Los años de trabajo e investigaciones desarrolladas en diferentes lugares del planeta nos han permitido ser testigos de una preocupación creciente por el alto grado de escasez de agua a nivel mundial, incluso en regiones con gran presencia del recurso.
América Latina, por ejemplo, es una región reconocida por la gran cantidad de recurso hídrico que alberga y, aun así, se observa una importante escasez. Una de las razones es que no se encuentra bien distribuida todo el tiempo en todos los lugares. La creciente demanda (uso doméstico, energético, agrícola, pecuario, minero, etc.), la contaminación de las fuentes de suministro, el contexto socioeconómico y político de cada país y la vulnerabilidad de los territorios frente a desastres naturales y a las inminentes consecuencias del cambio climático (como fuertes sequías e inundaciones) agregan un grado mayor de complejidad a esta problemática.
Países como Bolivia, se enfrentan con grandes desafíos asociados a la gestión del agua. Por esta razón, se hace aún más necesaria la creación de estrategias y políticas de gestión, considerando los potenciales impactos relacionados con la emergencia climática que ya es irreversible (según lo indica el último informe del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC)).
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A nivel mundial, Bolivia es considerado como uno de los países con mayor disponibilidad del recurso hídrico; sin embargo, el gobierno e investigadores de diversos institutos han identificado múltiples problemáticas asociadas al manejo. La acelerada degradación biofísica de cuencas hidrográficas abastecedoras de agua, la descoordinación y desarticulación intersectorial e interinstitucional a nivel público y privado, la creciente competencia y conflictos por el acceso y el uso del agua y el aumento de desastres naturales como inundaciones y sequía son algunas de las causas.
Estas problemáticas imponen grandes dificultades y retos a la gestión integral del recurso hídrico (GIRH) y al manejo integral de cuencas (MIC). Por esta razón, instrumentos como el Plan Nacional de Cuencas (PNC) y los Planes directores de Cuencas (PDC), son vitales, pues han servido para la evaluación y formulación de estrategias de planificación, y la mitigación ante los impactos del cambio climático.
En cuencas como las del Río Tupiza y Río Rocha en particular, en los meses de diciembre a marzo se concentran las lluvias que constituyen un aporte importante de volumen de agua para el almacenamiento en embalses como para la recarga de acuíferos, siendo estas las fuentes principales para el abastecimiento de agua en la región. No obstante, de acuerdo con las proyecciones de cambio climático, la precipitación en esta temporada se reduciría aproximadamente en un 15% y 5% para la cuenca del río Tupiza y del río Rocha, respectivamente (con una disminución anual de hasta el 10% y 7%).
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Este panorama indica una inminente escasez de agua en dichas cuencas porque no se obtendría el almacenamiento suficiente para las diferentes actividades que dependen de este recurso, considerando además otros agravantes: El aumento de la temperatura anual en 1.8°C para ambas cuencas que necesariamente implica un incremento en la evapotranspiración (proceso en el que el agua de la superficie vuelve a la atmósfera resultado de la evaporación y de la transpiración de las plantas) y la reducción de la lluvia en la temporada de transición (septiembre a noviembre) en un 12% para la cuenca del río Rocha y entre un 30% y 12% para la cuenca del río Tupiza, lo que generaría una crisis de agua en la siembra y riego de los cultivos que se encuentran germinando en estos meses. El efecto combinado de estos impactos es considerable y significaría una menor productividad para el sector agrícola.
¿Es muy tarde para actuar?
Aquellos a cargo de la planificación y gestión del agua se enfrentan a retos cada vez más evidentes. Deben garantizar el suministro de agua en las cuencas para los diferentes usos considerando los impactos del cambio climático, por lo que cada decisión es crucial. Es importante que los municipios, las instituciones y el gobierno central articulen los esfuerzos y herramientas para la planificación del recurso hídrico. Por otro lado, también es vital que las comunidades, gobiernos municipales y gobierno nacional fortalezcan sus capacidades y se preparen. Las acciones con enfoque de cambio climático que se deben implementar en estas cuencas a corto, mediano y largo plazo requieren de grandes inversiones (alrededor de 22 millones de dólares para la cuenca del río Tupiza y de 1.5 billones de dólares para la cuenca del río Rocha), de lo contrario no habrá medida suficiente para mitigar la problemática asociada a la escasez del agua en las cuencas de la región andina de Bolivia.
• Nilo Lima es investigador asociado en https://www.sei.org. Tiene ocho años de experiencia en recursos hídricos y ciencias de la tierra, así como en modelado aplicado de cuencas hidrográficas y gestión del agua. Estudió Ingeniería Geográfica de la Universidad Mayor de San Andrés y tiene una maestría en Teledetección y SIG aplicados a las Ciencias de la Tierra de la misma universidad.
• Yesica Rodríguez es asistente de investigación en SEI Latin America. Brinda apoyo técnico y científico en proyectos relacionados con procesos de planificación y toma de decisiones en la gestión del agua. Es ingeniera civil y Magíster en Recursos Hidráulicos y Medio Ambiente de la Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito.
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