Un conteo de 1.160 individuos de Paraba Frente Roja (Ara rubrogenys), 353 más que las anotadas en 2012, hace prever un crecimiento de esta especie, sin que ello signifique que ya no esté en peligro crítico de extinción. El registro se hizo entre marzo y abril de 2021, en las cuencas interandinas donde habita la especie, en los departamentos de Chuquisaca, Cochabamba, Potosí y Santa Cruz.
En una nota de prensa, la Asociación Civil Armonía da cuenta que hasta hace poco se creía que su población no superaba los 807 individuos (entre ellas menos de 100 parejas reproductivas), por los resultados del estudio de un equipo de investigadores españoles, realizado entre 2011 y 2012.
Sin embargo, después de 10 años, el primer censo nacional interinstitucional de esta especie registró 1.160 individuos, lo cual brinda una esperanza para los esfuerzos de conservación que realizan diversas instituciones en Bolivia.
Rodrigo Soria, director ejecutivo de la Asociación Armonía, explica que los resultados podrían indicar que los esfuerzos de conservación realizados por diferentes actores han resultado en un crecimiento de la población en la última década.
Bajo su perspectiva, la preservación de una población saludable de estas aves depende de la integración estrecha de las comunidades indígenas campesinas en los planes de conservación, puesto que una de las más grandes amenazas en este momento es la relación de los productores con el ave, que tiende a “perjudicar” los cultivos de maíz. “El tráfico ha disminuido mucho, pero como la vegetación andina ha sido fragmentada, mucho del bosque natural ha sido talado y convertido a campos de cultivo. Por ello, cuando el alimento de esta especie escasea, y cuando hay oportunidad de alimentarse de cultivos, lo hace; en especial de maíz. Eso ha causado de que haya un conflicto con la paraba, porque la ven como una peste”, dice. | Lee más: ¿Cómo la crianza de abejas nativas puede ayudar a animales en peligro de extinción…
Otro dato positivo es que se encontraron 159 parejas (318 parabas) con indicios de actividad reproductiva (desde la inspección de cavidades por las parejas hasta la presencia de pichones o volantones), 84 de ellas en la cuenca del Mizque, 46 en la cuenca del Grande, 20 en la cuenca del Caine y 9 en la cuenca del Pilcomayo.
“Hallar esta cantidad de población reproductivamente activa, nos dice que a pesar de que tenemos tantos años trabajando con esta especie, aún hay cosas nuevas que se están encontrado. Este resultado, por ejemplo, es inédito. Con relación a la población global de la especie, la proporción de parabas reproductivamente activas fue del 27,4%; variando desde 18,2% en la cuenca del Pilcomayo hasta 34,9% en la cuenca del Mizque 27,4%”.
Respecto a los sitios con mayor presencia, 482 se encontraron en la cuenca del río Mizque; 398 en la cuenca del río Grande; 181, en la cuenca del Caine, y 99 en la cuenca del Pilcomayo.
El censo fue organizado por la Asociación Armonía y Fundación Natura Bolivia, en colaboración con los parques nacionales Torotoro y El Palmar (Sernap), las gobernaciones de Cochabamba y Santa Cruz, y el Museo de Historia Natural Alcide d’Orbigny.
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El trabajo de campo fue realizado simultáneamente por seis equipos de entre dos y cinco personas que realizaron un monitoreo de los sitios reproductivos (peñas rocosas y localmente palmeras), donde las parabas anidan en cavidades pequeñas, y dormideros.
Entre las cuatro cuencas, los equipos encontraron un total de 46 peñas y ocho palmeras con actividad reproductiva; 19 peñas sin indicios de actividad reproductiva, pero potencialmente adecuadas; cuatro peñas no adecuadas, doce dormideros, y seis sitios de alimentación, sumando 466 horas de observación en los sitios.
La Paraba Frente Roja (Ara rubrogenys) es una especie endémica de Bolivia, que desde 2016 se encuentra catalogada en “Peligro Crítico de Extinción”, la más alta que existe. Habita solo los valles secos interandinos de Chuquisaca, Cochabamba, Potosí y Santa Cruz.
Entre las décadas de los 70 y 90, el tráfico ilegal impactó a esta especie haciendo que su población disminuya drásticamente. Posteriormente, su población continúo decreciendo también debido a la pérdida de hábitat y por ser considerada una “plaga” para los productores de maíz.
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