Tres biólogas bolivianas cuentan su experiencia en el Día Internacional de la Mujer y la Ciencia

Las expertas enumeran algunos de los obstáculos que tuvieron que vencer para llegar a sitiales reconocidos a nivel internacional. Hoy ven más decisión a la hora de hacer investigación y mayor visibilidad para el género, pero falta camino por recorrer.

Carmen Julia Quiroga, Flavia Montaño y Mariana Da Silva, durante expediciones de trabajo.

Rocío Lloret Céspedes

No tenía idea que iba a lidiar con la gente. Uno entra pensando en animalitos y plantas y luego se encuentra que el trabajo de campo es bien complicado si eres mujer”. Flavia Montaño es bióloga, con un doctorado en la Universidad de Florida, Estados Unidos. Cuando empezó la carrera, en la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz, la mayoría de los estudiantes eran mujeres, pero pocos leyeron la tesis y muchos menos llegaron a los sitiales que ella alcanzó en cuanto a investigación se refiere.

Se estima que en el mundo, menos del 30 por ciento de los investigadores pertenecen al género femenino. Además, Según datos de la Unesco, solo alrededor del 30 por ciento de todas las estudiantes escogen profesiones del campo de las ciencias, la tecnología, la ingeniería y la matemática.

Como ciencia e igualdad son vitales para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenigle (ODS), en los últimos 15 años la comunidad internacional hace un gran esfuerzo por promover e inspirar la participación de mujeres y niñas en la ciencia. En ese afán, en 2015 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se conmemora cada 11 de febrero.

En el caso de Bolivia, las últimas gestiones han sido vitales para visibilizar la labor de investigadoras que no solo aportan con sus conocimientos a nivel nacional, sino internacional. De hecho sus nombres aparecen en artículos científicos tanto de trabajos de conservación de biodiversidad, como descubrimientos de otras áreas.

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Muchas veces las investigadoras lideran equipos que deben trabajar en coordinación con comunidades. Foto: Museo de Historia Natural «Alcide d’Orbigny».

Para Eliana Lizárraga, jefa del departamento de Museología y Difusión del Museo de Historia Natural “Alcide d’Orbigny” de Cochabamba, es un orgullo que varias de las biólogas de esta institución sean parte de esos logros, ello sin contar que el 80 por ciento del personal sean féminas.

“En los últimos siete años, debido al movimiento internacional de igualdad en oportunidad de condiciones, se ha ampliado la visión sobre la importancia de la mujer en el campo de la conservación”, asegura.

Por mencionar algunos ejemplos, están expertas como Marisol Hidalgo, cuyo equipo en la Reserva Eduardo Avaroa encontró después de casi 50 años, a la chinchilla de cola corta, una especie declarada extinta por la comercialización indiscriminada de su piel. También está Teresa Camacho, cuya investigación realizada en la localidad de Sehuencas permitió descubrir después de diez años a una hembra de la ranita de Sehuencas (Telmatobius yuracare), a la que nombraron Julieta. La pareja perfecta para Romeo, un macho de la misma especie que se creía era la última rana de su tipo. O María Julia Quiroga, quien lideró el proyecto para identificar la presencia de osos andinos en la comunidad de Molle Pampa y Lagar Pampa al sur de Cochabamba.

Todo esto, impulsa a las nuevas generaciones a visualizar perspectivas en el desarrollo de la ciencia y la investigación. Luis Aguirre —biólogo, investigador y profesor del Centro de Biodiversidad y Genética de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) —  ve que hoy en día hay un empoderamiento de la mujer frente al desarrollo de la ciencia y una necesidad de desarrollar sus iniciativas desde la universidad. “Hay que ver también que su rol ha sido fundamental en el desarrollo de las Ciencias Naturales. Es evidente que todavía hay brechas, como la cultural, que hay que vencer, pero en los últimos años se ha dado mayor apertura de espacios para trabajar y desarrollarse”.

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¿Pero cómo perciben ellas su realidad?

Carmen Julia Quiroga

Carmen Julia lideró el proyecto del oso andino. Foto: gentileza archivo personal.

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El género juega un papel muy importante en el caso de la ciencia. Yo trabajo bastante en el campo y al principio es dificilísimo. Hay comunarios que tienen reparos cuando me ven, porque se dirigen al estudiante varón que viaja conmigo, siendo que yo soy la jefa del proyecto.

También hay quienes prefieren contratar a un hombre, porque piensan que van a tener menos problemas caminando en el campo, negociando y este tipo de cosas. Y eso es mentira, la mayoría de las personas que han trabajado conmigo son mujeres y tienen absolutamente las mismas capacidades.

Cuando salí de la carrera, yo no sabía que iba a enfrentar algo tan fuerte. A pesar de que somos más mujeres, en los cargos de mayor rango están hombres en su mayoría. Además somos pocas las que logramos continuar con la educación. No me molesta, pero siempre tienes que trabajar un poquito más.

Para mí cada obstáculo ha sido un empujón para seguir. Amo lo que hago, me encanta la conservación, la ciencia. Me gustan mucho los retos. Aparte hoy en día, cuando trabajas con comunidades y en educación ambiental, es bueno que las niñas y adolescentes vean que hay mujeres que están haciendo ciencia. Para ellas ya es normal verme y decir: yo también lo puedo hacer. Puedo manejar el auto, hacer mecánica, ir al campo.

(Carmen Julia estudió Biología en la UMSS. Tiene postgrado en Conservación de vida silvestre en la Universidad de Oxford de Inglaterra y Maestría en Conservación y Desarrollo Rural en la Universidad de Kent de Inglaterra. Actualmente cursa un doctorado en Ecología de la Universidad del Sureste de Noruega. Fue exploradora de National Geographic y obtuvo la beca de WCN).

Mariana Da Silva

En la Morami Game Reserve de Botswana, África, en medio de un grupo de elefantes. Foto: Gentileza Mariana Da Silva.

Cuando estaba en colegio, empezando a decidir qué estudiar, todas las figuras históricas de ciencia eran varones. Luego entendí que el papel de la mujer en la historia es grande, han hecho muchos aportes con dificultades más grandes que las actuales, propias del tiempo de ellas; pero para conocer su rol, tenías que excavar mucho. Ahora el acceso a la información es más fácil.

Desde mi percepción, a nivel de Bolivia y afuera también, para la mujer es más complicado el tema de la familia y la maternidad. La gente asume que cuando tienes que viajar lejos o quedarte en el monte, no vas a poder. Por otro lado, las condiciones de seguridad que se deberían tomar en la planificación de los viajes, tampoco se toman en cuenta. Desde prevenir el acoso, hasta comodidad para quienes tienen niños. Evidentemente, todo eso se convierte en un obstáculo para quienes nos gusta hacer trabajo de campo. Es algo que nosotras tenemos que pensar y ellos (los varones) ni siquiera lo toman como un aspecto a considerar, lo mismo cuando están postulando a un cargo.

Hay parejas en la comunidad de biólogos del país que siguen un patrón muy notorio. El varón logra notoriedad y la esposa ha quedado casi siempre relegada a educación ambiental y cosas más pequeñas. Ella es, por ejemplo, quien debe dejar de viajar tanto.

Pero hoy en día hay mucha esperanza. El feminismo en general es mucho más fuerte. Yo creo que algo fundamental es que las nuevas generaciones saben que tenemos un rol muy grande, que hay obstáculos por vencer. Para mí el principal era verme yo en este campo. Ahora también se puede hablar más de la elección de vida. La maternidad y el trabajo en casa no son las únicas opciones. Yo recién a los 25 años entendí que era una posibilidad no tener hijos, tan válida como la otra.

(Mariana estudió Biólogía en la UMSA. Tiene una maestría en la Biodiversity, Conservation and Management en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Actualmente es jefa de investigación para combatir el tráfico internacional de fauna en Wildlife Conservation Society-Bolivia. Fundadora del proyecto “Nuestros vecinos silvestres”, para contribuir a la conservación de la naturaleza en áreas urbanas. Ha sido parte de publicaciones científicas, documentos técnicos, libros y manuales. También conferencista de eventos científicos y académicos).

Flavia Montaño

La ornitología es una de las pasiones de esta investigadora. Foto: gentileza Flavia Montaño.

Trabajar en el campo es muy complicado si eres mujer. Yo entraba con un estudiante y la gente siempre se dirigía a él, como si fuera la cabeza de la investigación o me preguntaban si era mi esposo. El hombre tiene el respeto ganado con el simple hecho de ser profesional; la mujer necesita más que un título. Tienes que cuidar tu forma de vestir, de hablar.

En el extranjero no es tan evidente, pero hay pequeñas cosas. De alguna forma el salario es menor. La revisión de artículos tampoco es la misma. Hay estudios en los que se ha presentado el mismo documento, solo con diferente nombre y la evaluación es distinta.

Recuerdo que cuando estudiaba Biología, éramos siempre más chicas que chicos. Teníamos un docente que cuando entré a segundo semestre dijo: ah, tantas mujeres, aquí vienen a buscar marido. Y no era viejo, era relativamente joven. Las chicas somos más aplicadas, pero ellos lo toman como: tú sí vas a ser (bióloga), pero no vas a ejercer, porque te vas a casar.

 

También está el tema del acoso. Tal vez cuando estaba estudiando no lo reconocía el acoso como tal, hoy en día no lo aguantaría. Ellos lo toman a chiste, pero es incómodo. Hoy en día no creo que eso haya cambiado, pero pienso que se cuidan mucho más, porque ahora la gente habla.

El otro problema de hacer ciencia en el campo, es que tienes que escoger entre familia y trabajo. Una pareja normal no aguanta que estés seis meses por año fuera, sin contacto alguno. Del mismo modo, a mi familia le costó entender. Mis tías pensaban que iba a ser profesora. Era como explicarles: ¿has visto Discovery Channel? Eso lo hacen biólogos. Es duro decir, me frustré por mi familia, pero en el fondo habría gente brillante si hubieran tomado la otra opción, que no significa que sea mejor.

(Flavia estudió Biología en la UMSA. Tiene una maestría en Ecología y Conservación en la misma universidad. En 2013 se mudó a Estados Unidos para estudiar un doctorado en la Universidad de Florida, algo que logró en 2018. Al término, se quedó trabajando como investigadora asociada en la institución. Ha publicado artículos científicos sobre ecología de aves y murciélagos. Actualmente su interés está dirigido a la ecología evolutiva. Tiene un grupo de jóvenes cientistas que luchan por sacar adelante sus trabajos).

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