Santa Cruz y Tarija tienen muchas similitudes con el norte de Argentina. Por ejemplo, en la distribución desigual de la tierra y el avance del agronegocio, factores que generan fuertes impactos en comunidades indígenas y campesinas. Así lo percibe Juan Wahren, sociólogo, magister y doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) Argentina.
Bajo su percepción, en su país “nunca hubo una reforma agraria”, sino algunos procesos de distribución de la Tierra “muy tibios y muy pequeños”. En ese contexto, fue el convenio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el que incorporó el rango constitucional que dio la posibilidad de que se reconozca las Tierras Comunitarias Indígenas; algo que ahora está en riesgo con el Gobierno de Javier Milei, quien busca cambiar el Código Civil y quitar esa figura.
El análisis de Wahren fue parte del Foro Sudamericano “Disputas por el territorio, los bosques y la sostenibilidad de la vida”, en el que junto al experto argentino participaron otros, para debatir sobre la situación actual de los temas mencionados en la región.
En esa línea, Luis Rojas economista paraguayo perteneciente a la Organización Heñói (Germinar) lamentó que comunidades menonitas llegaron a tener el control de las tierras en su país. “Pueden tener acceso a títulos de tierras, ellos llegaron a Paraguay más o menos hace 100 años y comenzaron a colonizar cuando la población paraguaya era pequeña y tenía que poblarse, ahí fueron cedidas esas tierras que con el tiempo el estado fue titulando, Ahora los menonitas tiene importantes cooperativas muy grandes, principalmente en el Chaco paraguayo. Son dueños de 400 mil, 500 mil hectáreas, y tienen actividades productivas muy importantes como la faena de carne, producción de soya y las cadenas de lácteos como leche y sus derivados de varias marcas. Eso quiere decir que son actores económicos muy importantes porque fueron creciendo en capital económico y se expandieron a otras regiones del Paraguay”, lamentó.
Según Rojas, esa expansión descontrolada es la que genera conflictos con pueblos indígenas guaraníes, ay oreos y otros pueblos por tierra y territorio, porque estos eran propietarios históricos de esas regiones que hoy en día están en manos de los menonitas y tienen un poder económico muy grande, y más bien emplean a campesinos e indígenas que van como jornaleros para trabajar en condiciones de explotación.
El país “más neoliberal”
Frente a estos panoramas, muy similares en países de la región, Ninon Zalaquett Olmos, abogada chilena, explicó que en su país no se asume la tierra como un derecho fundamental, sino más bien como un derecho propietario Individual.
Las tierras indígenas no son embargables ni pueden ser transferidas, a no ser que sean “preindígenas”. Para convertir en transferible lo que hacen muchas personas es casarse con una persona que no sea indígena y poner el titulo a nombre de ese foráneo para transferir la tierra. Esto hace de Chile el país “más neoliberal”, según la experta.
De ahí que solo quedaron algunas comunidades más pequeñas y otras más grandes, donde se considera que el territorio de la comunidad son todos los territorios individuales de cada familia.
“Lo que hizo la Reforma Agraria es entregar la Tierra al que la trabaja, a los latifundistas, a algunas comunidades indígenas y a los militares, pero se dio una contrareforma agraria, desde los años 90, que lo que se hace es comprar las tierras privadas de latifundistas de los militares, que se les entregó durante la dictadura”. Sobre esa base, los campesinos, además, deben pagar una contribución por las tierras, una figura que tiene que ver con el pago de impuestos.