Entrevista

“Les digo que no tengan vergüenza, que este es un trabajo digno para hombres y mujeres, y a la vez cuidamos el medioambiente”

Neida Clara Tamayo Torrico, presidenta de la Red de Recolectores de Santa Cruz de la Sierra, cuenta cómo se inició en este trabajo. Crió a dos hijas sola, estudió una carrera universitaria y ahora busca revalorizar la labor de ella y sus compañeros

Por Xiomara Zambrana / xioz.me

¿Que la motivó a emprender en este trabajo?

La necesidad. Como cualquier ser humano he tenido mis altibajos, el dinero no alcanzaba, soy madre soltera, crie a mis hijas sola, me quedé sin mamá, sin papá y no tuve ayuda de nadie. Es duro recordar, pero saqué adelante a mi familia.

Tengo dos hijas, ahora de 25 y 27 años, y también una nietita. Mi vida no ha sido fácil, me cerraron muchas puertas y cuando creí tocar fondo encontré en la basura el medio para subsistir.


Antes de iniciarme en este noble oficio de la recolección tenía una pensión, vendía pollo frito. Lamentablemente, con ese emprendimiento no llegaba a cubrir las necesidades de mi familia. Como madre soltera se hacía difícil responder a dos hijas que están estudiando, eso me hizo buscar una alternativa. Y aunque pocos pueden imaginarse, encontré oportunidad en el reciclaje. Empecé a recolectar junto con mi hermana Patricia, (lo hacíamos) saquillos de arroz que encontraba entre los residuos. Lo recolectado se acumulaba en mi casa y luego se llevaba en carretilla al mercado 4 de Noviembre, ubicado en la Av. Centenario y tercer anillo para vender a un intermediario. 

Vendía gelatina en el mercado y también recuperaba los huesos. Así aprendí a hacer reciclaje con la parte orgánica, que vendía en el Parque Industrial. Ahí me enteré que don Ivo Kuljis compraba periódicos y cartones, emprendí también con esos desechos y me fue mejor.

¿Esta es una buena alternativa de trabajo para las mujeres?

Recolectar basura es una alternativa de vida. En un principio me daba vergüenza escarbar los residuos para escoger lo que se puede vender. La gente me miraba y tal vez pensaba que era una delincuente, sufrí insultos y malos tratos.

Por eso, siempre andaba limpiecita y con zapatos; así salía con mi carretilla a recolectar botellas, papeles y cartones. Emprendía mi labor de madrugada, para que mis vecinos no me vean y se den cuenta que estaba pasando necesidades.

He tropezado con gente mala, y otros que me han dicho lindas palabras: “¡qué bien que está recolectando! ¡venga, tengo en mi casa!”.

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¿Cómo llegó a la presidencia de la asociación?

Foto: Fundación Amigarse

Era un reto muy grande que no me atrevía a enfrentar. Uno tiene que lidiar con el carácter de los compañeros, no todos son educados, pueden ser agresivos por problemas de autoestima y siempre están a la defensiva, justamente por el trato que nos dan en las calles.

Como parte de la asociación Esperanza, un día nos dijeron: “hay que ir, hay que estar, hay que asumir responsabilidad de liderazgo, se las va a capacitar”. Estudié, aprendí a dirigir, gané las elecciones con el voto del 100% y eso me animó.

¿Qué fue lo primero que hizo?

Comencé a ver con otros ojos esta labor, no con ambición, sino con el deseo de ayudar a los demás, logré desempeñarme y me ha sido útil hablar un poquito de inglés, entiendo portugués y hablo quechua. Este idioma me ha servido para comunicarme con los que llegan del interior, les digo que no tengan vergüenza, que este es un trabajo digno para hombres y mujeres, y a la vez cuidamos el medioambiente, eso a mí nunca me lo dijeron antes.

¿Cómo dirige a sus pares?

Veo la parte humana, cuántas personas como yo tienen problemas sicológicos de dolor y abandono, pero con ganas de superarse.

El otro tema es la pobreza, hay que hablarles, que no vean el asunto del reciclaje como algo malo y feo, porque al estar escarbando se sienten como la basura que están alzando. Ellos tienen que ver este oficio como algo sustentable, y con este trabajo podemos salir para adelante y convertirnos en empresarios.

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¿Cuáles han sido sus logros?

Quería conseguir que aprueben la Ley del Recolector, pero las autoridades no nos han escuchado. Pedimos ser reconocidos y que nos paguen un sueldo, este es un trabajo, y alguien tiene que hacerse cargo.

Fui a La Paz, entré a la cámara de Senadores y Diputados; al Ministerio de Medio Ambiente y Agua, y nadie me escuchó, pero seguiré (insistiendo). Por otra parte, está la ley 755 (Gestión Integral de Residuos) y me he propuesto lograr que nos incluyan y reconozcan. Estamos en la lucha.

También estudié Teología en la universidad gracias a una beca que nos ofrecieron. Quiero que este ejemplo se trasmita entre mis compañeras, especialmente a las jóvenes que son mayoría en la Red.

Este conocimiento adquirido permitió fortalecer mi liderazgo,

Cuando vean a una de mis compañeras o compañeros en la calle, sepan que somos iguales que ustedes. Que la vida nos trazó este destino, pero con todo orgullo y dignidad seguiremos cumpliendo nuestro rol, generando nuestros ingresos y haciendo educar a nuestros hijos para que mañana sean profesionales. Que esta experiencia que nos tocó vivir, les haya servido para que sean profesionales impregnados de solidaridad, preocupados por su comunidad y el medio ambiente. 

Datos

  • Alrededor de 500 personas se dedican a la recolección de residuos solo en Santa Cruz de la Sierra capital. La red aglutina a tres organizaciones que cuentan con personería jurídica. Cada una, a su vez, está conformada por asociaciones en cuyo seno hay entre 11 y 35 miembros. 
  • Según datos de la Fundación Amigarse, el municipio cruceño genera cada día alrededor de 1.850 toneladas de residuos. De esa cifra, solo el seis por ciento se recupera antes de su envío a los rellenos sanitarios del municipio. 
  • El 65,5% de la Red de Recolectores en Santa Cruz son mujeres. Hay mujeres jóvenes, de la tercera edad, madres solteras que han encontrado una forma de vivir con la recolección de residuos.
  • Cada recolectora reúne un promedio de 1.480 kilogramos al mes, lo que significa que 740 toneladas al mes son las que no llegan a los rellenos sanitarios.
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