Trabajar con comunidades en industrialización de frutas, una nueva oportunidad para la paraba frente roja

Habitantes de Anamal y La Junta, en el Área Protegida Municipal Jardín de las Cactáceas de Comarapa, Santa Cruz, aprendieron a elaborar derivados de la manga. La alternativa les permite mejorar sus ingresos y a la vez ayudar a conservar a un ave en crítico riesgo de extinción.

Foto: Corey Raffel

Cecilia Requena Gallo / Fotos: CLB

Con una economía basada tradicionalmente en la ganadería, producción de hortalizas y la caña de azúcar, Anamal y La Junta – dos comunidades que están dentro del Área Protegida Municipal Jardín de las Cactáceas de Comarapa, en Santa Cruz – encontraron una alternativa en la industrialización de frutas de temporada. De esta manera vieron una oportunidad de diversificar sus ingresos y, a la vez, apoyar en la conservación de la paraba frente roja (Ara rubrogenys), una especie endémica de Bolivia, críticamente amenazada.


La primera experiencia surgió el año pasado, aprovechando la temporada de manga o mango, que comienza en septiembre y termina en enero. Los habitantes de estas poblaciones, ubicadas en el municipio cruceño de Comarapa, al oeste del departamento, recibieron capacitación en la elaboración de derivados de esta fruta tropical. Aprendieron a hacer mermelada, licor, refresco y helado, entre otros. La iniciativa surgió casi de manera casual en una visita a estos pueblos que hizo el encargado del Área Protegida, Sixto Aguilar.


“La idea nació a partir de otra actividad relacionada con la coordinación de entrega de incentivos para la conservación de la paraba frente roja que teníamos en estas comunidades. Ahí vi que las familias tenían árboles de manga con una gran producción. Consulté con ellos y todos estuvieron de acuerdo en que era buena idea elaborar derivados”, dice Sixto.
Gracias a gestiones, la Pastoral Social Cáritas Bolivia capacitó a ocho mujeres, quienes el 9 de diciembre último expusieron sus primeros productos en la “I Feria de la Manga y la Conservación de la Paraba Frente Roja”, actividad en la que también participó la Fundación CLB para garantizar la comercialización. La jornada tuvo resultados tan positivos, que se vendió el total de la producción.

Los comunarios procesaron las frutas y por primera vez vendieron su producción con valor agregado.

Los resultados mostraron a los habitantes de estas comunidades que una nueva fuente de ingresos. Por eso decidieron formar una asociación de productores para participar en otras exposiciones, buscar mercados y gestionar el apoyo de instituciones.
“Se puede mejorar el ingreso económico de estas comunidades con la elaboración de productos derivados. En esta oportunidad lo hicimos con la manga, pero hay otros frutos locales que también se pueden aprovechar la papaya, el guineo, el camote o la sandía. Vamos a enfocarnos en aquellos de los que podamos sacar más derivados”, explica.

Guardianes de la conservación

Paraba Frente Roja en uno delos cañones en Anamal. Foto: Corey Raffel


El Jardín de las Cactáceas es considerada un área protegida única, ya que cuenta con una población reproductora de la Paraba Frente Roja.
El lugar, que tiene una extensión de 22.491 hectáreas, cuenta con un solo guardaparque, quien también es responsable del área y debe ayudar a enfrentar las amenazas a la especie, como el robo de pichones para la comercialización y la falta de espacios de anidamiento y alimentación. Todo ello obliga a estas aves a salir del área protegida poniéndolas en situación vulnerable.
Las comunidades de Anamal y La Junta, conformadas por alrededor de 40 familias, se encuentran al interior, por lo que juegan un papel vital en el trabajo de conservación de la especie.


“Si bien es cierto que antes los comunarios la veían (a la paraba frente roja) como perjudicial porque se alimenta de parte de sus cultivos, ahora tienen una visión diferente. Han asimilado que es parte del lugar, que deben convivir con ella y protegerla”, sostiene Aguilar, quien trabaja en el área desde 2006 y se encarga del cuidado, vigilancia y recepción de visitantes al área protegida. Desde 2018 cumple esta labor en solitario, ya que ese año se retiró al último guardaparque debido a recortes de presupuesto.

Para Aguilar, sus funciones no lo limitan a tener otras iniciativas, sobre todo aquellas que involucren a mejorar la calidad de vida de las comunidades al interior del área. Por eso busca alternativas de ingresos para ellos. Pero además involucra a los comunarios en la habilitación de senderos turísticos y guiado de visitantes, algo que también les permite generar algún tipo de ganancia. Esto último también para que asuman que la conservación del área y su fauna propicia el movimiento turístico.

El impacto sobre los cultivos

Representantes de las comunidades firmaron el documento donde se detalla el incentivo recibido para coadyuvar en la protección de la paraba.


La Paraba Frente Roja se alimenta principalmente de maíz, maní y otras semillas silvestres. En tanto que el Loro Chuto o Hablador (Pionus maximiliani), que también cuenta con una gran población dentro de esta reserva, consume frutos como la manga, papaya y guineo.


Esta situación hizo que muchas veces los habitantes del lugar vieran amenazada su producción, aunque un proceso que comenzó el año pasado (el programa de incentivos), permitió avizorar alternativas de convivencia. Este programa es impulsado por el gobierno municipal de Comarapa con el apoyo de la Fundación CLB y consiste en la dotación de 500 dólares anuales por comunidad.


Durante la “I Feria de la Manga y la Conservación de la Paraba Frente Roja” precisamente se hizo el acto de entrega del monto correspondiente a las gestiones 2019 y 2020. Con estos fondos, Anamal y La Junta, mediante asambleas comunales, decidieron el uso que le darán.


La Junta optó por fortalecer su canal de riego, una acción que genera mayor producción de cultivos y como consecuencia aminora el impacto perjudicial del consumo de parte de las aves. Por su parte, la comunidad de Anamal destinará los fondos en la construcción de baños públicos, una medida que busca apoyar y atraer el turismo responsable en el área protegida.


“Al final las comunidades entienden que esta donación que están recibiendo es gracias a que sus territorios albergan especies de alta importancia para la biodiversidad, como lo es la paraba frente roja, que necesita ser preservada. Esta ave es como un símbolo, una especie paraguas ya que ese ecosistema tiene muchas más especies como el cóndor andino, el puma y plantas endémicas de gran valor. La gente está entendiendo y hay un cambio de mentalidad”, asegura José Antonio Diaz, Director de Conservación de la Fundación CLB.


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