanas y otras masas de ese tipo: «ve donde la salteña a comprar empanadas», decían. Con el tiempo, para acortar la frase, quedaba: «trae salteñas» o «trae tucumanas».

En ‘Potosí 1600’, el escritor cochabambino Ramón Rocha Monrroy, asegura que en realidad la salteña debiera llamarse “empanada boliviana”, porque seguramente se inventó en clima frío, “es decir, en Potosí, porque tiene un añadido que ninguna versión de empanada tiene: la gelatina de patas, en el exterior se sustituye con colapiz, y que se derrite con el jigote y forma el caldo”. El otro aditamento propio es el ají.
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