La Región
Con un helicóptero y ataque directo, de esa manera enfrentó Paraguay los incendios forestales que afectaron su territorio, en la zona fronteriza con Bolivia, a mediados de agosto. El fuego, que se originó en la región chiquitana de Santa Cruz, llegó a dos parques nacionales guaraníes: Tres Gigantes y Cerro Chovoreca. Hoy un nuevo foco de quema ingresó a este último punto, por lo que se envió dos equipos de bomberos a la zona, para evitar la propagación, informaron fuentes oficiales.
Gustavo Viera Varennes, comandante de la Unidad Forestal de Intervención Rápida del cuerpo de bomberos voluntarios de Paraguay, explicó a La Región que en el caso de Pantanal paraguayo, el combate se hizo de forma directa.
Para ello se usó un helicóptero con capacidad para almacenara mil litros de agua, que se encargaba de enfriar las partes más calientes, de manera que los bomberos podían acercarse y eliminar los combustibles (plantas secas).
“Así construimos una línea de defensa con herramientas forestales (ver gráfico) como el mcleod, que tiene un rastrillo encima; el pulaski, que tiene un hacha; rastrillos forestales, que tienen una especie de dientes parecidos a los del tiburón y permiten raspar el suelo para sacar las raíces pequeñas, para que el fuego no siga avanzando”, explicó.
De esa manera se combatió el fuego rastrero, que es el que corre por las hierbas secas. En el caso de las copas de las plantas y los árboles, el helicóptero, nuevamente se encargó del enfriamiento, para que los bomberos luego puedan podarlos y eliminar las posibilidades de reactivación.
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La técnica del contrafuego
Aunque en Paraguay no hubo necesidad de usar la técnica del contrafuego, el experto alertó que solo la pueden usar personas altamente “entrenadas y capacitadas”, porque puede convertirse en un arma de doble filo.
Se trata de usar fuego para combatir fuego. “Hay que tener en cuenta la corriente interna de aire del incendio, porque este absorbe mucho oxígeno. Cuando vemos que el humo se está dirigiendo hacia el fuego principal, se crea una corriente interna de aire del incendio, entonces hacemos un contrafuego a unos 300 o 400 metros. Este último avanza hacia el principal y, una vez que se encuentran, se extinguen porque ya no hay combustible. Desde el contrafuego, hacemos una línea para que no avance, apoyados con una mochila de 20 litros de agua”, detalla. Paralelamente otras personas deben verificar que las llamas no pasen a otro lado. Por ello, antes de aplicar esta técnica se debe ver las condiciones del clima.
En el caso del Pantanal paraguayo, el incendio iba hacia pastizales grandes, así que se eliminó el combustible (las plantas secas) y así se frenó el avance.
Tanto Viera como Roque Gonzalez, bombero paraguayo del grupo SAR, coinciden en que en situaciones como las que vive Bolivia, donde ya se ha usado técnicas y herramientas posibles, solo queda esperar “la bendita voluntad de Dios”, para que una lluvia apague los focos de calor.
Sin embargo, existen aspectos a tomar en cuenta cuando este tipo de siniestros está comenzando.
Lo primero que se debe hacer es identificar dónde está la cabeza, que es la parte más caliente y que se determina por el rumbo del viento. Luego está el franco izquierdo, el derecho y la cola, que es la parte que se quemó primero.
“Una vez identificada la cabeza, se ve qué hay delante: poblaciones, bosque, gasolineras, para ir desechando prioridades, y ver dónde empezar a atacar”, dice Viera. Lo que hay que tener claro es que una vez que se enfría un incendio, luego hay que liquidarlo, porque cualquier factor climático o circunstancial puede reactivarlo.
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