Mujeres, protagonistas en la restauración del bosque Chiquitano afectado por el fuego

Un análisis sobre el impacto de la sequía y los incendios forestales permitió generar estrategias más efectivas con enfoque de género. Para ello se implementó un proyecto de capacitación y monitoreo que involucra la participación activa de la mujer chiquitana.

Durante los incendios forestales de 2019 en el Bosque Modelo Chiquitano de Bolivia, se observó que no solo los valores ambientales y económicos fueron afectados, sino también los medios de vida de poblaciones más vulnerables: indígenas y campesinos, niños, jóvenes y mujeres.

Entre otros aspectos, un estudio denominado: “Análisis cualitativo de los impactos de sequía e incendios forestales en mujeres, niños y niñas”, mostró que el impacto del fuego ocasionó pérdida de acceso al agua, pérdida de alimentos y aumento de vulnerabilidad a las enfermedades. Todo esto dificultó muchas tareas de la mujer, teniendo en cuenta que, en esta zona, las madres, acompañadas de sus hijos atienden las parcelas de cultivos de subsistencia, se encargan de recolectar agua para consumo y atienden a los animales de granja. Con la pandemia de Covid-19, además tuvieron que hacerse cargo de la desinfección y limpieza de su hogar tanto como fuera posible.

Área de Conservación Ecológica Ñembi Guasu/ Foto:Marco Pinto-MHNNKM

Estos detalles permitieron que el proyecto “Bases del conocimiento para la restauración” tenga un fuerte enfoque de género y juventud. El mismo fue desarrollado por la FCBC y el Museo de Historia Natural Noel Kempff Mercado, y nació a raíz de RESTAURacción, una iniciativa financiada por el gobierno de Canadá, para la restauración de bosques afectados por los incendios en América Latina.

“Muchas veces en asambleas comunales, la mayoría de los asistentes son hombres y ellas se sientan atrás. Por eso queríamos lograr una participación más efectiva de su rol. Eso no se da con un solo proyecto, pero sí sienta las bases. Para ello se capacitó a mujeres y hombres jóvenes, aunque el foco estuvo en ellas”, explica Romy Cronenbold, responsable de Portafolio de Proyectos de la FCBC. | Lee también: Tierra de fuego, a un año de los incendios forestales

Las acciones comenzaron a desarrollarse en enero de este año, con un sistema de monitoreo y evaluación que contribuya a la restauración del Bosque Seco Chiquitano. Para ello se eligió áreas de trabajo en cuatro sitios piloto: Área Protegida Municipal Copaibo, Área de Conservación Ecológica Ñembi Guasu, Centro de Estudios Alta Vista y el Área Natural de Manejo Integrado Municipal Laguna Marfil.

A la par se identificó oportunidades para la participación femenina, desarrollar sus capacidades locales, fomentar su participación en plataformas de restauración y mejorar la educación, a través de capacitación. ¿El fin? Empoderar a mujeres y jóvenes en la toma de decisiones sobre prevención y manejo de incendios, principalmente.

Como resultado, hasta el momento, se implementaron cuatro unidades de monitoreo biofísico y estaciones meteorológicas que incluyen sensores de humedad de suelo. Así también, se desarrollaron capacitaciones de temas ambientales a aproximadamente 80 personas (la mayoría mujeres). Además se benefició a 21 universitaria para desarrollar investigaciones en seis grandes temáticas: capacidad de respuesta del bosque a los incendios, evaluación del impacto de los incendios en medios de vida, educación ambiental usando medios innovadores, uso de nuevas tecnologías en censos forestales, impacto de los incendios en mamíferos; y uso de tecnología QR en procesos de concienciación, difusión y conocimiento.

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Finalmente, se concretaron acercamientos e interacciones con otros miembros de la Red de Bosques Modelo, se consolidó el Bosque Modelo Pantanal; y se fortaleció y promovió el involucramiento en iniciativas en curso, como la Red Interinstitucional de Restauración Ecológica de Bolivia.

“Vimos importante que nuestras futuras profesionales conozcan la Chiquitania en su realidad ecológica y en su realidad social. Fue impresionante el potencial de liderazgo de las chicas. Además, el hecho de que las trabajar como ingenieras forestales o biólogas, macheteando o haciendo los mismos esfuerzos que cualquiera, mostró a los comunarios que sus hijas podrían hacer lo mismo. Lo hicimos para que los varones pudieran valorar a la mujer más allá del rol familiar y de cuidado (como muchos las ven actualmente). Fue un proyecto de tres meses, experiencias piloto, de las cuales hemos sacado muchas experiencias”, explica Cronenbold.


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